@realmadrid
Hughes
Pura Golosina Deportiva
He vuelto a ver el partido tarde. Me siento ahora a perpetrar y no sé si Alonso sigue o no sigue o si una nueva filtración anuncia próxima fecha para decapitaciones. Pero la sensación es que ya ha encontrado algo.
La línea de San Mamés se siguió en Mendizorroza. El equipo ha sufrido, sufre y sufrirá pero en este vía crucis le ha ido dando una forma. La vía del sufrimiento es la mejor.
Sigue el 4-4-2 defensivo. En Vitoria corrieron seguro ocho. El equipo volvió a estar junto a una altura media, compacto. El 4-4-2 defensivo es orden básico.
En ataque una salida con defensa de tres: Tchoauméni entre centrales, y por delante, cuatro: los laterales y en el centro, paralelos, Bellingham y Güler. Y ahí pasaron dos cosas:
1. La salida de la pelota mejora. En otros momentos, fue Güler el que bajó entre los centrales abiertos a dar el toque de apertura.
2. Bellinghm y Güler tuvieron unos minutos muy buenos de construcción. Güler más en corto, Bellingham haciendo oscilar la jugada. “Kroosificaron” el juego y en esos minutos se alcanzó un ataque metódico contra el llamado bloque bajo. El Madrid supo construir un juego oscilante, paulatino, paciente sobre la “kroosificación” de los dos, con escalonamiento: gente detrás, gente en las bandas, gente delante.
Además, el equipo corre, sufre para correr, se nota incluso su insuficiencia, su no llegar, su querer llegar, y Alonso lo vive en la banda consumiéndose y moviendo los brazos para juntarlos. No tienen sus movimientos la elegancia conseguida, de Miyagui o Nureyev, de cuando los hace Guardiola. Lo suyo es una experiencia agonal.
Hay evoluciones personales y esto pasa cuando hay vida, cuando hay diálogo, pensamiento, conjetura: la hubo de Güler; la hay de Bellingham, la hay de Rodrygo, que repotencia el ataque...
Y el problema con los jugadores no se percibe: Bellingham corrió más que nunca y jugo con sentido en el mediocampo. Él personifica el trance agonal del Madrid de Alonso. Corre para cumplir con la línea de cuatro, y salió de ella con más cuidado, más mediocampista y lanzador claro de Mbappé. Solo al final pisó el área.
¿Valverde? Jugó de lateral derecho y luego de izquierdo. Dos tazas.
Rodrygo vuelve hecho un Amavisca y el Madrid encuentra ahí una joya.
Y Vinicius, que estaba fatal, pasa de 0 a 100 justo tras el empate del Alavés, cuando pintaba fúnebre para Alonso. Primero asistiendo a Rodrygo con casta y clase, luego provocando un penalti de una claridad tal que su no señalización hace enloquecer.
Vinicius luchó como un jabato al final y se responsabilizó personalmente del partido cuando peor estaba. El abrazo a Alonso es hacerlo gráfico: explicarlo para tontos.
(Vinicius es el nervio y un límite, una rabia, un carácter. Conectar con él es fundamental. Esperar su trance. Es el médium con la experiencia extrasensorial del Madrid. La mezcla de excepcionalidad técnica y psicología combativa exigen paciencia, mano izquierda de torero, seducción)
El Madrid ya tiene cara y ojos. El Madrid de Alonso ya es. Entre varapalo y ultimátum, lo ha encontrado. ¡Eureka!
Lo mejor es que su ataque en 3-4-3 consigue solucionar uno de los problemas estructurales. La llegada de Mbappé había dejado tres atacantes y un centro del campo adelgazado. Sin quitarlos, manteniendo a los cracks, el equipo invierte un poco su forma, se amplía en la media con ese esquema que no es un trampantojo, no es un engaño visual.
Esto, a mi juicio (bien es verdad que muy humilde), es fundamental.
El 4-4-2 en defensa establece unos mínimos éticos: al menos ocho corren.
El 3-4-3 arregla un poco la salida y recompone las proporciones perdidas con la llegada de Mbappé. Ojo a lo que vimos en Mendizorroza: cuando el centro lo ocupan Güler y Bellingham se puede atacar metódicamente el bloque bajo (Arda como número 12, como lanzador concreto de Mbappé pero sobre todo como especialista para los bloques bajos)
El gol se consigue a menudo en zarpazos, a la contra. Contras más largas, contras más cortas. El Madrid da unos pasos atrás, se encuentra con su ser contragolpeador, con su identidad última. Reconecta con ese yo y reconstruye tejido vivo... llega la sangre.
Si a esto se añade la evolución de los jugadores (arcos dramáticos, desarrollos) y la sintonía con las figuras, se puede hablar ya de un principio de obra conseguida en el Madrid.
Xabi Alonso ya tiene cosas, hallazgos, formas. Ya tiene el equipo.