jueves, 24 de abril de 2025

Hughes. Getafe, 0; Real Madrid, 1. Güler asoma la patita


@realmadrid


Hughes

Pura Golosina Deportiva

 

Por fin vimos a Güler de medio organizativo. A veces incluso muy atrás, en los nacimientos de la jugada, donde brota de entre las rocas (los centrales).


Ancelotti elogió a Güler al final del partido (lo vi en diferido y perpetro a altas horas). Tiene calidad, pero es débil en los duelos, dijo. Hum. ¿Más débil que el Modric actual? Porque Modric la última vez que me crucé con el dato ganó un 20% de los duelos, mientras que Arda ganó en Getafe más de la mitad.


Por supuesto, Güler no está todavía. No del todo. Incluso en los pases le falta un puntito de seguridad. Aún se la juega demasiado, su mediapunta todavía se impone al mediocentro. Lo ideal será que el mediapunta siga intacto bajo el yugo del otro, no que desaparezca. Es difícil esto: se tiene que someter sin perder frescura (cosa que sabemos cuesta).


Esto es remediable, alcanzable, pero se ha perdido un año. ¿Podría ser Güler un medio para jugar contra un Arsenal? Tiene más imantación de pase, de toque, más magnetismo zurdo que Odegaard. Está por ver su resistencia, su concentración, su abnegación, lo afilado y sobre todo lo constante de su inteligencia.


El mediocentro tiene que tener concentración de tenista.


La primera parte, adornada además con el gol (de sorprendente derechazo) tuvo su momento álgido cuando pisó la zona de Kroos. Ahí se levantó o quisimos imaginar un rumor. No sólo estaba bajando mucho. También cruzaba el campo con la libertad del que manda en el campo. Estaba saliendo de la banda. Estaba saliendo de la equivocada demarcación del extremo diestro, que le quita más que le da. Escoltado por Valverde y Tchouameni, pisaba a placer.


En esos minutos, cuando su zurda mandaba sin titubeo, sin esa milésima de regalo a las musarañas que incluso tiene el mejor Ceballos, la fantasía se iba a imaginarlo conectar con Bellingham.


¿No era esa la posibilidad inicial de esta plantilla: un 4-2-2-2, con dos pivotes por detrás y ellos repartiéndose la mediapunta -la parte o el tiempo creativo del mediocampo-?


Seguro que Arda estaba verde, pero Ancelotti pudo hacer algo más.


También con Endrick, que pudo marcar su gol estadístico. Futbolísticamente se lo ganó. Controló, se aquietó y supo montar la pared con Vinicius. La dibujó por la impronta de su arrancada. Demostraba ahí ser imaginativo, combinativo. No es un simple nueve rematador. Cerca del gol imagina rápidamente lo posible, moviliza sus recursos con urgente inteligencia, como se supone haremos cuando estemos ante el tigre, el incendio, el ladrón o el liberalio demenciado.



El goleador coyuntural


El  antimadridismo estructural

Pemán

En el Rocío



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural 


Corre el rumor de que a Bono, cuyo padre fue falangista –“y yo no soy peor que mi padre”–, le ha dado por corregir en los himnos militares versos de Pemán. Y, a este paso, que se prepare Calderón, porque, al parecer, lo primero que Bono se lleva por delante es el nombre de Dios.


A todo esto, usted, que hace versos, ¿por qué no le hace una letra a la Marcha Real? –le dijo un día Franco a Pemán.


El general no quería que le pasara lo que a un almirante nuestro en unas maniobras en el Japón, y fue que a la hora del brindis, a falta de una letra, a los sones de la Marcha Real no tuvo más remedio que desgranar el “Corazón Santo, / Tú reinarás...”


Los himnos no se “componen”, mi general –contestó cucamente Pemán–. Tienen que llevar sobre sí una carga de tradición y de inconsciencia.


Bueno, la inconsciencia ya la tenemos: la del hijo de Pepe, el de la tienda. Ahora sólo necesitamos la tradición... y un poeta.


La pista de la tradición se la dio Foxá a Millán Astray, que le había pedido para una arenga un buen adjetivo para “ejército”. “Invicto”, contestó Foxá, “porque como se ha pasado la vida peleando medio ejército con otro medio, nunca ha podido ser vencido del todo”. Y hasta Franco, quien, según Pemán, se había librado de ser fascista por ser mal orador, acabó un día, por culpa de las citas de Foxá, hablando ni más ni menos que en versos de pie quebrado. Foxá le había deslizado en el discurso la manida cita “cómo a nuestro parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor”, y en la secretaría del general, al repasar el texto, tacharon “como dijo Jorge Manrique”.


En cuanto al poeta, ¿qué le parece a Bono el nieto del abuelo que fue picador allá en la mina? Su oda al Caudillo todavía pone los pelos como escarpias, y le vendría como un guante al presidente Rodríguez, si quisieran cantársela los marineros de la “Alvaro de Bazán” en Iraq. Dice así: “Hay un país / que la guerra marcó sin piedad. / Ese país / de cenizas logró resurgir. / Años costó / su tributo a la guerra pagar. / Hoy consiguió / que se admire y respete su paz. / No. No conocí el azote de aquella invasión. / Vivo feliz en la tierra que aquél levantó. / Gracias le doy / al gran hombre que supo alejar / esa invasión que la senda venía a cambiar. / Otros vendrán / que el camino no habrán de labrar. / Él lo labró. / A los otros les toca sembrar. / Otros vendrán / que el camino más limpio hallarán. / Deben seguir / por la senda que aquél nos marcó. / No han de ocultar / hacia el hombre que trajo esta paz / su admiración. / Y, por favor, / pido... / siga esta paz.” 

De Hamilton a Trump (Todo lo que los liberalios ignoran de los aranceles y no se atreven a preguntar)



Javier Bilbao


Uno nunca deja de sorprenderse con la manera en que la esfera pública española, el ágora mediática que nos desinforma puntualmente, la opinión publicada que orienta la voluntad popular (es un decir) se asoma a aquello que ocurre fuera de nuestras fronteras. Tal vez se deba a que hemos interiorizado que tenemos bien poca soberanía, de manera que se puede soltar cualquier disparate sin miedo a las consecuencias, como quien le grita airado a la tele durante un partido sabiendo que en realidad nadie arrancará tal o cual parte del cuerpo a aquel jugador. Columnistas, tertulianos y tuiteros se lanzan a declarar la guerra a cualquier país bien sea una superpotencia nuclear o algún otro que apenas logran ubicar en un mapa, establecen paralelismos indolentes entre problemas internos españoles y conflictos étnicos a miles de kilómetros y sentencian que no queda otra que derrocar ese gobierno y aquel régimen con una ligereza que hubiera pasmado a Kissinger. Las relaciones internacionales deben regirse en función de una variable fundamental: hay países que nos gustan y otros que no. El escenario mundial como una Eurovisión que incluya a todos los continentes, aparta Mearsheimer y que vuelva Uribarri, que él si estaba al tanto de la cosa diplomática.


Así que recientemente hemos descubierto que Ho Chi Minh no era otra cosa que el Franco vietnamita, pues nada hay en este planeta que no pueda españolizarse —quizá vestigio de nuestro ímpetu conquistador—, aunque por su vehemencia detengámonos a continuación en las reacciones locales a la política arancelaria de la nueva administración estadounidense. La explicación más extendida entre nuestras eminencias es que Trump ha armado tal zapatiesta porque 1) es tonto y 2) es el Sánchez de la Casa Blanca, y a ella se ha respondido exigiéndonos a todos su «condena», como si el deber de aquel fuera mirar por los intereses españoles y le bastara oír nuestras críticas para rectificar apresurado. Se me ocurre entonces, como alternativa, que podríamos tratar de rastrear los precedentes históricos de esa decisión en EE.UU. y ver qué podríamos aprender, para hacer nosotros lo mismo en lugar de quejarnos porque los demás no miran por lo que nos conviene. Una tarea en la que nos ayudará Marcelo Gullo, autor que lleva unos años reivindicando con pasión a España y a la Hispanidad, pero del que también son dignas de tener en cuenta otras dos obras que tomaremos ahora como referencia: La insubordinación fundante, breve historia de la construcción del poder de las naciones e Insubordinación y desarrollo, las claves del éxito y el fracaso de las naciones.  


Nos cuenta Gullo que la razón de la prosperidad y la primacía mundial de Estados Unidos se haya en sus mismos orígenes pues fue «el primer Estado en insubordinarse ideológicamente contra la doctrina económica hegemónica que Inglaterra presentaba como una ‘teoría científica’» refiriéndose con esto al libre comercio defendido por Adam Smith, que en realidad solo beneficiaría a quien ya tiene una competitiva industria asentada y perjudica al que aspira a salir del subdesarrollo. Por ello los aranceles a las importaciones y los subsidios a la producción propia, según el contexto del que se trate, podrían ser beneficiosos para quien los aplique. Para entenderlo debemos remontarnos a comienzos del siglo XVIII, cuando Gran Bretaña protegía dos industrias que consideraba de un gran valor estratégico como la textil y la siderúrgica, prohibiendo que en las colonias norteamericanas se establecieran fundiciones, así como que exportaran productos textiles a otras colonias o a la propia metrópoli.


Según escribía a Londres Lord Cornbury, gobernador de Nueva York entre 1702 y 1708 y pionero del travestismo: «Poseo informes fidedignos de que en Long Island y en Connecticut están estableciendo una fábrica de lana, y yo mismo he visto personalmente estameña fabricada en Long Island que cualquier hombre podría usar. Si empiezan a hacer estameña, con el tiempo harán también tela común y luego fina; tenemos en esta provincia tierra de batán y tierra pipa tan buenas como las mejores; que juicios más autorizados que el mío resuelvan hasta qué punto estará todo esto al servicio de Inglaterra, pero expreso mi opinión de que todas estas colonias deberían ser mantenidas en absoluta sujeción y subordinación a Inglaterra; y eso nunca podrá ser si se les permite que puedan establecer aquí las mismas manufacturas que la gente de Inglaterra; pues las consecuencias serán que cuanto vean que sin el auxilio de Inglaterra pueden vestirse no sólo con ropas cómodas, sino también elegantes, aquellos que ni siquiera ahora están muy inclinados a someterse al Gobierno pensarían inmediatamente en poner en ejecución proyectos que hace largo tiempo cobijan en su pecho».


A medida que fue incrementándose el peso demográfico de las trece colonias las restricciones económicas fueron haciéndose cada vez más asfixiantes, pues ya para 1763 su población equivalía a un cuarto de la inglesa, lo que avivó los deseos revolucionarios. El propio estallido de la Guerra de la Independencia, al interrumpir el flujo de mercancías con la metrópoli y facilitar que se promoviera por los gobiernos locales la producción de armamento, ya supuso un salto en el desarrollo industrial estadounidense. Impulso que fue más pronunciado cuando George Washington nombró en 1789 como secretario del Tesoro a Alexander Hamilton, un intrépido revolucionario de 32 años que, como no escuchaba a locutores de radio liberalios, era consciente de que la incipiente producción manufacturera nacional necesitaba subsidios para despegar y un mercado autóctono protegido ante la competencia extranjera.


Así que desde ese mismo año se instauraron aranceles desde el ron hasta a los zapatos y se favoreció a la industria naval, concediendo descuentos a los derechos de importación de aquellas mercancías transportadas en barcos de fabricación y propiedad estadounidense, que en consecuencia pasaron a ser desde el 17,5% hasta el 93% de todo lo que entraba en el país en 1810. Las importaciones se interrumpieron de nuevo en 1812 con la segunda guerra contra Gran Bretaña, lo que disparó el proceso de industrialización. Esto permitió ir definiendo dos polos antagonistas dentro de EE.UU.: los Estados manufactureros del norte, nacionalistas y proteccionistas, frente a los Estados del sur, librecambistas y anglófilos, centrados en la producción agrícola que deseaban comerciar con la antigua metrópoli, vendiéndoles su algodón e importando sus productos industriales más baratos y de mayor calidad que los del norte.


Sucesivos tira y afloja entre ambas facciones culminaron en 1857 con una reducción drástica de los aranceles que pusieron al norte contra las cuerdas: su respuesta pasó entonces por abolir la esclavitud. Segaban así la hierba bajo los pies sudistas, acabando con su sistema económico. Antes que tolerarlo, los Estados del sur optaron por la secesión y la guerra, haciendo oídos sordos a aquella sabia advertencia del personaje de Clark Gable.


Esta exposición de la situación nos deja clara que la derrota era inevitable, pese a que recibieron de forma indirecta el apoyo británico (no quiso implicarse abiertamente por miedo a perder Canadá). Una vez se produjo, la política arancelaria se incrementó considerablemente, manteniéndose y ampliándose década tras década. Es significativo que Ulysses Grant, uno de los generales yanquis que logró la victoria, explicara ya en 1897 que: «durante siglos Inglaterra ha usado el proteccionismo, lo ha llevado hasta sus extremos y le ha dado resultados satisfactorios. No hay duda alguna de que a ese sistema debe su actual poderío. Después de esos dos siglos, Inglaterra ha creído conveniente adoptar el libre cambio por considerar que ya la protección no le puede dar nada. Pues bien, señores, el conocimiento de mi patria me hace creer que, dentro de doscientos años, cuando Norteamérica haya obtenido del régimen protector lo que este puede darle, adoptará, libremente, el libre cambio».


Augurio que no tardó tanto tiempo en cumplirse, pues si bien en las primeras décadas del siglo XX los aranceles estadounidenses continuaron incrementándose, el final de la 2ª Guerra Mundial trajo consigo un nuevo orden económico internacional, donde Estados Unidos ahora sí estaba en una posición dominante en la que el libre cambio le convenía. De esa manera, concluye Marcelo Gullo: «Estados Unidos pudo convertirse en un país industrial mediante un arduo trabajo de insubordinación ideológico-cultural y la República estadounidense ganó su verdadera independencia económica en los campos de batalla de Gettysburg. El proceso de insubordinación ideológico-cultural se manifestó en el enfrentamiento entre el liberalismo ortodoxo y el liberalismo nacional».


Sólo queda señalar que así ha venido siendo hasta hace unos años, cuando el proceso de deslocalización de factorías hacia países con mano de obra más barata ha ido convirtiendo poblaciones y regiones antaño prósperas en páramos de óxido y fentanilo, donde el sector servicios ha absorbido solo parcialmente esa mano de obra —y en condiciones más precarias— mientras que, de forma simultánea, ha servido a China para ascender creando su propia industria cada vez más autosuficiente, sofisticada y competitiva. Es en este punto cuando Trump ha recurrido de nuevo a la política arancelaria, pese a soliviantar con ello a numerosos analistos españoles, que lo han tildado de inmediato de patán ignorante y atrevido… por replicar aquello que a su país le ha funcionado tan bien desde sus mismos orígenes.


Leer en La Gaceta de la Iberosfera 

Jueves, 24 de Abril

 



El pisito

miércoles, 23 de abril de 2025

En la muerte de Agustín Camacho

José Ramón Márquez


Con cada aficionado que desaparece, la Plaza se empobrece un poco. La seriedad de Madrid no es cosa de un tendido, sino de un estado de opinión sostenido por diversos aficionados que se sientan a lo largo de sus diez tendidos, de sus gradas y sus andanadas y que a gritos o en silencio sostienen la severidad en el juicio, la insobornable afirmación de unos principios aprendidos en los largos años de la afición y la justedad en el halago o la censura. En el día de hoy la Plaza de Toros de Madrid y todos los que le hemos frecuentado hemos perdido a un gran aficionado del tendido bajo del 8, Agustín Camacho, que a sus noventa y cuatro años ha partido a reunirse con el Padre. Químico de profesión y manchego de Aldea del Rey, frecuentó junto a su padre, veterinario, las plazas manchegas, de las que se le quedó impregnado el olor a la cal húmeda con la que se enjalbegaban las tapias de las Plazas pueblerinas. Gallista de convicción, adoptó esa sublime marca de calidad como aficionado que es «ser del que lo hace», y el que lo hizo fue Domingo Ortega o fue El Cid y lo que se hizo fue cargar la suerte o salir a despachar al toro portando el estoque de verdad en vez del simulacro.  En la «Teoría del Toreo» de Amós Salvador vio bien representado su estilo de afición. En esta temporada se había sacado también un abono en la Andanada del 9 «que es donde se ven bien los toros y es donde empecé», me dijo, y ahí nos saludamos por última vez el Domingo de Ramos, con su habitual sentido del humor y su franca sonrisa, que no eran otra cosa que la expresión de su hombría de bien, de su inteligencia y de su curiosidad, que le llevó a sacarse otra licenciatura a la edad de 80 años por puro amor al conocimiento. Nos despedimos para vernos en San Agustín de Guadalix, en la feria del Aficionado, y la Providencia ha dictado que contemple la Feria desde las Alturas de su nueva localidad en la Andanada Celestial. Descansa en paz, amigo. 

DDPF

Funcionarios y presos con sus hijos

Cárcel de Córdoba. Principios de los 60


             Francisco Javier Gómez Izquierdo


              Confieso que con motivo de varias noticias llegadas al móvil enviadas por personal del gremio en el que estuve activo, me invade cierta desazón y una sincera preocupación por mis compañeros a los que la desidia y la evidente animadversión del Ministerio los tiene en el abandono, como el de las lágrimas negras.


       Hablo de prisiones y sus funcionarios. En Francia ha aparecido un grupo denominado Derechos de los presos franceses que lleva dos semanas atentando contra las cárceles, quemando vehículos de los funcionarios de prisiones y señalando a los trabajadores con las intenciones que pueden suponer. Firman como DDPF y lo más inquietante es que el señor ministro de la Francia no tiene idea de quien puede estar detrás de los actos de terrorismo.


        Los presos de las mafias francesas son chungos. Muy chungos. Dos o tres años antes de la Expo de Sevilla, se detuvo en Córdoba a dos marselleses en un hostal discreto (no contaban con la vigilancia a los hoteles en la época para que el terrorismo no estropeara los fastos del 92). Se habían alojado a seis kms. para colocar el oro robado -"¡aquéllos plateros, ya sabusté!"- de las cajas de seguridad de bancos galos. Recuerdo que llegó un fiscal francés el día del ingreso en prisión; estuvo toda la tarde con ellos. El juicio por tenencia de armas fue rápido y llamativa la toma de la ciudad por los GEOS escoltando el furgón que llevaba a la pareja hasta los juzgados. Condena y rápido traslado a Francia para ser allí juzgados por asesinatos en uno de los atracos. En esos días en Córdoba les incautamos en su celda unas pilas y cables y se les sancionó con aislamiento. No se me olvidará la mirada de Stephen Lanza, uno de los dos marselleses diciendo al subdirector de Seguridad: "éstas muerto", cuando se le comunicó la medida disciplinaria. Tipos como Lanza y Checchi se han multiplicado en Europa. Controlan grupos mafiosos que tienen vida propia. La película Los miserables, de hace cuatro o cinco años, sobre los suburbios parisinos nos enseña qué cosas pasan en los barrios no sólo de París, sino de todas las ciudades, sin que las policías se atrevan a profundizar, maniatadas por políticos pusilánimes cuando no cómplices y por grupos autodenominados "los buenos y solidarios" que no callan ni debajo del agua.


     Detrás del salvajismo de estos días en Francia sólo pueden estar las bandas mafiosas controladoras de drogas que seguro se disfrazan con capas de empatía y caridad ante cualquier tribulete al que escogerán como altavoz no se sabe si por colega o por incauto y simplón. Aquí en Córdoba hubo un asesino que ya preso se sintió Robin Hood y escribió libros en plan anarquista repartidor de la riqueza de los poderosos. Por cierto, éste salió de prisión francesa en el último septiembre. Lavazza se llama y seguro que muchos lo recuerdan, "mancao" como el Lute.  Lo preocupante de esta peligrosa novedad que tiene por objetivo a los funcionarios de prisiones es que se convierta en epidemia y al llegar a España se junte el peligro de las mafias con la inquina del Ministerio. Dios no lo quiera. 

Franciscus



Hughes


No hacía falta ser teólogo para darse cuenta de algo en el Papa Francisco: su recelo hacia los que cumplían las normas, los fieles inquebrantables, los creyentes tradicionales. Ellos merecían más sospecha que aplauso. Sospecha de neopelagianismo, de herejía, de elitismo grave. Ellos eran el problema.


¿No es esto habitual? ¿No sentimos que quienes profesan creencias o al menos lealtades arraigadas son considerados, de repente, sospechosos de herejía o, bajando a nuestro lenguaje, de extremismo? Los que no siguen esos preceptos se ponen democráticamente de acuerdo, los señalan y expulsan. ¿Y no es esta la mejor manera de incumplir o, al menos, relajar esos preceptos?


Lo que hacía el Papa con la fe lo hacen otros con lo demás. Sabemos bien con qué. Los ortodoxos o simplemente cumplidores son ahora radicales y contra ellos se impone una laxitud general que con buenas palabras encubre el engaño.


«Era el Papa de los pobres», nos dicen. Sí, de los pobres y de muchos ricos. «Hablaba de Cristo en las encíclicas». Era Papa, no iba a hablar de Maradona


Por supuesto que un papado es rico y complejo, pero Bergoglio ha sido al final (y sin salir de aquí) el Papa de Otegui, del PSOE, de los cómicos comecuras de la SER y de quienes no entrarían a una iglesia si no es para quemarla o profanarla. Lo que exactamente ha pasado.


En España, la izquierda chantajea a la Iglesia con la pederastia y la no dicha homosexualidad y la Iglesia guarda silencio y dialoga o mejor negocia.


En España, los columnistas pesebreros echan manitas y mofletes de obispo, pero los obispos tienen cara de ministro socialista. Bergoglio no sólo acabó siendo el Papa de los que odian a la Iglesia; acabó siendo también el Papa de los devotos del Cristo de la Moderación. Es el Papa que aman porque es su Papa. Les daba servida Bergoglio su táctica: los rigoristas son los sospechosos y el catolicismo ha de ser, ¡como nosotros!, una cosa holgadita, no conflictiva, sin extremismos… A la Santa Madre Iglesia no sabemos, pero a su santa madre sí la venden así.


Aggiornándose al globalismo, que es mucho aggiornarse, el Vaticano también externalizó una fe como de los chinos. Como si el pobre, el pobre pobre, mereciese una fe peor, menos atractiva, menos poderosa.


Los cristianos de las catacumbas ahora serían considerados unos recalcitrantes elitistas. Quizás. Aunque sabemos lo que pensaba de algo más reciente.


El Papa no pisó España, pero sí hizo gran política aquí. Que el Papa no era político ni ideológico es uno de los chistes de estas horas. Claro que hizo política Bergoglio.


Pero si hoy Ayuso puede ir una Iglesia a hacer pucheritos y López Miras ir de imperator murcianus y los egipcios dar lecciones de espiritualidad poniéndose tibios en Sevilla es porque la Iglesia la salvaron con su vida unos individuos ahora deshonrados y abandonados en «lo civil».


Nunca me pareció que el Papa tuviera mirada de Papa. Es algo muy personal y muy tonto, pero es así. Alrededor de su figura había un culto al pobrismo que yo hubiera querido ver confirmado en unos ojos profundos, piadosos, acogedores y hermosos. No lo vi (aunque estuvo cerca de ello al mirar a Obama). Que fuera argentino no es disculpa.


Ahora, nos informan, será enterrado sin ornato, sencillamente, en la tierra, sin adorno ni decoración y sólo se leerá Franciscus. Que en esta estética del despojamiento no se olviden de poner la cruz. Y que esa cruz, bajo la que descanse en eterna gloria, no sea nunca amenazada.


Leer en La Gaceta de la Iberosfera


Oscar


Tambor

Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Al presidente Rodríguez lo llaman “Bambi” porque, al calor de un Oscar de Hollywood, dice cosas como ésta: “Quien desprecia a la gente de la cultura no merece presidir un país.” De la cultura... y del conocimiento, añade su fiel Pepiño “Tambor” Blanco, el que no pasó de primero de Derecho en Santiago, lo cual, al menos en España, no invalida para la política. Si el cine es, según John Ford, ver caminar a Henry Fonda, ¿por qué la política no iba a ser hacer ministro a “Tambor”?


En España se puede hacer carrera en política sin la de Derecho y en América se puede hacer carrera en el cine sin el Oscar. Henry Fonda tardó casi tanto como Scorsese en conseguir uno, y Edward G. Robinson ni siquiera fue nominado. Lo contestatario, en cualquier caso, era recibirlo y no ir a buscarlo, como Woody Allen, que prefirió tocar el clarinete en el “pub” y así multiplicar su popularidad. O, de ir a buscarlo, emplear a una mandadera vestida de india, como hizo Marlon Brando con Sasheen Littlefeather. ¿Puede concebirse una actitud más progresista?


La izquierda española, sin embargo, considera que un Oscar de Hollywood es lo más grande del mundo después de un Goya de Madrid. De ahí la excitación de la milicianada con el Oscar de Bardem, por mucho que uno crea que dar un Oscar a un actor español es como dar triunfador de San Isidro a un torero norteamericano. Esa estatuilla es el Nobel de los cómicos y los condena a la excentricidad. Sharon Stone, por ejemplo, fue nominada al Oscar por “Casino”, cuyo papel lo ha ido interiorizando de tal manera que todavía le da para elaborar hipótesis políticas de una audacia extraordinaria, como ésa según la cual el 11-S huele a Bush. Conviene saber, pues, que el Oscar eleva a Bardem a la categoría de politólogo mundial, cuyas ocurrencias formarán parte de nuestro progreso intelectual, junto con las de Petras, Suso de Toro, Chomsky, El Pana, Rodríguez Ibarra (“veo a Cuba mejor que a España”), Pajín o Chacón, la ministra Sandía (“porque soy roja por dentro y verde por fuera”), que bien poco tiene que envidiar a ningún ministro Melón, es decir, pulpejo por dentro y sapo por fuera.


Los Bardem en Hollywood, Obama en Washington, el Barça en la Federación, Rodríguez en La Moncloa y Sardá en la televisión.


Quien desprecia a la gente de la cultura no merece presidir un país –dejó caer Rodríguez en TV.


¡Coño, votad al PSOE, hostia! –tradujo Sardá en el plató.

Miércoles, 23 de Abril

 


Venta

martes, 22 de abril de 2025

El “grand revolvedor”



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América (en pura Teoría Política, el único presidente democrático que hay en el mundo), ha emprendido la revolución (vuelta de calcetín) del único valor universal que respetamos, el dinero (el “grand revolvedor”, lo llama, en el XIII, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita), y los españoles tenemos para que nos lo cuenten, no un Arcipreste, sino tres como frailones de misa y olla, Ramoncín, Miró y Revilla, incensarios del Régimen que entregó la Nación a los partidos. Esos sacamuelas son nuestros Swift, que vio la transformación sociocultural de los nuevos hombres influyentes, muy distintos de los conocidos antes de la Revolución (1688): “Consisten de aquellos cuya fortuna entera reside en fondo y acciones, de tal modo que el poder que solía acompañar a la tierra, se ha trasladado ahora al dinero”. Esos sacamuelas son, también, nuestros Barnave, que percibió en la Revolución (1789) “la finalidad de movilizar el patrimonio inmobiliario feudal, convirtiéndolo en capital fiduciario”; para Barnave, una nueva distribución de la riqueza produce una nueva distribución del poder. Y, desde luego, esos sacamuelas son el moderantismo español ante el loco de Trump, que “es tonto”. Resumida por Azaña, es la España liberalia, que vive en la “reverencia beata y nórdica” del éxito y el dinero, pero que no se entera de nada:


Bajo la férula del moderantismo, lo más granado de la sociedad española se aplica a vendimiar el Poder, haciendo bueno el apóstrofe de Javier de Burgos: “¡Hay mucha gloria que conquistar, mucho dinero que ganar!”


Una tuitera española de insultante agudeza lo viene diciendo en Alemania tal como lo leeremos dentro de unos años en las páginas de “rabiosa actualidad” de la prensa noble: “Trump se está cargando el Fiat para ofrecer al mundo un dinero mejor: sus propias ‘stablecoins’ asociadas a Bitcoin. Libre mercado a lo bestia: un dinero nuevo que preserve el valor mejor, a salvo de la inflación que crean los gobiernos. ¡Es acojonante! La gente no lo entiende porque ni siquiera saben que sus gobiernos les roban. Ni cómo funciona el dinero. Y nadie se lo cuenta. Iba a decir que ojalá viva lo suficiente para ver las películas que salgan de todo esto. Pero me he dado cuenta de que asistir en vivo y en directo es aún mejor. Brutal”.


Es otro momento Warhol, que Warhol se ha perdido: “No siento que pueda contagiarme de gérmenes cuando toco el dinero”, escribía en el 75, en plena resaca dorada del “Nixon shock”. Para él, “el dinero posee una cierta forma de amnistía; al tocarlos, siento que los billetes de dólar se vuelven limpios; no sé dónde han estado, quién los tocó y con qué; todo eso se borra en el momento en que los toco”. Contra esos deshonestos tocamientos warholianos, las frígidas Venus de Zugarramurdi quieren llevarnos en su escoba al “leuro digital”, pero Trump, que “es tonto”, vuela en cohete muskiano a Marte, que es Bitcoin.


[Martes, 15 de Abril] 

Martes, 22 de Abril

 


O tempora

lunes, 21 de abril de 2025

Exégetas del Reglamento

 

El instante. ¿Ha tocado ya Zidane o está por tocar?

Nótese el mirar del árbitro que no aprecia la infracción



"Exhibición de Aarón Escandell", titula hoy la prensa asturiana



Francisco Javier Gómez Izquierdo

Demasiadas son las cosas incomprensibles que nos muestra el mundo. ¿Cómo explicar a un ferviente católico que su Papa de Roma puede morir el día de la Resurrección de Jesucristo? No le cabe en la cabeza. Pues a cuento, con perdón, de la noticia que me han dado en el paseo ya de vuelta en Córdoba y cavilando en lo inapropiado de la fecha de la muerte de Francisco, he seguido cavilando en cómo hacer comprender a este mundo del fútbol que ha renegado de las tablas de la Ley, que la falange, el metatarso e incluso el tarso por demás o de menos no es obligatoriamente fuera de juego.

            La primera página que el catecismo futbolístico dedica al fuera de juego para recordatorio imprescindible de los que serán árbitros es el que se produce en el saque en corto del córner con devolución al que saca. Lo hemos visto infinidad de veces. Se pita al instante. Es situación en la que no es permisible el yerro del linier. Bien. Ésta jugada sucedió ayer en El Arcángel. Saca Carrecedo a Zidane. Éste devuelve en lo que pudiera ser media cola de vaca. Centro al segundo palo. Cabezazo de Marvel hacia el punto de penalty y allí Xavi Sintes cabecea a gol. Jolgorio, euforia, abrazos de todo el equipo junto a la banda por la alegría de alcanzar lo que se está mereciendo. El del altavoz corea por tres veces: "Gooooooooool de Xavi..." y el respetable corea "Siiiiintes". Pasan minutos.  Balón en el centro del campo para que saque el Oviedo. Vemos al árbitro con la mano en la oreja y ¡cómo no! todos tememos que los nuevos exégetas anden con el compás y el cartabón midiendo lo que nadie ha visto en directo. Lo mismito que el último partido ante el Levante cuando el árbitro al lado de la jugada, con Zidane de protagonista también, pitó penalty y el VAR tras cinco minutos le convenció de que no. Aún permanecen las dudas de si lo fue, pero el penalty fue exégesis de profeta varístico. El fuera de juego de ayer lo sacan los delineantes del VAR. "Sí. Ha sido, Javi. Me lo han dicho los que lo han visto por televisión", me dice Ricardo a la salida. Esta mañana temprano antes de la caminata lo he visto en el yutube y reconozco que estoy convencido de que hay un 99% de posibilidades de que en verdad lo sea, pero, incrédulo que es uno, no me fío de la línea que trazan por "el tele". ¿Ha tocado o está por tocar Zidane cuando paran la imagen? Insisto en que seguro que es fuera de juego, pero ese tipo de orsay se pita al momento o no se pita tras interpretación. No había televisión cuando se inventó el fútbol. Lo de "en caso de duda, no se pita", significa todo para servidor porque creo en la perfección del Reglamento futbolístico que admite el error arbitral. El fuera de juego dudoso no es error arbitral, decida como decida. ¡Ojalá todas las leyes fueran tan justas!

       Se supone que el fuera de juego en el fútbol profesional es ya como la viruela. Un imposible. Imposible que te lo harán ver los manejantes del nuevo fútbol. En fin, noto que doy coces contra el aguijón.

       Creo que es oportuno señalar que el Córdoba ha jugado mucho mejor que todos los que van por delante, si exceptuamos al Almería. Mucho mejor. Ayer, el portero del Oviedo, milagreó a lo Courtois, sin exagerar. Aarón de nombre, realizó cuatro prodigios que lo capacitan para que lo fiche, yo que sé, el City un poner. No. Puede que simplemente Aarón tuviera su día. Ése día de inspiración que se guarda en vídeo para impresionar a familia y amigos.

      El Córdoba empató a cero y el Burgos a dos, en un partido que decidió la lluvia. Bajó un diluvio, el balón quedó frenado por dos veces en un charco del área del fondo sur de El Plantío. En la primera no llegó a Matos para que marcara el Cádiz y en la segunda quedó muerto para que la imprevisión la rematara Roger Martí. 2-2 que deja noveno al Burgos con 51 puntos dando la mano al Córdoba, décimo tras el  0-0 en el Arcángel ante el Oviedo, equipo éste que como el Huesca no me explico como puede estar dentro del grupo que disputará la fase de ascenso. Y es que el Oviedo del nuevo entrenador Paunovic, compañero que fue como jugador de Iván Ania, no remató ni una vez a puerta, mientras su portero se convirtió en héroe de las Asturias por un día. Del Elche, Levante... y Rácing no pongo nada porque se ha hecho largo ésto.

     Perdóneseme el tono enfadado de las letras que anteceden, pero es que lo estoy. " El VAR va a acabar contigo", me dicen. Y puede que sea verdad.

    ¡Ah! Y Descanse en Paz Francisco!

Hughes. Real Madrid, 1; Athletic, 0. La volea más hermosa en veinte años


@realmadrid


Hughes

Pura Golosina Deportiva

 

Era del año la estación florida y además era tiempo de descuento. Gran frustración, pesadillesca sensación de darle la liga al equipo sin reglas; cuando llegó el gol de Valverde, la volea más bonita en mucho tiempo.


Cortó la pelota y sin ningún toque intermedio esperó a que bajara y la colocó. El corte con interior y la volea de exterior, para lo cual tuvo que componer el cuerpo en prodigio biomecánico: el cuerpo se echó atrás, pero no mucho; sin hacer la catapulta había que crear hueco a la cadera, que hizo lo suyo. Como ella giraba, ¿dónde se sostenía el cuerpo? Los brazos se elevaron y las manos se recogieron para que la pelota saliera colocada hacia la escuadra. La trayectoria perfecta de la pelota ¿qué era comparado con esa figura de Valverde?


Rozaba el descoyuntamiento zidanesco de Glasgow (2002), pero en algún sentido era más difícil. Era una autovolea y la pelota no tenía tanto recorrido. La distancia que faltaba la ganó él con torsión de sí mismo.


El alivio fue muy grande. Se expulsó ahí mucho nervio del día del Arsenal. Tener a Valverde y tenerlo como lo tienen...


Fue un partido que empezó en depresión aunque dejó mucho. Por eso el gol era importante. No sólo por la Liga. De haber empatado, sobre el Madrid hubiera caído ya el habitual alud de imbecilidad. Sin embargo, aun podemos hablar de lo que pasó, de lo que ha pasado. La esperanza permite seguir hablando de este equipo. Este. El de la 2024-2025.


Porque pasó lo que pedíamos, y lo que creíamos que podía ocurrir si se superaba la eliminatoria. Encontrarnos un Madrid con Valverde y Camavinga en los laterales. Una opción interesante. Volvía Ceballos y había cuatro medios y los dos laterales-medios. El Madrid tuvo el control del partido, de la posición y de la posesión. No sufrió.


Con Ceballos se recuperaba un nervio, una transmisión de juego.


Había tanta calidad que el balón iba de banda a banda. La expresión "cambio de juego" es elocuente porque al mandar al otro lado todo se refresca.


Vini cogió la iniciativa desde el inicio y sus regates eran regates-lucha contra el sistema de ayudas y la reticencia arbitral a sacar las amarillas. Entraba y salía del área buscando hueco con acelerones como en una escena de persecución en moto de Tom Cruise.


Mbappé estaba en la grada (se lesionó metiendo el pie), su imagen se vio en la pantalla y se oyeron algunos pitidos. ¿Tiene él la culpa de que lo ficharan? ¿Es por eso que no salen primeros planos de Florentino? Si Mbappé es el problema, lo fue también Ronaldo.


Había depresión, tristeza, desgana, ausencia de ocasiones. Sólo aplausos a un tacle de Asencio (el gravesenismo madridista intacto).


Si por la izquierda era Vini con su enduro, por la derecha eran las incursiones de Rodrygo, todas finas pero marcadas por la falta de fe y lo rutinario. Quizás su gran técnica le da a todo lo que hace un marchamo de empaquetado, de movimiento facturado. Hay algo que desespera en él.


Como desesperaba la presión, por llamarla de alguna manera. Los jugadores siempre llegaban tarde y descoordinados. Esprins perdidos. Esprín spleen.


Vini hacía algún regate maravilloso, chutaba, lo intentaba o metía un caño vejatorio. Era él para un público en parte ingrato, absurdo, descorazonador.


La segunda parte estuvo mejor. No sabemos qué dijo Ancelotti, pero se notó. Se sacó seguro el chicle de la boca.


Hubo una ocasión de Rodrygo para empezar, finta y colocación, con ese swing suyo desapasionado tan bonito de ver. Tchouameni metió un interior modridista a Bellingham, que se sacó del vacío con un control de bailarina sobre la barra.


Y brillaba Camavinga. Un Camavinga recuperado, casi alegre, que iba y venía y "construía" sentido en una banda izquierda que, también es verdad, no tenía aun a Williams. Lanzaba y respetaba a Vinicius.


Hubo mucho tiros lejanos y otra gran ocasión de Belligham a pase exterior de Vinicius. Era el Madrid del año pasado, sin nueve, con el El Inglés Llegador. Luego entró Endrick (por Ceballos) y se colocó por detrás.


Pasaron las cosas que todos pedíamos: se fueron Modric y Rodrygo para que Güler (por el centro) y Brahim (por la derecha) hicieran lo mismo mejor. Arda puede despistarse sin balón pero su zurda da seguridad al juego. No sólo creatividad. Hay seguridad en sus pases y si no la hay del todo, sin duda puede haberla (sueno a Jarcha).


En el Athletic entró Maroan, un nuevo vasco, y se comió un poco a Asencio, quien, por cierto, volvió a jugársela emancipándose en algún saque de esquina.


Maroan fue la única y muy lejana inquietud y en realidad no hizo nada. El Madrid controlaba y se volcaba en el ataque, sólo que sin suerte, aunque sin llegar a la autodestructiva excitación del Arsenal.


Vinicius tomó alguna mala decisión en un tramo. No se le puede acusar de individualista, porque eso es precisamente lo que debe ser. Sólo que falló. ¿Se escuchó algún pitidito? En el 79, y tras un largo asedio, se desquitó con un golazo. La cogió en el córner y se fue adentrando con dos regates y tiro raso y fuerte al palo 'corto'.



@realmadrid

Vinicius no celebró el gol. Era un Vinicius triste. De la samba a la tristeza. Lo han conseguido.


Aunque casi mejor. Los goles ahora no se pueden celebrar. Porque tras largo simposio de pinganillo se anuló por una acción anterior en la que Endrick caía en fuera de juego. No tanto Endrick como la falange o incluso la falangina del dedo gordo de su pie.


El VAR es una pesadilla. Cada gol del Madrid tiene que llegar a la red con un certificado de limpieza de sangre. Es una video inquisición que milimetra el fútbol para llenarlo de Nada.


La Nada anómica del Barça. Sin ley.


La Nada futbolística del Cholismo.


La Nada tecnopuñetera del VAR. Cirugía láser, perdido el sentido.


Luego hubo un lance de Bellingham, que controló en el área y al llegar al balón antes que el rival recibió neto su empuje. Era "acción residual", pero ¿no era pitable lo residual? Al Madrid le han pitado cosas extrañas. Ha sido estos años el cuerpo para la experimentación tecnológica, cuando no el enseñamiento.


Se quiso reponer. En el ambiente un cóctel de ira, frustración, manía persecutoria, sensación de agravio, autoindulgencia, urgencia y hasta miedo de estar perdiendo la Liga, todo tocado de tristeza y posible despedida.


Y en este zafarrancho entrecortado y casi tembloroso, ¡pum! (que diría un imbécil), la volea nijinsky de Valverde.


De repente había Liga, había vida. ¡Menudo abrazo le pegó Ancelotti!


Para empezar, los pequeños avances, las pequeñas concesiones de Carletto y sus pequeños logros podrían permanecer. Algunas cosas se han hecho mal, pero es tanto lo bueno... Hay una deuda de justicia o fortuna con este Madrid. El de la 2024-2025.


 

Resurrección en Madrid. Corrida seria de Palha, cuya sola presencia daba para reírse de las chivas de los pararrelojes en Sevilla. Márquez & Moore



JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ


Felices por la buena nueva de la gloriosa Resurrección de Nuestro Señor nos vamos a Las Ventas a celebrar tan señalada efemérides, atraídos principalmente por la presencia en los carteles de la divisa de los touros de Palha, que hoy cambió sus colores azul y blanco por el negro de luto en memoria y homenaje al mayoral, que Dios le tenga en su Gloria.


Palha nos hace viajar al tiempo de Maricastaña, a esos ciento y pico de años que lleva viniendo a Madrid. El primero que trajo los toros de Palha a Madrid fue el impar Casiano, el más pintoresco de cuantos empresarios ha tenido cualquiera de las Plazas de la Villa, que en un último alarde, en su última temporada como empresario, decidió dar toros en el mes de noviembre y, en una corrida que comenzó a las dos y media de la tarde, se las apañó para que Bocanegra y Fernando el Gallo despachasen los cinco de Palha y el remiendo de uno de Schelly -de aquellos puros vazqueños que había adquirido a don Juan Castrillón-, junto con los caballeros portugueses don Luis do Rego da Fonseca y don Alfredo Tineco da Silva. Tampoco es que aquella fuera una de esas corridas de las que hicieron correr ríos de tinta, pero tiene una nota perfectamente contemporánea, absolutamente adecuada a la verificada en el día de hoy cuando el gran Paco Media Luna apunta en su apreciación de la tarde, publicada en La Lidia: «Los picadores, bastante malos en general», y eso que en la refriega inmolaron sus vidas cinco arres ante el altar de la impericia de sus jinetes. Pues lo mismo hoy González, Collado, Zambrano, López, Parrón y Cruz que sus antecesores de hace ciento treinta años: Rodríguez, Fernández, Artillero y Bastón, con la diferencia de que los pencos hodiernos van guarecidos con infinidad de capas protectoras, que sirven tanto para proteger al de cuatro patas como al de dos que va subido encima.


Y ya que nos hemos puesto con estas remembranzas, sirva recordar cómo el tercio de banderillas en sus orígenes se ejecutaba poniéndolas de una en una, hasta que el Licenciado de Falces, Bernardo Merino, estableció el par como unidad canónica en la cosa de los garapullos. Hoy Daniel Duarte y Domingo Valencia han querido dar su particular homenaje a los inventores de la suerte dejando un total de cuatro palos en diversas partes de la anatomía del sexto toro de un total de cinco pasadas. Se ve que gran parte del público no ha sabido apreciar el culto guiño histórico que proponían los peones, pensando que actuaban así a causa del gato que le habían cogido al toro. El contrapunto, en esa misma cuadrilla, lo puso el siempre eficaz Juan Carlos Rey, pareando con suficiencia al tercero.


La corrida que trajo Palha a Madrid fue una corrida seria, de óptima presencia y con las suficientes notas en su comportamiento como para que ningún Pitiminí del escalafón la haga aprecio. Nos reíamos un poco pensando en las pobres chivas que simultáneamente estarían saliendo por el amplio portón de chiqueros de la Plaza de Toros de Sevilla, regalando su supina idiotez y su blandenguería a esos pararrelojes profesionales, mientras en Madrid los toros acosaban a los peones a la salida de los pares hasta sacarlos de la Plaza tomando el olivo, se enteraban de lo que ocurría a su alrededor, ponían su temperamento frente al de su matador, demostraban su encastada personalidad y daban todo el sentido a un espectáculo que se denomina «los toros».


Los matadores que se acartelaron con los toros portugueses fueron, en esta ocasión, Rafaelillo, de grana y oro (7 festejos el año pasado), Juan Leal, de verde y oro (8 festejos el año pasado) y Francisco de Manuel, de corinto y azabache (4 festejos el año pasado). Los tres sortearon un toro de más posibilidades y otro de más dificultades con los que trataron de explicarnos sus verdades.


El veterano Rafaelillo ha matado de todo a lo largo de su dilatada carrera, por lo que de entrada se le da el crédito que merece. Tuvo la desdicha de que le saliera el castaño Barberito, número 213, que fue un toro pujante y a más, que le cantó desde el principio la distancia que le convenía -que no era la que al matador le convenía- y que fue llevándose a las gentes de calle al comprobar la encastada clase de su embestida y sus condiciones. A ese neto planteamiento del toro el veterano torero opuso su oficio, prefiriendo las afueras que los adentros y la mano diestra a la siniestra, aunque dejó un soberbio natural. El torero no se agobió, pero vio cómo el toro se le iba sin torear, y, si le quedaba duda, se debió convencer cuando vio que el toro era despedido con palmas al ser arrastrado. Su segundo, Belo, número 288, lo brindó al público, pero su baza ganadora se había pasado ya. Volvió a estar sobrado de oficio sin que ese argumento fuese suficiente frente a la exigencia del toro. Acaso el esfuerzo que hizo el matador en su segundo le habría rendido más en el primero, pero eso no son cuentas.


Juan Leal comenzó su labor en los medios, donde había brindado al público, haciendo correr al toro desde el burladero del 9 hasta su posición y aguantando el viaje sin descomponerse y sin templar mucho la embestida de Genovés, número 214, con más corazón que mando. Un poco más cerrado, en el tercio se aparece una serie corta de naturales que pone a todo el mundo de acuerdo, con derroche de valor en la posición en la que se queda. No vuelve a llegar a ese nivel en el resto de la faena en la que insiste en su extremo alarde de valor, pues se le ve siempre cogido, rematando su obra a base de circulares invertidos de esos y otros efectismos accesorios. Su segundo fue Camarito, número 448, y ese nombre nos quita años de encima rememorando a aquel soberbio Camarito, número 550, que lidió Serranito en 2009 en esta misma Plaza. Y este Camarito hizo honor a su nombre desde su salida, cuando Juan Leal quiso burlarle de rodillas a la porta gayola y el toro le persiguió hasta el tendido 6, que si Leal no llega a caerse el toro le desguaza. Durante el deplorable tercio de varas el toro se tiró encelado en las faldillas del penco el tiempo que quiso, cantando su condición brava. Pretendió de nuevo Leal principiar desde los medios, pero el toro dijo que nones y el torero parisino se fue cerrando para recibir con doblones en el tercio la pujante embestida del toro. El toro no regalaba nada y a veces pareció una pantera por la agilidad y el vigor de su acometida, casi un salto. Muy decidido el matador, pero sin hallar las claves que demandaba el animal: esas claves que tenían Paco Ruiz Miguel, Damaso, Manili o Domingo Valderrama y que se circunscriben a la colocación, el temple y el mando, porque ya decían los antiguos que «los toros humillan siempre, si se sabe hacerlos humillar». Nunca pudo Leal con el toro en sus medios pases rematados por arriba, negación patente de lo que hay que hacerle al toro encastado. Todo lo trató de suplir con valor y decisión y cuando fue feamente zarandeado al entrar a matar fue capaz de conmover el corazón de los más impresionables, que le pidieron la oreja. El Presidente, don Ignacio Sanjuán, no accedió, pese a las consabidas dilaciones y cucamonas de los benhures de la mula y del hondero. Palmas para el toro en el arrastre.


El peor papel de la tarde le correspondió a Francisco de Manuel. Su toro fue el tercero, Saltillo, número 217, que acudió a los cites y que, en términos generales, se encontró con la falta de plan de su matador, que se puso mucho más de manifiesto, con la tarde ya vencida, en el sexto, Gitanito, número 307, un señor tío de presencia, con el que los banderilleros dieron el mitin. Toro duro y a la antigua, que demandaba otras trazas por parte de su matador y que estando ya en el suelo para ser apuntillado, se levantó de entre los muertos. Y entonces el frío viento, de pronto, nos dejó un eco de la noche anterior: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?» (Lucas 24, 6)




ANDREW MOORE





















FIN