lunes, 7 de agosto de 2023

Bellingham y el traje de torear


 

 Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Jude Bellingham en el fútbol español viene a ser un cisne entre patos (muy catetos, por cierto, estos patos), y el único modo de protegerlo sería el traje de torear de Roca Rey, torero circense al que cogen muchos los toros, pero, felizmente, sin consecuencias (entendiendo por consecuencias las que narró Hemingway en su “Verano sangriento”). Una vez, en Madrid, a Roca Rey lo medio desnudó un toro, que le dejó el traje de luces con más flecos que la chaqueta de Buffalo Bill, quedando al descubierto un traje-leotardo negro que las leyendas urbanas convirtieron en neopreno de kevlar que vuelve inmortal a quien lo viste. Un traje de extraterrestre, ahora que los extraterrestres existen por decreto de Joe Biden a fin de proteger mediáticamente las andanzas de su pequeño Hunter, pues el viejo Sleepy Joe sigue viviendo en los tiempos de Orson Welles y cree que la gente que no se asusta con lo que pasó en la isla de Epstein se va a asustar con un muñeco hinchable del Área 51 en Nevada.


    La alternativa al traje de marciano es la baraka, cosa que se da mucho en la guerra. Franco, sin ir más lejos, fue un soldado con baraka en la guerra (sus heridas en el 16 en El Biutz) y un general con baraka en la paz: un día viajaba con su ministro Arrese de Bilbao a Madrid en un auto que en lo más apurado de la cuesta de Orduña se caló y comenzó a recular hacia el precipicio. El ministro abrió la puerta y gritó: “¡Tírese, mi General!” Y el General, mirándolo con perplejidad, contestó: “¿Para qué?” Serenidad que forma parte de la cultura de la baraka.


    Bellingham es muy bueno, pero también es finísimo, y para sobrevivir en estos campos carpetovetónicos necesitará de baraka y de traje de torear, teniendo en cuenta “la intensidad” con que se juega en España, cuyo ex cerebro, Xavi, lo dejó caer el otro día tras ser atropellado por el Arsenal en los Estados Unidos.


    –No es normal esta intensidad del Arsenal. Era un partido amistoso y parecía que se jugaba la Champions –declaró el “intensito” Xavi, con La Xavineta en el suelo atropellada por el camión de los chicos de Arteta.


    Xavi, que siempre se había quejado de la altura del “céspet” y de los uva del sol, viene en quejare ahora de la intensidad del contrario en el extranjero (razón, por lo visto, de sus eliminaciones en competiciones europeas), acostumbrado al fútbol de pasillo con que al Barcelona de Messi se le jugaba en España. Cinco le colocó el Arsenal, pero repasas el partido y la “intensidad” la puso Araújo, con dos entradas de roja que se saldaron con una amarilla. Esta intensidad araujana con Gabriel Jesús recordó la intensidad araujana con Vinicius, cantada como “fútbol de hombres” por el periodismo oficial. Vinicius es roca y es rey, y se levanta del césped como el matador peruano se levanta de la arena, pero Bellinhgam no aparenta tener la fortaleza física de Vinicius, y siempre estás con la cosa de que una pata de mula acabe con su fútbol de jarrón chino.


    Xavi es de naturaleza tranquila, y como ex cerebro español del Combinado Autonómico añora aquellos veranos relajientos de la infancia, con los equipos preparándose con los trofeos de la Galleta, Gamper y, sobre todos, Carranza, con samba brasileira y daiquirí de medianoche. Pero llegó el primer Clásico (nuevo Groundhog Day de la industria futbolera), y Xavi metió “intensidat” en La Xavineta, con lo que la Xavineta arrolló al Madrid como el tranvía a Gaudí.


    Los goles culés son como sus palancas: nadie sabe cómo suceden, pero suceden, y un 3-0, si contamos los goles, no los tiros al palo, es un golpe de imagen serio, a lo que Ancelotti va acostumbrando al piperío, que se consuela soñando con Mbappé. Después de todo, ante el gol, Vinicius no es Tyson, aunque Ancelotti encaja bien en el papel de Cus D’Amato, y como prueba de confianza lo ha puesto a tirar los penaltis, que ya es poner, mientras un payés de Tarrasa con un equipo de saldos le va ganando los Clásicos con la misma potra que Gabino ganaba los 14 en las quinielas. ¿Secretos? Uno, la “intensitat”. Y el otro, no dejar a Pedri comer las croquetas de su madre.


    –No me dejan comer las croquetas de mi madre –confiesa Pedri, una de las privaciones a las que ya fuera sometida la gimnasta Nadia Comaneci.


    Pedri, sin croquetas, es otro, y suena para el PSG de Luis Enrique, donde sustituiría, al menos en el corazón de los parisinos, a Kylian Mbappé, un futbolista tan rico que en los partidos podría comprar a sus marcadores con dinero de bolsillo. Su baja no arruinaría al mundo culé, teniendo en cuenta que el nuevo amo de España es Puigdemont.





ISCO Y HAZARD


    Otra prueba de que el Relato según el cual el Barcelona adopta al pelotero y rechaza al tuercebotas es que este año, quedando libres Isco y Hazard, dos peloteros de quitar el hipo, han contratado a Romeu, el medio centro-fanegas que se desempeñaba en el filial del City en el Ampurdán. Isco ha pasado de encararse con el fondo del Brnabéu a colocarse de aguador en el Betis, dicen que en sustitución de Canales, el megacrack que nos vendiera Valdano. Y Hazard, de momento, se queda donde está, en casa, que es Madrid, la única ciudad del mundo capaz de enviar al Bernabéu, en pleno verano, a cincuenta mil de su vecinos a aplaudir la presentación… ¡de Hazard!

 

[Lunes, 31 de julio]