lunes, 14 de agosto de 2023

Dudas que ofenden


 Mourinho / Kenyon

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    En la última madrugada americana del Real Madrid la TV ofrecía, a la vez, el episodio del documental de la Premier correspondiente a la llegada al Chelsea de Mourinho y, en directo, el partido Juventus-Real Madrid, con el resultado bien conocido.


    Mourinho llega al Chelsea de Abramovich contratado por Peter Kenyon, todopoderoso ex Ceo del Manchester United, con licencia para gastar sin límite, y decide prescindir de Ranieri, un caballero italiano, viejo y sentimental, para, en pleno proceso de aceleración social y deportiva en el mundo de la Premier, anegada en dinero, contratar a “un entrenador de estos tiempos”. Buscaba una mentalidad ganadora, y creyó encontrarla en el entrenador portugués, que venía de hacer campeón de Europa al Oporto. De su audacia dio prueba en la rueda de prensa de su presentación, cuando se declaró… “especial”, como tenía que ser un tipo capaz de disputarle a Ferguson la hegemonía cultural del fútbol inglés. Como muestra del nuevo estilo que representaba Mourinho, una declaración reciente de Cesc Fàbregas, que pasó del Arsenal al Chelsea:


    –Mou me enviaba mensajes todos los días. Era una confianza diferente a la que había tenido con Wenger. Fue impactante. Jugó con mi mente de una manera que nadie más había hecho antes, y creo que eso sacó lo mejor de mí. Jugué muy bien con él.


    Durante el partido Juventus-Real Madrid, la pregunta que uno se hacía, un gol detrás de otro, era si no estaríamos asistiendo a otro cambio generacional de mentalidad como el entrevisto en su día por Peter Kenyon. Que Xavi con su cara de Javi y que Allegri con su cara de triste (recuerda al enterrador de “Lucky Luke”) le mojen con suprema facilidad la oreja a Ancelotti, ¿no convierte a Ancelotti en un Ranieri? Vale que los partidos americanos eran amistosos, pero a América se viaja para hacer seguidores, y perder no parece el modo más racional de conseguirlo (“ni siquiera para hinchas del Atleti”, como diría Bernabéu).


    A una semana de empezar la competición nacional, con esa ristra de personajes perezosísimos (Rubiales, Tebas, Cantalejos, Roures, Maldinis…), el piperío sólo tiene dudas, y las dudas, cuando se ha gastado mucho dinero, sólo ofenden, aunque a Ancelotti siempre le queda la carta de que no le han traído a Mbappé, además de no haber podido contar con Güler, que no es que sea turco; es que es… ¡extreterrestre!


    –Güler es un extraterrestre para su edad –declaró Ancelotti en América, precisamente el país más interesado ahora mismo en alimentar la leyenda de los extraterrestres, para desviar, con extraordinario éxito, la atención mediática de las aventuras de los Biden.


    Güler es un extraterrestre y Mbappé es una ilusión, por lo que el peso del equipo recae otra vez en la “boomerada” Modric-Kroos, barrida físicamente por la Juventus de Allegri, mientras el imperial Aureliano (Tchouameni), que vio el partido en el banquillo, presume en los medios de tener “el mejor entro del campo del mundo”; visto desde fuera, parece, desde luego, la mejor mano de cartas, siempre que se las sepa jugar. El Enemigo Interior, La Xavineta, ha compensado la juventud y categoría de Aureliano y Bellingham con la veteranía y bizarría de Gundogan y Romeu, “el bulldog de Xavi”, como ya pudo comprobar Vinicius en Dallas.


    A las dudas de entrenador súmanse en el ánimo del piperío las dudas de los laterales, Carvajal y Fran García, españoles, pero bajitos, comparados con los Pavard y los Davies, que son los que gustan. “Lateralidad” es un concepto que maneja mucho en las matracas televisivas el comentarista Benito, que contagia a los demás, haciendo que el espectador se fije en Carvajal o en Fran García en cuanto se sienta a ver al Real Madrid. Tu ilusión es ver a Bellingham, pero oyes a Benito gritar “ojo a la lateralidad” y el “rabillo de Andújar” (un rabillo de visión futbolística, el tercer ojo balompédico, como si dijéramos) que todos llevamos dentro te quita de Bellingham para ponerte en Carvajal, con su barba de delegado sindical encargado de hacer valer el mínimo salarial, que, por cierto, queda establecido para la España de los Pueblos por Don Rubiales en 182.000 euros, con una subida de 27.000, para los que dicen que no somos la Premier. Y Xavi quejándose de que Dembelé no supo decirle por qué se va al PSG. “De mí no se ríe nadie”, es lo único que le hemos oído decir a Dembelé. Y todos nos hemos acordado de su cara de duda que ofende cuando le pitaron penalti por tocar a Di María en la final de Catar.



LINEKER Y ALADINO


    Valdano vuelve a Franco, Lillo vuelve al City y Lineker vuelve al pensamiento, que es lo suyo, ahora para tranquilizar a los lectores de “The Sun” con los vuelos rasantes de las alfombras árabes de Aladino sobre los tesoros de la Premier, con gritos de alarma (“¡el lobo! ¡el lobo!”) de Klopp y Guardiola. “Mientras no se lleven a Mbappé, tranquilos”, concluye el ex delantero centro al que Cruyff alineaba de extremo, mareo que de mayor lo ha llevado a decir que fue una víctima infantil del racismo inglés, cosa que ya le refutó en su día Nigel Farage. Tranquilos, pues. Según Lineker, Arabia, de momento, sólo es un “inserso” futbolístico, una residencia de lujo para jugadores con derecho a jubilación dorada en un país “que tiene un problema de derechos”. 

[Lunes, 7 de Agosto]