martes, 28 de febrero de 2017

Día de Andalucía

 Caballistas en el Alcázar
Ésta mañana

 Gente por el arco del Triunfo. 28-II17

Puente de Andalucía. 28-II-17

Francisco Javier Gómez Izquierdo

      28 de febrero, Día de Andalucía. Así reza el almanaque desde 1980 a cuenta de un referéndum que se organizó para parecerse al País Vasco y al País Catalán. De aquellos andalucistas que florecieron en mi mili, sólo queda el alcalde de Barbate, ese pueblo pródigo en parados y pateras y donde se come el mejor atún del mundo.. y al que tanto cariño voy cogiendo. El PA firmó su defunción en lúgubre reunión y “..con dignidad coherente”, dos palabros que soltó Rojas Marcos en el verano del 2015 para “..morir con decencia”. Los históricos del partido no avisaron de la determinación con tiempo suficiente a Barbate. Los barbateños, siempre, ¡vaya por Dios! en el sitio equivocado en tiempo de votaciones, escogieron un alcalde con una idea que ya no existe. En el  único lugar nacionalista-andaluz que queda en el virreinato es donde me hubiera gustado estar este puente, pero como es de ley reconocer que es más justo que los nacidos en la patria sean preferidos a los extraños en el disfrute del puente, espero justicia distributiva cuando en abril llegue el día 23 y de entre los 25 del turno a repartir sea un servidor el elegido por ser el único castellano viejo en la mina.
    
El puente de febrero, el puente de abril, los puentes de mayo. Perdonen la insolencia, pero creo que a eso se han reducido esas festividades laicas de las comunidades a las que les falta la espiritualidad y liturgia religiosas y la solemnidad y el orgullo que daría un desfile institucional como Dios manda.
    Esta mañana estaba la ciudad muy animada. Con muchos autobuses llegados de los pueblos por iniciativa de los próceres de la Junta para que los andaluces de fuera de Córdoba, Sevilla, Cádiz, Jaén, Almería, Granada, Málaga y Huelva conozcan de balde los museos y monumentos de sus capitales de provincia. También había extranjeros asombrados ante tanta bulla y mucho andarín ocioso en su diario combate con el azúcar.

     Vuelvo de comer con mi doña y antes de   volver esta noche a la mina, paso a entretenerme con la sustanciosa lectura de un curioso libro sin ninguna fama y con escasos ejemplares, de una anónimo cordobés del siglo XVII intitulado “Casos notables de la ciudad de Córdoba”.  Aparece un episodio sobre Ambrosio de Morales, cronista cordobés del imperio y hacedor de un catálogo de todos los pueblos de España, del que un día de estos amenazo contar. Del curioso episodio. No del catálogo de los pueblos de España.

Locos



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Es aguda observación de Tocqueville que en las revoluciones democráticas los locos desempeñan el principal papel político.

“¿Está loco Donald Trump?”, se pregunta un charlatán que fue ejecutivo del Banco Mundial y que va de estudioso del poder, como si fuera Bertrand de Jouvenel. Cita la carta que unos psiquiatras han publicado en el NYT de Slim y que ven en el tupé de Trump la protuberancia de la locura como Lombroso veía en el entrecejo de sus contemporáneos la protuberancia del crimen. El resumen es que Trump está loco porque es narcisista (pasando por alto que Obama sólo hablaba a los espejos)… ¡y no cena con periodistas!, esas modestas criaturas que doña Emilia Pardo Bazán no recibía sino los días en que tomaba píldoras del Dr. Ross.

En España, el Académico Más Joven de la Historia, que también ha estado en Nueva York y cree saber de locos más que Felipe Alfau, añade otro síntoma: ¡el acento!
Usted habla como la Reina Victoria –le dijeron en Londres a Santayana, que hablaba un inglés de Boston, y la Reina Victoria tenía acento alemán.

A nuestro Académico Más Joven de la Historia el Régimen del 78 lo apuntó a una vida en Nueva York para predicar a Cervantes, y, una vez allí, lo que hizo fue atribuir (¿por el acento?) al Oso Yogui (Yogui Bear) las citas (malapropismos) del beisbolista Yogi Berra, lo cual le permite ahora denunciar, con prosodia de Úbeda, “la incultura” de los votantes de Trump (Stanley Payne, James Woods, y así).
Narcisismo, acento y, de tercera pata para el “impeachment”, un infantilismo como el de Little Lord Fauntleroy sentado en su sillita alta, golpeando la bandeja con la cuchara y gritando para que su madre le dé comida y mimos. ¡El Tirano de la Trona! Es la imagen de su visita a la Torre que vende Slim a los felipondios “que están en la pomada”. Psicoanálisis de “La nueva masculinidad”, de Moore y Gillette, que tantas mañanas de resaca resolvió a los columnistas en los 90.

España es un pospunkismo franquista.

Quisiera ser tan alta como la Luna


¡ay, ay!, como la luna, como la luna; 
para ver los soldados de Cataluña, 
¡ay, ay!, de Cataluña, de Cataluña. 

De Cataluña vengo de servir al rey, 
¡ay, ay!, de servir al rey, de servir al rey; 
con licencia absoluta de mi coronel, 
¡ay, ay!, de mi coronel, de mi coronel. 

Al pasar por el puente de Santa Clara, 
¡ay, ay!, de Santa Clara, de Santa Clara; 
se me cayó el anillo dentro del agua, 
¡ay, ay!, dentro del agua, dentro del agua. 

Por sacar el anillo saqué un tesoro, 
¡ay, ay!, saqué un tesoro, saqué un tesoro; 
una Virgen de plata y un Cristo de oro, 
¡ay, ay!, y un Cristo de oro, y un Cristo de oro.

Martes, 28 de febrero

Valle de Esteban

¡Pobre España tan noble, tan hidalga e ilusa / que creyó poseerlo todo por ciencia infusa / de sus doctores hueros!
Alberto Guillén

lunes, 27 de febrero de 2017

Por qué my Keylor ya no es rich



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    En el Madrid, como en cualquier casa de vecinos, si algo se cuela (un choro, un gol), el pato lo paga el portero, que hoy es Keylor Navas, quien de “My Keylor is rich” ha pasado a ser, por arte de birlibirloque, “My Keylor is rip”, y el piperío desea canjearlo por De Gea, el madrileño del United, o por Courtois, el muñeco hinchable y bailongo del Chelsea.

    –El portero no es un futbolista; es un especialista.
  
Eso dice David Vidal, que es el Don Latino de Híspalis del fútbol desde que en rueda de prensa pidió a los periodistas deportivos que “traduciesen” sus palabras “ad pedem litterae”, como a él lo enseñaron en el seminario.

    –¿Cómo?
 
 –¡Al pie de la letra, coj…!

    –¡Ah, bueno!
  
Para hacerles el hueco a De Gea y a Courtois, hay que ir haciéndole un traje a Navas, y las medidas del traje las proporcionó el pequeño Insigne colándole aquel gol de “passing shot” con el Nápoles en el Bernabéu. Esa noche, con esa jugada, para la propaganda pipera Keylor cambió el “rich” por el “rip”. Y reaparecieron las caras de Belmez de Casillas en Oporto, donde, al decir de la corte mediática, el viejo héroe de Móstoles ha llevado a cabo un par de paradas a lo Íker, pero Jiménez, por lo paranormales. Otra vez la gallina que pone un huevo y lo cacarea en lo que la sardina pone un millón en silencio.

    La verdad es que, en el Madrid, Keylor siempre ha sido otro Íker… con menos dinero. Un portero milagrero que obra el pequeño milagro del punto liguero con cara de Gene Kelly cantando bajo la lluvia. También De Gea pertenece a la cultura milagrera del portero que inspira más metáforas que confianza. Todo lo contrario de Courtois, un De Gaulle cuya nariz (“Érase un espolón de una galera, / érase una pirámide de Egito, / las doce Tribus de narices era”…) huele una ensalada y la deja sosa, pero en el Madrid estos porteros nunca han desatado el fervor popular.
  
Según están las cosas, si Zidane perdiera otra Liga la culpa sería del chachachá, es decir, del tico, como campechanamente llaman los cronistas a Navas, que es, en tanto que chivo expiatorio, el nuevo mejor amigo del madridismo.

    –El mejor amigo del hombre no es el perro –dijo el otro día Mariano en la tribuna del Congreso–. El mejor amigo del hombre es el chivo expiatorio.
  
Con los números en la mano, el mejor portero del Madrid sigue siendo Juanito Alonso, a quien Bernabéu (poniendo en práctica “ad pedem litterae” la teoría de David Vidal) puso en su libreta de hule por saltarse la cena en una concentración.

    – Yesterday my dream died –tuiteó Claudio Ranieri cuando los amos del Leicester (¡actuales campeones de la Premier!) lo pusieron en la calle el otro día, circunstancia que aprovechó el periodismo deportivo para extraer la moraleja del fútbol (para Ranieri y para Navas): “Hoy eres Dios y mañana no eres nadie”. Que sería la forma pipera de traducir la fina observación de Napoleón: “Para volver de la tragedia a la comedia, no hay más que sentarse”.
  
En un club que ha eliminado la cruz del escudo para poder bajarse al moro, Keylor Navas comienza los partidos rezando bajo la portería con los brazos en cruz y postrado de hinojos.

    Estamos, pues, en manos de la Providencia.

David Vidal

EL ÚLTIMO MANZANARES

    De los Atleti-Barcelona uno guarda dos imágenes imborrables: el “crac” (visto/oído a ras de hierba) del tendón de Aquiles de Koeman en el calentamiento y aquel 0-3 del imperial Romario en el descanso, luego remontado por el Atlético. Del Alteti-Barcelona de ayer, en cambio, lo único memorable es que no lo volveremos a ver en el Manzanares, que echa el cierre. Como estamos en el mes de la marmota de Punxstawnwey, todo fueron marmotas a la orilla del río: insufrible la cursilería culé de Valdano; insufribles los escobazos de Mateu, ese árbitro-bruja del tren de la escoba; insufribles los desmayos de Desdémona renca de Neymar; insufrible la puntería de Messi, cuya potra se queda mano a mano con la flor de Zidane para jugarse la Liga.

Animaladas

 Banderillas rojigualdas

Jean Palette-Cazajus

Aparte de preocupada por la calidad informativa y la altura del debate, la radio France Culture es un excelente barómetro de las sensibilidades sociales. En sus ondas, el tratamiento de las temáticas animales, bajo todas sus costuras, se multiplica. Pero resultó muy significativo ver, en poco más de una semana, cuatro espacios dedicados a esta problemática en el marco de algunas de las emisiones más significativas. En “Réplicas”, animada por el filósofo Alain Finkielkraut, en la cotidiana “Los caminos de la filosofía” y, en dos ocasiones, en el espacio de debate del medio día, llamado “La grande table”. Digamos que, en las cuatro ocasiones, el contenido del debate fue ampliamente similar. Me detendré un instante en el perfil y la actitud de los tres invitados en “Les chemins de la philosophie”. Aquel día, la emisión era subtitulada: “Faut-il manger les animaux?”, o sea "¿Debemos/podemos, comer los animales?"

Allí estaba Philippe Descola, prestigioso etnólogo, sin duda el discípulo más aventajado de Claude Lévi Strauss. Autor de “Naturaleza y Cultura”, libro cardinal donde muestra el carácter artificial de una oposición, la que enuncia el título, que sustenta desde hace siglos nuestra estructura epistemológica. Es un gran conocedor del llamado “Animismo”, considerado por él como una  de las cuatro matrices ontológicas que identifican las culturas humanas. El animismo se caracteriza básicamente por la atribución de parecidas interioridades a humanos y animales y es propio, entre otras culturas, de las amazónicas. He recordado en más de una ocasión, que el animalismo actual no se puede entender sin asumir que las viejas capas geológicas de nuestro siquismo siguen siendo animistas y predeterminan todavía nuestra relación con los animales. La radical postulación animalista de una universal identidad “sintiente” y “sufriente” -en su jerga habitual- aconsejaría hablar mejor de “unanimismo”.


 Contra el foie-gras

La segunda invitada era Vinciane Despret, conocida sicóloga y filósofa belga, que proyecta sobre las cuestiones animales una mirada innovadora, perspicaz y perturbadora. El título de dos de sus obras, “Pensar como una rata” y “¿Qué dirían los animales si se les hiciera las buenas preguntas?”, ayuda a entender su propósito axial de romper con el antropomorfismo tontorrón. Conozco mal su obra, pero intuyo en ella la influencia de Jakob Von Uexküll (1864-1944) y su concepto del “umwelt”, entendido como el entorno particular de cada animal, determinado por la especificidades fisiológicas y cognitivas de su relación con el mundo. Los diferentes “umwelten” animales serían así incomunicados y recíprocamente excluyentes. Hoy en día, las ideas de Von Uexküll han quedado de alguna manera marginadas, precisamente porque cuestionan radicalmente el gratificante “unanimismo” contemporáneo. 

La tercera, desconocida para mí, se llamaba Astrid Guillaume, presentada como semióloga y profesora en la Sorbona. En seguida se reveló como la zoófila químicamente pura del trío. Digamos en seguida que Philippe Descola dio la “espantá”. Participó poco, repitió los cuatro tópicos básicos de su obra. Sus reticencias a la hora de expresarse traicionaban descaradamente el temor a perjudicar su imagen universitaria y pública ante una audiencia que él imaginaba, sin duda con razón, mayoritariamente filoanimalista. En cuanto a Vinciane Despret, su visión de la realidad animal era original, inteligentísima y estimulante, pero nadie cuente con que aparezca un buen día en Las Ventas, sentada entre los numantinos de la andanada del 9. En cierto momento describió la estrategia de debate usada por los animalistas como una voluntad desordenada y sistemática de acumular los argumentos, cualquiera que fuera su naturaleza y procedencia. Resultó cómico comprobar cómo la señora zoófila parecía empeñada en corroborar tal descripción acumulando sin parar argumentos ecológicos, sanitarios, técnicos o morales, infligidos a troche y moche con la típica febrilidad de los prosélitos.


 PETA en Berlín

Pero cualquiera que fuese el rumbo que tomase el debate, en cuanto tenía la palabra, aquella señora regresaba de forma obsesiva a los mantras del “sufrimiento animal” y a la necesidad de tener en cuenta su “sintiencia”. Añadiré que su discurso venía enunciado con un tono de voz para mí exasperante, como quebrantado por una especie de sollozo contenido y perpetuo. La “sintiencia” dice una página de “filosofía vegana” es “la capacidad de experimentar sensaciones y de tener experiencias subjetivas”. Es uno de los nuevos conceptos fetiche del “umwelt” animalista. Es muy propio de aquella militancia la obsesión por meter con calzador en nuestro vocabulario conceptos que suenen a científicos, al mismo tiempo que parecen acarrear todo el dolor del mundo

Mi ironía no es la del optimismo. No se entiende bien de qué se habla mientras no se sepa desde dónde se habla. En este momento hablo desde la espinosa postura del aficionado a los toros. Aprendí en la milicia que no había error más letal que el de subestimar los efectivos y la potencia de fuego del enemigo. En nuestro ínfimo mundillo reina una vertiginosa ignorancia, aliñada con desprecio, respecto de los efectivos y de la potencia de fuego de los animalistas. Sigue generalizada la creencia de que sólo se trata de una secta minoritaria azuzada por cuatro moscas cojoneras. Y si no, se busca por el lado de un sórdido complot urdido por los eternos enemigos de España y de sus Tradiciones. Es más fácil ir de avestruz que tener que admitir la profunda mutación de una sensibilidad societal ya ampliamente mayoritaria -con distintos grados de intensidad- en todas las esferas del mundo occidental y más particularmente en las juveniles. Sobre esta amplísima base social reflejada en el creciente peso mediático que acabo de ejemplificar, actúa una poderosa base militante. En cuanto a los pensadores y especialistas que alimentan la literatura animalista son internacionales, numerosos y eficaces y saben adecuarse a todas las circunvoluciones de los cerebros contemporáneos. La mayoría goza de reconocido prestigio universitario y tiene a sus espaldas una obra difícil de obviar. Así, a voleo, recordaré a Richard Ryder, Peter Singer, Isaac Bashevis Singer, Tom Regan, Gary Francione, Paola Cavalieri, Charles Patterson, Jonathan Safran Foer, Jacques Derrida o Florence Burgat, Jesús Mosterín en España... Últimamente, la utopía animalista babea alrededor de “Zoopolis”, obra de los canadienses Sue Donaldson y Will Kymlicka, que nos propone algo así como un porvenir a medio camino entre “Rebelión en la granja” de George Orwell y el multiculturalismo aplicado a los animales. 


 Contra el ordeño de las vacas

En cambio, nuestra muy desguarnecida trinchera carece totalmente de artillería de campaña cuya única munición eficaz, hoy por hoy, sólo podría y debería consistir en la capacidad de legitimación de la muerte del toro. Porque el enemigo radical (yo no lo he designado como tal, él me ha designado a mí), lo mismo que las sensibilidades animalistas más moderadas, se han vuelto totalmente indiferentes a todo lo que la mejor literatura taurina pudo alegar tradicionalmente, en su día, sobre lo mítico, lo simbólico, lo antropológico, lo estético o lo ético. Hoy, escritos como los de Pitt-Rivers han quedado reducidos a una faena de alivio y adornos. La realidad le ha dado la razón a Pemán: “Filosofía viene a ser lo que hablan  sobre el toreo todos los que no torean”. O sea, simples hojas parroquiales para uso interno de los feligreses. No interesamos a nadie salvo al propio espejo. La intelectualidad progresista suele desconfiar de la noción de “valores”. Pero la socióloga Nathalie Heinich privilegia el estudio de su evolución. Muestra como detrás de los cambios conscientes en los comportamientos sociales hay a menudo una inconsciente transmutación de la jerarquía de tales valores. Recurre sorprendentemente a un ejemplo taurino: en una época -dice- existía cierto equilibrio entre quienes defendían la corrida de toros en nombre de la estética y quienes la condenaban en nombre de la ética. Hoy -añade- la evolución de los valores ha inclinado definitivamente el fiel de la balanza a favor de la ética. 

Y la propia estudiosa aparece como el mejor ejemplo de semejante transmutación al conectar tácitamente ética y animalismo. Objetaremos que la ética es una construcción demasiado ambiciosa y exigente para confundirla con la autocomplacencia y la inercia del animismo zoófilo. En cambio, tenemos derecho a pensar que lo que ocurre en los ruedos sería absurdo si no estuviera orgánicamente supeditado a la cuestión de la ética. La socorrida invocación de la “estética” delata a menudo la carcoma que corroe los toros desde el interior. “Nulla aesthetica sine ethica”. Como anillo al dedo viene aquí tan raída locución. La ética taurina queda resumida en el respeto de unas pocas reglas, claras y rigurosas, que podríamos definir, muy sencillamente, como la primacía de la máxima dificultad aplicada a la forma de interpretar el toreo como a la ímproba labor de definir y criar el toro bravo. En los ruedos modernos la “estética” suele ser el artificio usado para escamotear la ética y tapar la violación de las reglas. Si surge de verdad la belleza, muy esporádicamente, es porque se ha cumplido con las reglas de la ética. Algo parecido pensaría Víctor Gomez Pin cuando escribió que “la Tauromaquia no infringe ningún imperativo ético universal”. 

 Contra el uso del cuero

Actualmente las preocupaciones inmediatas de los animalistas se centran en el despilfarro ecológico de la producción cárnica, en la cría intensiva de aves y cerdos en ámbitos cerrados, en el trato recibido por los animales en los mataderos. De allí la ofensiva vegetariana de la que nuestra comentada emisión constituía un episodio mediático. Otro frente abierto por ellos es el de los animales de circo cuya desaparición exigen y vienen consiguiendo. Muchos de estos temas puede, sin duda debe, compartirlos cualquier aficionado a los toros dotado de cabeza ya que son desafíos sociales infinitamente más complejos y contradictorios que su reducción a las exiguas obsesiones animalistas. Pero cuando los más radicales exigen la renuncia a seguir montando a caballo, a ordeñar las vacas y la desaparición de todo tipo de mascotas, actúan desde una coherencia muy particular. La que considera que los humanos equivocaron el camino desde la revolución neolítica, cuando optaron por la domesticación animal y la ganadería. 

Así es como comprobamos, una vez más, que las ideas son como las ramas. Por muchas que tenga el árbol, salen de un tronco único. En el caso de los animalistas se trata de la convicción de que el animal es un ser fundamentalmente inocente. La presencia de un inocente presupone forzosamente la del culpable. Este es el ser humano, que fue pervirtiendo desde un principio su relación con los animales, la cual -piensan- terminó pervirtiendo la propia relación del hombre consigo mismo. Aquel ser humano objeto de la vindicta animalista es, evidentemente, su arquetipo occidental. Como los islamistas, los animalistas han quedado desbordados por la densidad de los saberes y la complejidad de las problemáticas humanas. Como ellos viven poseídos por una mezcla de inseguridad fundamental y de proselitismo vengativo. Como ellos, sueñan con la simplicidad de un mundo sin preguntas, lleno de respuestas transparentes. Comprobada la inoperancia sobre la humanidad de las utopías poshegelianas de las grandes reconciliaciones, les queda intentarlo con la “animalidad”, más callada, previsible y manejable.


 En esta ocasión, salieron condenados


Como el islamismo, son pues un síntoma de la crisis agónica de nuestras culturas. Dicho lo cual nos habremos quedado empantanados en la retórica si olvidamos “desde donde” hablamos. Porque en este mundo de los valores transmutantes la corrida de toros aparece como la transgresión por antonomasia, la “sangrante” anomalía, en sentido propio como figurado. Es el único espectáculo en el mundo que vierte la sangre públicamente, que exhibe “la muerte en vivo”, y no de una forma accidental o subrepticia, sino desde la solemnidad de una demorada liturgia pública. No nos engañemos, la relación de fuerzas se está tornando tan desigual que la tauromaquia, acosada por fuera, minada por dentro, bien podría desaparecer en los próximos años sin que se estremecieran las alas de una sola mariposa de Amazonia. Algunos pensamos que la emergencia humana alumbró un ser básicamente vertiginoso y desesperado pero no forzosamente malvado. Creo que es lo que intenta explicarse a través de la corrida de toros. Pero hic et nunc, a imagen y semejanza de “1984”, la novela de Orwell, la “neolengua” ideológica seguirá formateando otro tipo de ser humano, el que busca su meta en la convergencia con aquel lenguaje narcótico. La cuestión ya no es que el ser humano sea bueno o malo sino que sus apariencias coincidan con lo que se reputa correcto para él. Nosotros seguiremos bregando en las cunetas de  la “neolengua”, sin esperanza, con convencimiento.

Tenga corazón, hágase vegetariano

Lunes, 27 de febrero

Valle de Esteban

Ayer, sin ir muy lejos, me lo encnotré en el seso.
Alberto Guillén

domingo, 26 de febrero de 2017

Carnaval de Cádiz. Crónica de la Final Eterna


 Antonio Martín

 
Javier Gómez Fernández

Una vez al año, un irreductible grupo de enfermos nos reunimos en aquelarre para celebrar un maratón agotador de coplas y carnaval que, gracias al TrianaSú, duró 12 horas. 12 horas que, a priori y hasta el inmediato posteriori, fueron de las mejores Finales que se recuerdan. Una Final con Antonio Martín despidiéndose por propia voz. Una Final abierta en 3 de las 4 modalidades, que dejaba la imaginación bajar por Jabonería, desde la cena hasta las claritas del día. Para sortear el palabro spoiler, digamos que tras 12 horas, más que imaginación, hizo falta Jackass. O babucha dura.

Que el corista hacedor de musicales Rivero iba a ganar alguna vez, lo sabíamos. Que lo podía hacer este año, también. Que el preludio de su victoria significara que al Jurado comandado por el zurdo Téllez iba a premiar a dos musicales, y dos izquierdas, era un pensamiento maquiavélico que I refused a pensar. Pero sí, 6 años después, un coro que no lleve la P en su apellido de autoría ganó. “El mayor espectáculo del mundo”. El que nos faltaba todavía.

Bienvenido y su comparsa Irracionales. La también comparsa del Kichi

Que en chirigotas la sensación de que el Selu llevaba mochila, que a Manolo Santander era muy fácil no darle el Primero, y que la absoluta revelación de 2017 -la chirigota del muerto, Manué, los de Sevilla….- no había competido para el Jurado en al menos uno de los pases, se quedaba en el 0 Kelvin si tenemos en cuenta que Vera Luque llevaba una cohorte de marcianos rojos (Venezolanos, comunistas y “Rojos pero rojos, rojos…”) que todo sea dicho cupletean como nadie, y llevan desde sus dos grandes cajonazos en 2011 y 2012 sin quedarse fuera de la cita del Viernes. Así, se decidió el Jurado a darle el 1 a Vera, para no cortar la racha, dejando al genio de suegra cuarto, a No te vayas todavía tercero, y a Santander segundo. Y tan contentos.

No cabe la discusión de cuartetos, porque cuartetos de Cádi sólo había uno en concurso que no basara el repertorio en gritos, saltos y chistes de tuiter con el ingenio de tuiter. Y como Ángel Gago es el mejor, pues Primer premio y a otra cosa.

El Vera y sus marcianos bolivarianos
Campeones de una edición podémica como no soñaran los siglos

El problema viene, como siempre, en la pasión comparsista. Porque hay que saber lo que es una comparsa, lo que no lo es, y además saber diferenciarlo. Y si hay 5 personas que creen que por llevar al Falla a César el Mono cantando la música de Simba (por muy guapo que sea Jesús “César” Bienvenido), ya se han ahorrado ir a Gran Vía a ver el Musical del Postureo, pues además de equivocados, es que no tienen que ser Jurado del Carnaval. Porque lo de darle el 1 a Los Irracionales es casi como cuando Grecia ganó la Eurocopa, pero sin el gol de Charisteas. ¿Por qué no ganaron los Equilibristas? Porque quedaron cuartos. ¿Cómo es posible? Sólo cabe una explicación: que el Jurado forme parte de los prejubilados de Delphi. ¿Los Peregrinos terceros?¿La Eternidad detrás de los Apes? Voy a ver si Drexler tiene consulta, que tiene pacientes. Porque la Comparsa de Ares hizo el mejor pase de la final que se recuerda en mucho tiempo. Una delicia musical que volcó un teatro a las 8:20 a.m. A esa hora todo era alegría. Nervios maniqueos. Subiela vs Ares, 17 años después de la separación traumática. “Po Guadalupe ganó” era la broma a las 8:40. “En la Ciudad de Cádiz…”

En carnaval, como en casi todo, el mejor Jurado es el tiempo. El que decide lo que queda, y cómo se recuerdan los años. El Carnaval empieza ahora, en la calle, momento de acercarse a Cádiz y disfrutar de las agrupaciones. Porque sin importar lo que opinen Ripoll o Téllez, las coplas de Cádiz “no están en ningún museo, pero yo las tarareo Eternamente”.

Suna a las veintiuna



Suna en el muro era como Claudette Colbert con la sábana de separar su cama de la de Clark Gable en "Sucedió una noche". ¡La muralla de Jericó!  De ahí su mirada alerta, tan prolijamente explicada por Ortega en su libro de caza. Mirar es la menos musculosa de las operaciones, pero este mirar de Suna no es un mirar cualquiera. Es un mirar con atención, que es quien da puntería a la mirada. La atención consiste en no fijarse en lo ya presumido, sino precisamente en no presumir nada y evitar la desatención. Para denominarla el filósofo tiene una palabra magnífica que conserva todo su sabor de vivacidad y de inminencia: alerta. Suna es la mirada alerta. La mirada del turista resbala. Pero Suna, al imitar el alerta perpetuo del animal, para quien todo es peligro, ve todo y ve cada cosa funcionando como riesgo o amparo. Por donde una vez pasamos, allí perduramos.

Por fin una victoria. 1-0 ante el Alcorcón



Francisco Javier Gómez Izquierdo

    Hemos tenido en Córdoba una semana tormentosa que se disimulaba con las andanzas de los equipos españoles en las distintas Europas. No puedo precisar si es achacable a perversidad o a ignorancia las ocurrencias del amo del Córdoba en estos cuatro días, pero el caso es que el día del Valencia-R. Madrid despidió al secretario técnico, como si el pobre Emilio Vega hubiera tenido algo que ver en los fichajes del club. Durante toda la semana se preocupó en vigilar los tuits esos, o como se llamen, para buscar jovenzuelos que utilizaran vocabulario afrentoso contra su persona y encontrándolo, les ha mandado “burofaxes” en los que se les comunica la prohibición de entrar en El Arcángel y ocupar su localidad. Me han enseñado uno de esos burofax en los que el insulto que molesta al amo del Córdoba me produciría carcajada si a mí me lo dedicaran. El tío llamó a las peñas con un sigilo improcedente para pedir unidad del cordobesismo. Por supuesto, ante tamaña desvergüenza sólo acudieron a su llamada las dos o tres que tiene domesticadas. Nos regaló una entrada a cada socio para llenar el campo y presionar al árbitro y al equipo contrario.  Es decir, que el partido contra el Alcorcón se presentaba “climáterico”.

     El personal no ha ido al campo. Los socios le hemos pedido al amo  que se vaya,  en el minuto 54, que como supondrán ustedes es el año de fundación del club. Se ha animado al equipo con el entusiasmo y la irracionalidad de siempre... y lo único salvable de la tarde ha sido el gol, afortunadísimo gol, en el minuto 93. En el minuto que los mete el R. Madrid, porque para algo habríamos de ser el “Madrid de segunda”.  El gol lo ha colado Alfaro, un mediapunta que lleva dos meses condenado al ostracismo, y que ha salido los últimos 10 minutos por ver si pasaba algo. Se lo ha centrado Bergdich, otro que tampoco cuenta para el entrenador y del que hoy también el entrenador Carrión,  ha echado mano al final.

     El partido, aburrido, trabado y rematadamente malo, pero es justo señalar que en el Alcorcón ha vuelto a lucir Iván Alejo, diabólico en el regate, elegante en la conducción y con ese punto provocador que suelen gastar algunos futbolistas a los que les llenan las orejas de elogios. En un lance estúpido el joven Alejo las ha tenido con el veterano Cisma y ha conseguido enredar el partido. A los cinco minutos de la estupidez, a nuestro defensa y al ex bético Kadir, que pasaba por allí, se les ha regalado una tarjeta roja, por obtusos más que por otra cosa y desde ese momento, minuto 80, el partido ha sido nuestro. Espacios que procuran ocasiones y en la última de ellas ¡pam!, golito.  Para mí, una raya en el agua, pero teniendo en cuenta la particular deriva de la Segunda y el propicio calendario que se nos presenta con el desplazamiento a Tarragona y dos encuentros seguidos en casa, pudiera hasta ser posible que se enderezara un tanto la deriva y el amo del Córdoba sacara ése pecho de palomo en celo al que estamos acostumbrados.
     
Aviso al editor que asumo todas las consecuencias burofáxicas que pudieran desprenderse de mis opiniones sobre el presidente de mi club, capaz de querellarse contra un muchacho dieciochesco, que por ejemplo le llame enano. Una simpleza que más que ofensiva es evidente a ojos de las gigantescas nuevas generaciones.

Domingo, 26 de febrero

Valle de Esteban

No he visto en parte alguna a Don Quijote. Sancho / más bien es Diputado y Ministro.
Alberto Guillén

"No podéis servir a Dios y al dinero"

DOMINGO, 26 DE FEBRERO

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gante de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia.

Mateo 6, 24-34

sábado, 25 de febrero de 2017

El caos


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Un día pronosticaron que Azaña llevaría a España al caos, y el cenizo alcalaíno respondió, sarcástico, que le gustaría ver el caos, para saber qué era.

Los “midia”, esos “sostenes de la democracia”, al decir de sus propietarios (Slim, Bezos y así), han pasado de ver en la Casa Blanca la Kehlsteinhaus de Trump a ver un sindiós, el caos, justamente lo contrario del trumpismo en su lucha contra el “establishment” socialdemócrata.

Si las designaciones son justas, el orden reina; si son equívocas, reina el desorden –es la cita china con que Camba encabeza su “Haciendo de República”, que sigue: “El que confunde las designaciones corrompe el lenguaje. Las cosas prohibidas  sustituyen entonces a las permitidas. La inexactitud toma el lugar de la exactitud y lo falso ocupa el sitio de lo verdadero”.

A Trump le bastó con llamar a las cosas por su nombre para poner el mundo patas arriba (¡qué manera de persignarse el beaterío onusino ante el discurso de la nueva embajadora americana Nikki Haley!), y a eso se reduce su revolución, que, desde luego, constituye un acontecimiento único desde la guerra, aunque en España el pensamiento batueco no ha tenido ni la curiosidad de observarlo, despachando el asunto con una muletilla franquista (llamar populismo a la democracia) y los tres memes que hacen de esquinas del Consenso: Hitler (para lo criminal), Gil (para lo “ostentóreo”) y Cuñao (para lo sanchopancesco). Es la contribución de este Siglo de Oro español a la historia de las ideas políticas.

El hombre noble, y volvemos a la cita china de Camba, escoge sus designaciones para que puedan ser empleadas sin equívoco en el discurso, y compone sus discursos para que puedan, sin equívoco, transformarse en actos.

Para la socialdemocracia la acción es desorden, cosa de Bakunin, cuya fuerza creadora es el caos (execrado por Marx). Su ley histórica es el memorable chiste de Ramón: “O yo o el caos”. “El caos, el caos”. “Es igual, también somos nosotros”.

Sábado, 25 de febrero

Valle de Esteban

Y los templos oscuros.Pálidos Cristos magros, / enjoyados, cubiertos de heridas. Los exvotos, / las huecas procesiones. Son de cobres. Milagros / que nadie ha visto y todos aseguran, devotos.
Alberto Guillén

viernes, 24 de febrero de 2017

Vistillas

El Enemigo


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

En la vistilla de Palma triunfó el amor. Igual que en la vistilla de Vistalegre del otro día, con Pablemos, ese Macías puesto ahí por el marianismo para, a cambio de una nómina del Estado, tener metida en casa a la gente que antes iba a pegar voces a la Puerta del Sol.

Este runrún del amor se ve en cómo florecen los almendros y fungen (“fungir” es verbo muy Cebrián) los restaurantes. En el Monte caen los empeños porque en los bancos el crédito vuelve a correr.

En Sevilla, cuando la crisis, a un inquilino suyo que se quejaba del alquiler porque los gastos eran los mismos y los comensales cada noche menos, dijo Lopera:

Si la gente no sale a cenar no es porque no tiene dinero; es porque no tiene de qué hablar.

Dinero vuelve a haber, aunque sea prestado. Y para temas de conversación, ahí están los amores de las vistillas, sin desmerecer a ese Observatorio de la Ensaladilla Rusa de cuya existencia en Sevilla me entero por Rosa Belmonte.

En Madrid, por la plaza de toros, un bar de los 90 hizo su “sanisidro” ofreciendo en su menú “Ensaladilla CEI”, que no tuvo éxito, porque ¿qué clase de enemigo es algo que atiende por CEI?

El gran negocio de la Guerra Fría recuperó en seguida el nombre de Rusia, donde hoy sitúa al enemigo el progresismo mundial, de cuyo furioso macartismo no creo que se libre ni la ensaladilla rusa, a sabiendas de que sólo es una pose.

Si creyéramos en la Rusia que nos pintan los medios, haríamos cola para alistarnos en los centros de reclutas, si bien en una encuesta reciente sólo 16 de cada 100 españoles se mostraban dispuestos a empuñar las armas para defender España de una invasión. Hecha la salvedad, 16 españoles de cada 100 tomarían el Cetme, pero los otros 84 correrían al banco para confiar sus ahorros a la Otan de Trump, que anda, el hombre, como nuestro Felipe III, con imperio (trufado de moriscos), pero sin nación… y sin dinero para administrar la decadencia de tanta paz (“quietud”, decía nuestro rey).

Jueves, 24 de febrero

Valle de Esteban

Espera. Aquí, en la primavera, / todos los días, todas las noches, siempre hay toros.
Alberto Guillén

jueves, 23 de febrero de 2017

Segundo turno de octavos de Champions

Subasic, el extraño portero del Mónaco

Francisco Javier Gómez Izquierdo

     El protagonismo de la semana futbolera se lo ha llevado la derrota del Madrid -¡siempre Madrid y Barça!-, pero no era lo que tocaba. Tocaba el segundo turno televisivo de los octavos de Champions. El turno del, para un servidor, otro “tapado” -el primero es el PSG-  de la presente edición. El turno del Atleti. Cierto es que en Alemania encontró la inestimable e insólita colaboración de dos centrales (¡ay, ése Dragovic!) sospechosos de no estar en condiciones de resolver problemas atacantes de mínima enjundia, pero el Atleti estuvo serio como se espera de equipo curtido en desgracias inesperadas; afortunado en uno de esos arrebatos geniales del joven Saúl, el hermano de Aarón; rápido, hasta parecer eléctrico con la yunta Gameiro-Griezman; disciplinado como predica el general Simeone; solvente ante las imprevistas ausencias en defensa... y hasta fue capaz de responder con autoridad al tropezón entre Moyá y Savic. Me da que el entrenador Simeone se ha tomado muy a pecho ganar la Champions para el Atleti y está mentalizando de modo conveniente a sus jugadores en las batallas que  han de afrontar hasta llegar a la final.

     La noche del martes estuvo generosa en delirios defensivos que paren goles y entusiasman a los espectadores, pero tanto el entrenador Roger Schimdt en Leverkusen como Pep Guardiola y Leonardo Jardim en Manchester, seguro que tuvieron y tienen pesadillas ante la inestabilidad técnica y la falta de concentración de sus hombres en defensa. La eliminatoria entre Mónaco y City está en el aire, pero no creo que se decida tras una lección ofensiva de fútbol. Estoy más en la faena que pueden volver a liar... pongamos el portero Subasic o el central Stones a sus propios equipos. Si tuviera que apostar lo haría por el City, todo sea dicho.
     
El Sevilla, correcto y si no lo digo, reviento, un punto lento en momentos que se requería cierta viveza y había posibilidad de repartirla. Nasri es muy buen pelotero. Toca, parece pensar, ve, manda... y se contonea. A Nasri da gustó verlo jugar tal que contra el Spórting o el Español, pero cuando llegan las grandes citas a Nasri casi siempre se le espera. No es el caso de Vitolo o Sarabia, siempre prestos a lo que haga falta y colocados en el lugar estipulado por el míster, pero ¡ay! creo que Nasri no acaba de entender del todo los mandamientos del inquieto Sampaoli. El Sevilla pudo dejar resuelta la eliminatoria, pero una “desaplicación”, como nos decían antes los argentinos, del lateral Mariano, que hasta entonces había estado brillante, permitió a Vardy marcar un gol que espabila al moribundo Leicester de Ranieri, al que quizás tenga más cuenta ocuparse en salvar la categoría en su Liga.

    La Juventus ganó 0-2 en Oporto sin mayores sobresaltos, con ese papel que el fútbol le ha dado de gran dama y que hasta en la derrota permanece decorosa.  La culpa la tuvo el Pirlo aquél y  este Buffon, al que da la sensación se debe pedir perdón si se le gana. Tanto sea por mérito o por fortuna.

    Preciosa la semana de Champions, pero ya saben, el tema del debate está en la derrota del Madrid en Valencia donde, para más inri, el mejor fue Cristiano.

El lobo

Karl Popper

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

El tabarrón catalán es un juego de diálogo (“diálogo” quiere decir aquí “pasteleo”) y secretitos del que surge el federalismo batueco, que es aquel federalismo proudhoniano que, traducido por Pi, nos trajo las risas de la primera República, que, de contagiarse, es a donde iríamos a parar.
Popper tiene la teoría de que el lenguaje surge del juego: la utilización lúdica de los gritos de alarma conduce al niño por vez primera a la mentira. La historia del niño que grita “¡Que viene el lobo!” no es un cuento moral sobre la obligación de no mentir, sino la historia del nacimiento del lenguaje:

El lenguaje humano nace de gritar siempre en broma “¡Que viene el lobo!” siendo mentira. Entonces surge el problema de la verdad y con él la representación.
El lenguaje humano… y el federalismo batueco, donde de lobo hace el artículo 155 de la Constitución, que no da para suspender nada (como no sea a muchos juristas en Derecho), ni siquiera la Autonomía catalana, y que por eso, en nuestros juegos, sirve de lobo.

El 155 es una rueda de hámster, donde los poderes del Estado, que en España son uno, pueden estar dando vueltas hasta que San Juan baje el dedo: ahora te requiero, pues paso, ahora te compelo (¡qué verbo, compeler, para los caireles de Puigdemont, oh, justicia poética!), pues no me da la gana, entonces vas a ver mis instrucciones, lo forzoso y lo forzado, y así, hasta dar en el “hay que lavalo” de la Charanga del Tío Honorio.
Para que ahora el 155 nos valga de lobo (que meta miedo), antes ese artículo hubo de ser tabú (de hecho, nadie lo nombraba), pero ¿qué clase de Constitución era ésa que tenía artículos cuya aplicación era tabú?

Éste es el plan. Al considerarlo, se necesita una dosis del pesimismo que recomienda Scruton porque ayuda a señalar que ningún plan puede funcionar demasiado tiempo… si la gente es libre para desobedecerlo, y que todo plan cuya ejecución depende de la información que el propio plan destruye... fracasa.

Jueves, 23 de febrero

Valle de Esteban

Todo quieto: la vida es la calcomanía / de un tiempo antiguo y fuerte, ahora en agonía.
Alberto Guillén

miércoles, 22 de febrero de 2017

La política

El Sr. Kamprad, fundador de Ikea y mentor de la cultura política española


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Los disparates políticos que oímos en España son consecuencia de al menos cinco generaciones de españoles sin política.

La política es la lucha por el poder. El general ganó una guerra y eso le dio para gozar del poder sin disputa durante cuarenta años. Después vino el consenso, que es la negación de la política, pues sustituye la lucha por el reparto. La palabra que a los del consenso no se les cae de la boca es “diálogo”.

En el consenso, “dialogar” significa “negociar”. “Do ut des”. Y si la cosa se tuerce en Cataluña es porque el catalán, en contra de lo que se cree, no es buen tratante: si en un negocio la otra parte se lleva algo no le parece negocio. La solución, desde el consenso, es el disparate. 
¿Entonces la solución federal es un acuerdo confederal? –preguntan (¿pregunta groucho-saducea?) al jefe de la cultura del consenso durante cuarenta años.
Yo estoy por un modelo federal, no confederal –contesta el personaje–. Y todos los federalismos son asimétricos.
Ese personaje pasa por ser el custodio del legado cultural de Ortega, a quien una noche, como cuenta Camba, sacaron de la cama para llevarlo a poner orden entre los diputados de la República, unos energúmenos para quienes era lo mismo ensamblar las piezas de un puzzle, a fin de formar un cuadro, que coger un cuadro y hacerlo añicos, al objeto de crear un puzzle.

El lunes, en el Círculo de Bellas Artes, un orate socialista que tiene de la república la idea del felpudo de Ikea, llamó a montar la España federal como quien monta un sofá diseñado por el señor Kamprad.
Nadie en la España oficial sabe distinguir una confederación de una federación, y, por lo que dicen, la idea que todos manejan de esos conceptos tiene que ver más con Villar, el de la federación de “fulbo”, que con Hamilton, el de los Estados Unidos de América, que primero fueron confederación (cuyo fracaso los llevó a la federación). Hombre, puestos a copiarles la federación, ¿por qué no copiarles la democracia?

Miércoles, 22 de febrero

Valle de Esteban

España es un país de cartulina. España / aún hila sus vejeces, ¡metafísica araña!
Alberto Guillén

martes, 21 de febrero de 2017

La balada de Milo



Hughes
Abc

Nunca me interesó Milo Yiannopoulos hasta que vi los altercados en Berkeley. Y no tanto los altercados como las reacciones comprensivas con la violencia. Había leído algo, y sobre todo había visto algunos vídeos y no me parecía que fuera el Anticristo. Era un provocador en el territorio del Dogma Progre, la Double Penetration ideológica o trágala de nuestros días.

No creo que fuera un “Hitchens gay”, y eso que no me gusta Hitchens. Un amigo lo decía hoy: más bien un Boris Izaguirre. Pero tampoco. Milo quería, quiere dar una “guerra cultural”, una batalla ideológica. No sé, comparado con el nivel dialéctico de uno de las Jóvenes Generaciones del PP, o de un Sorayo Boy, el nivel era otro, la chispa era otra y la intención era otra.

(Actualización para gente muuuuy pesada: el referir, contar o preocuparse sobre esta supuesta -y algo rimbombante- “guerra cultural”, no es darla uno mismo. Aquí sería imposible librar una guerra cultural de ningún tipo, en el caso muy remoto de que uno tuviese el interés de emprender semejante epopeya.)

Mi interés por Milo fue creciendo cuando vi las reacciones a su invitación al programa de Maher. Gente adulta, “piriodistas” se negaban a aparecer en el mismo plató. Maher me encanta, aunque es insufrible, y no cedió. Ahí empezó a interesarme el asunto. Vi el programa para contarlo en la columna de tele y noté varias cosas. Milo estaba nervioso, y se deshacía en mohínes. Soy heterosexual (maccio, ma non fanático, que decía aquel tenor), pero me pareció guapo y simpático. ¿Este tío es Hitler? Lo hablé con un amigo, al que también le parecía guapo. Oye, igual lo del trumpismo se nos va de las manos… El caso es que Maher hizo una cosa extraña: chistes sobre la homosexualidad o el aspecto de Milo. Bonito mecanismo. Como Milo renuncia a la corrección política, Maher se permitía lo mismo. Se liberaba. Milo provoca una especie de “¡Libérate!” general en la izquierda. Es un Titi libertario.

Esto se ha amplificado en las horas siguientes. Se ha activado una especie de campaña de muerte civil a partir de su aparición en el programa de Maher. Y es relevante que se utilice para ello el argumento de la pedofilia. Antes que nada, no es descabellado pensar que el ataque venga desde la propia gente de Trump, aunque parece más bien del sector conservador de los Republicanos en alianza con los demócratas. El resultado es una extravagante y decimonónica campaña de desprestigio a un gay por hablar con matices sobre la sexualidad adolescente y sobre su experiencia como víctima del abuso. Tenemos un vídeo editado, y además una rápida respuesta de Yiannopoulos al respecto. Pero no hay nada que hacer: se le cancelan publicaciones, se le veta en actos, se convierte ya definitivamente en un proscrito.

Pero el resultado es asombroso. De la derecha moral se espera, pero ¿y la izquierda? ¿Acaso es ajeno a la moderna pedagogía negar el impulso sexual en un menor de edad? Coulter, una de las pocas en no abandonar al personaje, tuiteaba hoy sobre las campañas de reparto de condones a adolescentes de 13 años. Nada que nos vaya a sorprender. Lo que se extiende sobre Milo es algo que uno no pensaba que vería ya: la censura a un gay con la acusación de pedófilo. Es el argumento clásico de la homofobia, extendido… ¡por parte de la izquierda americana y por tanto de la europea!

(Nota a este respecto. La condición de absoluto eco de la prensa europea es deliciosa. Lo estamos viendo a propósito de la reciente valoración de la Administración Trump como soberano “caos”. De forma rítmica, como gimnastas coreanas, las grandes cabeceras pasan del “nazismo” al “caos”, que no es exactamente lo mismo)

Un admirado periodista me decía hoy que el término represión es muy fuerte. Vetar la presencia de alguien, prohibirle la entrada en recintos universitarios, prohibirle la expresión de sus ideas, impedir sus libros, sus conferencias… ¿qué nombre tiene? El mundo “ideológico” (que no merece tal nombre) alrededor de Trump ha sido acosado desde el inicio. A Bannon le han acusado de leer, como suena. Ha habido páginas del NYT sobre sus lecturas. Esto es absolutamente fascinante. En general, parece que estamos en un Diez Negritos del trumpismo mediático. Ahora le toca a este poco discreto propagandista, que estaba empezando a convertirse en una estrella nacional. “A flamboyant gay”, contra el que no han podido sino recurriendo a algo muy viejo: la acusación de pedófilo.

He leído textos de como mínimo quince escritores detallando con mucho gusto las penumbrosas zonas del eros adolescente. Algunos son celebrados referentes morales y estéticos en España. Por no hablar de algunos directores o actores de cine. De las cosas asombrosas que estoy viendo (repitan: invivibles) ésta no se queda atrás: una campaña de destrucción civil de un homosexual con la acusación de pedófilo. Tiene algo de XIX, de Reading simbólico en la red. Es eso tan repulsivo que siempre se ha oído sobre los gays: corruptores de menores.

Pero lo curioso es que, como ocurrió en pequeña escala en la entrevista con Maher, Milo no recibe el apoyo de “su comunidad”. Nadie ha reparado nunca en la homofobia de los ataques contra este hombre y, de alguna forma, se ha quedado desprotegido por los dos lados. Es interesante lo selectivo y asimétrico de ciertas categorías. Esto es un ejemplo vivo que da la razón al personaje, incluso a Breitbart, cuyo pensamiento más elaborado creo que iba sobre eso: la asimetría de las categorías y niveles de discusión de la izquierda americana.

Nazi y pedófilo. Alguien a quien sólo por hablar le llaman todo eso tiene mis simpatías instintivas.

(Nota necesaria dado el nivel de la tropa: no es necesario estar de acuerdo con todo lo dicho por Milo sobre sexo y menores de edad. Pero eso no es cometer un acto de pedofilia, ni defenderla. Lo que hace es bromear y darle un sentido a su propia experiencia del abuso sufrido. Alguien ha dicho, y no sin razón, que los ataques le están victimizando doblemente. Estos son aspectos en los que no es necesario entrar. También debe verse el vídeo completo, en el que él, tras su parapente intelectual sobre tan peligroso asunto, acaba volviendo al marco legal de la edad de consentimiento. Toma riesgos, riesgos “conceptuales” muy serios pero… eso no es un crimen de pedofilia. Por eso no habrá consecuencias penales, sino ajusticiamiento civil).



Tres jueces

El juez Corral, pintado por Velázquez

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Al oír hablar en la calle de justicia, me vienen a la cabeza los tres jueces de D. Rodrigo Calderón, cuya muerte “fue la que vivió, y su vida no fue más que su muerte”, en palabras de Quevedo nuestro señor, quien, preso en su Torre de Juan Abad (¡la “Trump Tower”!), escribe “en el fin de una vida y en el principio de otra, de un monarca que acabó de ser rey antes de empezar a reinar y de otro que empezó a reinar antes de ser rey”.

El pésimo cuadro de las costumbres públicas en lo que va del tercer Felipe a Felipe IV está en los “Grandes anales de quince días”, donde Quevedo sorprende el instante en que gira la rueda fatídica y los cortesanos de presa, como los llama Alfonso Reyes, van y vienen, enloquecidos, las pasiones al descubierto.

Felipe III manda a procesar a D. Rodrigo, prendido el 20 de febrero de 1619 en Valladolid por corrupción: tratar en las piedras de barberos y cobrar por las bulas de la Cruzada son sus medros, más hechicería (pasándole un alfiler por el pecho a alguna de sus muñecas mágicas) en la muerte de la reina, muerta, dice Quevedo, “de abreviada y no de enferma, y que de su fin tenían más culpa los malos que los males”.

Sus tres jueces son Corral, el bueno, que se conforma con la prisión y tormento; Contreras, el malo, que propone la degollación (“degollado por la garganta, hasta que muera naturalmente”); y Salcedo, el del consenso, que con su voto resuelve el empate en favor de la muerte. Los defensores Mena, Molina, Cueva y Tripiana sobran.

El pueblo, que odiaba en D. Rodrigo la representación de un régimen, se arrepiente ante la grandeza de D. Rodrigo en la desgracia. El camino desde su casa en la calle Ancha de San Bernardo hasta la plaza Mayor es una fiesta popular.

 ¡Populismo! ¡Antipolítica! (“Populismo” y “antipolítica” fueron –son– las formas franquistas de llamar a la democracia).

Por detrás no, amigo –dice D. Rodrigo al verdugo en el patíbulo–. No me han castigado por traidor.

Qué hombre.

Martes, 21 de febrero

Valle de Esteban

Luego sentía a España como una paloma / desecada en un cuadro y pegada con goma.
Alberto Guillén

lunes, 20 de febrero de 2017

Proteccionismo cerebral


Hughes
Abc

Contra casi todo, en España se maneja un discurso parecido. Ya sea la izquierda de Podemos, la izquierda desesperada de Sánchez, la natural rechifla ante el caso Noos, el nacionalismo, los movimientos contrarios a esta integración europea, las formas que adopta la derecha en el continente, o, finalmente, la titánica proeza de Donald Trump… De casi todo lo que no sea, estrictamente, marianismo institucional (en coalición con la arquitectura progre que el PSOE muriente de González-Guerra dejó y que él hereda, vía sorayismo) se dice lo mismo: es populismo. Todo es populismo.

Y entre los argumentos, sin matiz y sin distinción, que se aportan, es habitual hablar de internet. Se habla de los efectos políticos de la tecnología con auténtico espanto. Como si hubiera una academia socrática o algún circulo de Viena (de la cafetería Viena) arrasado por los bárbaros opinadores. Esto en España es muy marcado entre los opinadores salonards, que detentan las columnas y la opinión desde tiempos inmemoriales (bueno, inmemoriales no, desde el tardofranquismo y desde el postfranquismo giróvago).

Internet y las redes sociales probablemente estén acabando o transformando de un modo definitivo las empresas periodísticas, pero ése es otro tema. Lo que me asombra y no dejo de escucharlo, incluso desde tribunas, así llamadas, liberales, es el argumento contra democratización de la opinión, de la información, etc. Esto no es malo, no puede serlo de ninguna manera. Y si lo fuera, hay que asumirlo porque es expresión de la libertad económica. De Twitter y las redes sociales me llama la atención lo rápido que reproducen en la red lo que tenemos fuera. Creo que el fenómeno de la tertulia tiene su reflejo en la chupipandi cibernética. Es como su espejo. Son redes solidificadas, antilibertarias, duras. Poco plásticas. Pero siendo así, y siendo inequívocamente español el resultado sectario que ha deparado nuestro uso de internet, bendito sea.

Los argumentos elitistas en España suelen ser mantenidos por gente de un nivel inexplicablemente bajo. Con la perpetuación de ese punto de vista anacrónico, España se va a convertir en un búnker postfranquista, y la derecha española en una anomalía europea. No se puede ir contra la democracia anglosajona, ni contra la expansión de la tecnología. Cualquier ser humano que se tenga por liberal o propenso al liberalismo, ha de aceptar esos dos elementos. Estoy enamorado de la fea palabra “disrupción”. Por trumpiana y por schumpeteriana. Recordarán: el proceso de crecimiento económico lo explica la creación del empresario creativo. Toda innovación destruye. Todo negocio emergente acaba con otros.

La disrupción es parte del proceso de la libertad económica y debería serlo de la política. Me hace gracia lo que leemos en España. Contra cualquier propuesta bilateral, o cualquier retoque a la globalización de tipo arancelario que propone Trump, surgen voces llamativamente agudas: ¡Autarquía! ¡Autarquía! Los que aquí en España se escandalizan por una medida proteccionista en el comercio del latón, proponen algo mucho peor: proponen el proteccionismo intelectual, cerebral, la barrera de entrada neuronal, la democracia de los salones, la colusión político-periodística. La ruina democrática (que en España toma la forma oculta y creciente de deuda y de gap educacional) y la crisis del periodismo, condenado al mortecino papel de suplemento del BOE.

Si populismo es democracia americana, democracia inglesa, representación política de las clases bajas, integración, internet a tutiplén, combate de la inteligencia, alternativas morales, free speech, y humildad política, entonces sí, viva el populismo.

El caño y la trinchera


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El espíritu del Bernabéu, y esto lo tenemos visto (y dicho) más de una vez, es el espíritu de Las Ventas del Espíritu Santo, o sea, un espíritu importante, como se dice de las faenas de Julián López, el torero de San Blas a quien el ministro Méndez de Vigo (hay quien le llama Méndez de Lugo) ha distinguido con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes que un día sirvió para distinguir, por ejemplo, a Rafael de Paula.

    –Arte –decía Rafael de Paula el otro día en la presentación de un libro de su hijo en Sevilla–, en el toreo, es lo de Cagancho, lo de este señor (Curro, que estaba allí) y lo de mi menda lerenda.
   
Mi menda lerenda es Rafael de Paula, que ahora, por una fantasía ministerial, comparte Medalla con López, que es como si Cristiano Ronaldo compartiera Balón de Oro con el Tato Abadía.
   
Pero ¿sabe de arte el público del Bernabéu?

    Lo mismo que el público de Las Ventas.

    En Las Ventas y en el Bernabéu el arte es una pose (un postureo), que se queda en el detalle. Ese detalle en los toros es el pase de trinchera, y en el fútbol, el regate con caño, como el que Cristiano hizo a David López el sábado a la hora de la siesta.

    Cuando en Las Ventas un torero se bloquea y no sabe qué hacer, pega una trincherilla (pase de adorno, sin más) y convierte el runrún de desaprobación de la gente en un “¡Ooohhh!” popular, de pueblo sensible al que le ha sido dado ver un prodigio artístico.

    –¡Elástica con caño, no le digo más! –exclaman los “hestetas” de la “hestética”.
   
Definida por su libelista, el malagueño Juan Luis Romero Peche (¡paisano de Isco!), la “hestética” es un fenómeno de desvarío colectivo con reveladores matices de respeto (mal entendido), incultura (bien aprehendida) y elitismo (que ni se entiende ni aprehende, pero se ejerce con demagógico machamartillo).

    –El “hesteta” considera “artístico” a todo lo que procede de lo que sin rubor se denomina “expresión de sentimientos”.
   
Que, en efecto, El Juli pegara un pase de trinchera (yo no le he visto ninguno) llevaría al espectador de Las Ventas a pensar que ese hombre tiene corazón, y un corazón enamorado, igual que el sábado, con la elástica con caño de Cristiano, todo el Bernabéu estalló (¡del caño al coro!) en una locura de alegría desatada al confirmar que su ídolo no es una máquina de goles o un reloj cartesiano de bicicletas, sino… un artista.

    –¡Ese hombre es un artista!
   
En el museo del madridismo posmoderno, entre la palanca de Zidane y el aguanís de Raúl, figura ya la elástica de Cristiano.

    El aguanís de Raúl era una muletilla, su forma de decir con el balón “bueno” y “¿no?”, que son las dos únicas palabras que se le escapan a Raúl. (Cada vez que dice “bueno”, una bendita ánima es liberada del Purgatorio, pero cada vez que dice “¿no?” esa bendita ánima vuelve a ser encerrada.)
   
En cuanto a la palanca de Zidane (la palanca de Glasgow), su principio es sencillo y fácilmente comprensible: tan sólo depende de las posiciones del fulcro (el punto de apoyo que pedía Arquímedes, al que los enciclopedistas colocaban en el pódium de la excelencia al lado de Homero, para levantar el mundo), la fuerza y la resistencia. Es el principio transmitido por Zidane a Casemiro, que culminó su demostración con su gol al Nápoles.




TENER UN PLAN

    Busquets, el mediocentro del Barcelona (y de España), para explicar el 4-0 de Champions en París a manos del PSG, dijo: “Al menos ellos tenían un plan”. Pero ¿no eran estos los del tabarrón con que un equipo grande no depende de nadie, porque lo que cuenta es su propio estilo y sale a imponerlo? Ahora resulta que toda la fenomenología del espíritu que constituye el tiquitaca se desmorona porque un adversario, siendo más modesto, tiene un plan. El plan de Unay Émery, entrenador del PSG, era ganar al Barcelona por 4-0, y lo llevaron a cabo. Pero Luis Enrique, entrenador del Barcelona, no tenía un plan: tenía unos futbolistas campeones tan mastuerzos que ante un contrario que quería meterles cuatro goles no sabían que ellos debían evitarlo. Puestos a tener planes, el Madrid podría plantearse el plan de ofrecer al Barcelona el Bernabéu para jugar la vuelta de París.