domingo, 31 de octubre de 2021

Los desayunos de la Movida


29 de abril de 1982

Agustín Tena, Santiago Auserón (Radio Futura), Antonio García Vega (Nacha Pop), Alaska, Ñete (batería de Nacha Pop), Eduardo Benavente (batería de Pegamoides), Luis Auserón (Radio Futura)

Desayunos Grus
Bocadillo de tortilla con vino o caña, 65 pesetas
Montado de lomo con vino o caña, 100 pesetas
Sándwich mixto con vino o caña, 85 pesetas

Hasta las 12

La cumbre y la púrpura

Diocleciano, Carlos V ... y Aznar

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc, 28 de Agosto de 2002


En la cumbre de Johannesburgo, levantada para «salvar a la Tierra», falta el único que puede hacerlo, Bush, y eso que su pueblo fue el primero que quiso la felicidad del hombre «aquí y ahora».

América, para Foxá, era la alegre Geografía contra la dramática Historia: «Sobre una tierra nueva, fresca de rocío y de resina; sobre unas praderas recién salidas del Génesis, los puritanos que en 1620 desembarcaron del Mayflower iban a caer en el eterno espejismo de crear algo absolutamente nuevo y original sobre la tierra. Como si la historia del hombre, con sus monótonas etapas de democracia, demagogia, imperio, monarquía, república, y otra vez democracia, demagogia, etcétera, no se repitiese con la tediosa regularidad de los crepúsculos y las auroras, la mutación de las estaciones o el ritmo incansable de las mareas.»

Sin ninguna vocación de imperio, Norteamérica, que era feliz con su democracia, con su industria de automóviles y sus vacas, fue, de pronto, cogida por las ruedas dentadas y sangrientas de la Historia. Es lo que Foxá llamó «el peso de la púrpura»: la pesadumbre del mando. «Porque en dos mil años de historia mediterránea sólo ha habido dos hombres, Diocleciano y Carlos V, que, olvidando su gusto, se fueron, el uno a Dalmacia a plantar lechugas y el otro a Yuste a arreglar relojes.»

-Hombre, y Aznar, que tampoco está en Johannesburgo, pero que también un día se irá, dicen que a correr.

Aznar no es imperio. Imperio es Bush: «Puede entronizar o destronar reyes en Europa; puede decretar la muerte de los dioses de Asia; puede establecer una república en el imperio del Sol Naciente, y quitar su manto imperial a un príncipe cuyos antepasados fueron contemporáneos de los Faraones.» Puede, en fin, enviar, al alba y con viento duro de Levante, comandos por todo el mundo para acabar con la industria de Ben Laden, que produce videos «gore» de perros labradores, con lo que esos perros, que en el Occidente casi han sustituido a los niños, significan para el sentimentalismo anglosajón.

Y es que, a pesar de sus «shorts», de su «base-ball», de su cine y de sus piscinas, la púrpura, como decía Foxá, ha caído sobre los hombros de los yanquis: «Es glorioso, pero no es cómodo capitanear al mundo. La gloria, generalmente, está reñida con la alegría.» Y ahora, para remendar esa alegría, quieren -porque «pueden»- arrebatarnos el vino de Jerez. «¡Camarero! ¡Otra copa de vino! ¡De Jeré! ¡Del mejó!» Ellos, los norteamericanos, son los nuevos romanos, y a nosotros, los europeos, nos toca hacer de viejos griegos, pedagogos -«canguros», es el término contemporáneo- de sus hijos. De aquí esa sobremesa mundial -tertulia de tertulias- que hemos organizado en Johannesburgo para salvar a la Tierra, nadie sabe de qué.

Pobre Roma, que no conoció la sobremesa. Tenía el vino, que es un invento europeo, pero le faltó el café, que es un invento africano, y el tabaco, que es un invento americano. Primero, naturalmente, fue el vino, porque los imperios suelen desdeñar la leche. («En la vieja Francia, recién bautizado el Delfín, se vertía en su lengua el rubí de una gota de Burdeos.») Después, el café: dio con él un pastor etíope, que vio hacer cabriolas a sus cabras insomnes. Y, exactamente cincuenta y dos años más tarde, el tabaco: los hombres de Colón, que exploraban Cuba pensando que estaban en China o en el Japón, sorprendieron a un indígena que, con dos cañas en horquilla metidas en la nariz, hacía círculos de humo azul. Con ellos andaba Rodrigo de Triana, el del grito «genesíaco» sin recompensa, que luego, despechado, renegó de su fe en España y se hizo musulmán en África. Hoy, ya ven, podría estar en Guantánamo.

Domingo, 31 de Octubre

 


La oveja negra

"Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas"

 DOMINGO, 31 DE OCTUBRE

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús:

-El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.


El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:

-No estás lejos del reino de Dios.

 Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.


Marcos 12,28b-34

sábado, 30 de octubre de 2021

¿Tienen derecho?


Richard Pipes

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    De menor a mayor: Almeida prometió eliminar Madrid Central; Ayuso, que Gabilondo nunca sería Defensor del Pueblo (esa martingala nórdica para tapar que en el Estado de Partidos el diputado sólo representa a su jefe); y Casado, que jamás pastelearía los jueces con Sánchez. Resueltos estos asuntos, un liberalio como Dios manda debería hacerse la única pregunta importante, formulada en su día por Dalmacio Negro, el único pensador español que queda vivo:
    

¿Tienen derecho los gobiernos a imponer impuestos?
    

Entre libres, no, pero ¿dónde están hoy los libres? El liberalio no sólo aplaude en el balcón a la policía que lo tiene encerrado en casa ilegalmente, sino que se ufana de su DNI (documento policíaco-fiscal con el que el Estado, dice Negro, tiene a sus ciudadanos reducidos a números) y de su IRPF (“la reforma fiscal, necesaria para reorientar la sociedad española”, dijo en las Cortes Pacordóñez, y los liberalios gritaron “¡por fin somos modernos!” como sus padres habían gritado “¡por fin se casa Zamora!”), no menos humillante para un ciudadano libre que el DNI.
    

Qué tiempos aquéllos en que los pelanas americanos podían gritar “No taxation without representation”. Negro tira de Richard Pipes, polaco (¡arreniégote demonio!), para recordar que en la cultura occidental la imposición directa regular sólo era considerada legítima para “gentes sometidas”, y hoy define al Estado de bienestar (en crisis terminal), contrapunto histórico del Estado totalitario.
    

Es –resume Negro– un impuesto radicalmente incompatible con la libertad política, verdadero principio de la democracia, pues convierte automáticamente a sus administradores en oligarcas.
    

Dicho sea como propuesta para una conversación de sábado antes del Clásico, lo único que conmueve al españolejo. Conversación que elude la izquierda, “debido a su embotamiento mental y a su reaccionarismo”, y por supuesto, el centro, “porque faltándole valor para suprimir este impuesto del despotismo, sólo se atreve a rebajarlo”.

[Sábado, 23 de Octubre]

Sábado, 30 de Octubre

 


Desayuno ruso

viernes, 29 de octubre de 2021

El olenchero


Dickens

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El Presupuesto fue el alma del Parlamento (el primero, en León, cuando los vikingos, al decir de la ciencia de las elites, practicaban el onanismo en Canadá cogiéndosela con una hoja de arce) y el cuerpo del Estado: su esqueleto, según Schumpeter, que tenía su gracia, con lo cual ya no se le lee en la escuela.


    La segunda República hizo un Presupuesto en cinco años para sumirse en la guerra civil, que es la ausencia de Estado, esa cosa que primero intentó construir Cánovas con un rey y luego Franco con un ejército, hasta que los delegados americanos en Europa, que eran los alemanes, nos colocaron este Estado de Partidos a cuyo lado las monarquías absolutas serían hoy el Festival de Woodstock.
    

En el Estado de Partidos, y dicho por el padre de la llamada sociedad del conocimiento, “toda renta pertenece al gobierno, excepto la que el gobierno expresa y explícitamente permite que se quede el contribuyente”. Y porque todas las rentas ajenas son pocas para quien las recauda, están la deuda pública y los sablazos a los mandilones en Bruselas, que exigen, para disimular, un Presupuesto, el esqueleto de Schumpeter, que en España viene a ser el esqueleto de Cary Grant en “La fiera de mi niña”, sólo que aquí Cary Grant es Otegui, el tudesco de Elgóibar, con lo que, mejor que de esqueleto, en el teatro de San Jerónimo habría que hablar de canina, la canina de Elgóibar, por todo sostén del Estado español.


    –Tenemos a doscientos presos en la cárcel, y si para sacarlos hay que votar el Presupuesto, pues lo votamos –explica Otegui con la moral electrizante del Carmona de “y si hace falta, hundimos otro barco”; el mismo Otegui del que Cisneros, firma de la Constitución, se libró debajo de un coche en la calle Lope de Rueda, si bien el periódico de las elites informa de que Otegui ha pedido “perdón sin circunloquios”, como consta en el Negociado de Circunloquios, departamento público inventado por Dickens para descubrir “cómo no hacer las cosas”.


    La democracia española ya tiene olenchero.

[Viernes, 22 de Octubre]

Viernes, 29 de Octubre

 


En techniscope

jueves, 28 de octubre de 2021

"Lo que hay"


 Tiempos idos

Messi en El Arcángel

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo


         Difícil era empezar a digerir la derrota ante el archienemigo de siempre; imposible soportarla ante un equipo de barrio de la capital de España. "Es lo que hay" venían diciendo el entrenador y el capitán sin que la culerada haya entendido aún la frase y sin que -lo que es peor- la directiva de don Laporta sepa qué hacer. Don Laporta y sus directivos sólo saben dirigir (jugar) con todas las cartas de la baraja: se paga lo que nos pidan los mercaderes por los mejores del mundo y por los medianos, lo que haga falta... hasta que se agotaron los estalvis.  Don Laporta venía escudándose en Ronald Koeman para disimular la debilidad propia. Llegado el tiempo de los difuntos se ha visto en la necesidad de aplicar paliativos a la moribundez que le rodea y empujado a tirar de caridad para liberar de padecimientos al héroe de la Primera copa de Europa. Don Laporta se queda solo con su directiva y... "con lo que hay" ante una sociedad azulgrana a la que la costumbre ha convertido en ilusa, soberbia hasta la náusea y tan exigente como peligrosa. "La sociedad tiene un problema" es una de las últimas frases de Ronald Koeman, que como todo entrenador holandés se empeña en decisiones cerriles, desprecia los apuntes de otros colegas y se le amontona la asignatura defensiva -Cruyff simplificaba la falta: "...no importa si me meten cuatro mientras yo meta cinco"-. A esa sociedad teme don Laporta. Cree que poniendo canciones patrióticas por megafonía y vistiendo al Barça con paisajes reivindicativos en la camiseta y con pantalones a la gaditana va a calmar la furia de un monstruo tan acostumbrado a las exquisiteces que odia a muerte las penalidades. ¡Malos tiempos!
      

Ni Hacienda, ni nosotros y yo creo que nadie se sabe bien las cuentas del Barça pero ese finiquito a Koeman cuesta muchos euros, y pagar a alguien que se quiera comer el marrón que se le ofrece, otra montonera de dinero. Don Laporta cree que esta plantilla suya tiene futuro y que Ronald Koeman no ha sabido transmitirlo. Mucho tiene que cambiar el que venga a "lo que hay", pero a Coutinho es difícil ya reconvertirlo, Dest es un olmo que no da peras, Piqué ya no llega nunca, los De Jong se han acogido a las leyes educativas del gobierno y han igualado sus rendimientos, Menphis no es mejor que Dembelé y además se aturulla mucho más... y hasta Busquets, el más fiable, comete errores imperdonables que cuestan puntos.
     

A día de hoy, la realidad del Barça es procurar sumar en liga para no pasar apuros al final; la batalla de Europa está perdida... y en la Copa del Rey que no se encuentre otro Novelda. Bien mirado, podría ser el Córdoba, que está que no hay quién le gane y que ayer se clasificó para disputarla. Aseguro que no me sorprendería un hundimiento catalán en El Arcángel... o en el de La Almozara que es el del CD Ebro de Zaragoza y que también espera un grande para la primera eliminatoria.


     Así de penoso veo al Barça.

La autovía


Robin abriéndose paso en la autovía

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Si la socialdemocracia no viene a mí, yo voy a la socialdemocracia. ¿Cómo? Por la autovía de servidumbre. Peaje, pues, en las autovías. Es anticonstitucional, pero ¿qué no es anticonstitucional en España?


    Sloterdijk, un socialdemócrata de buena fe (allá él), no como esa baronesa Úrsula que se pone de Wagner y quiere invadir Polonia, como Woody Allen, tuvo la humorada de proponer la fiscalidad voluntaria (no le pedimos a usted que dé su vida por la democracia: nos contentamos con que dé su dinero) para acabar con la fea imagen de los modernos ministros de Economía, que son “un Robin Hood que ha jurado la Constitución” (donde la haya, que no es en Alemania ni en España).

Su fracaso en el intento lleva a los Robin Hood a meter mano a los ricos, que para la socialdemocracia es cualquier idiota con un Ford Fiesta, en las autovías (un impuesto como el que en las fiestas de San Isidro cobraban los pícaros madrileños a los paletos, los isidros, por caminar por la acera de sombra), sin más protesta que las de los liberalios, los mismos que defienden el IRPF, o impuesto sobre las “personas físicas”, versión laica (socialdemócrata) del impuesto ruso sobre las almas, “todas las almas”, que diría Marías, nuestro Céline, con aquella línea inmortal (página 145): “Que tenga la polla en la boca de Muriel es incomprensible”.
    

Al liberalio local le escandaliza que Robin Hood lo asalte en la autovía para meterle la mano en el bolsillo, pero no que lo haga en la nominilla con la que a duras penas puede pagar los impuestos sobre los carburantes. Es el mismo liberalio que llama separación de poderes al reparto de funciones y que no ha leído de Montesquieu, al que tanto cita de oídas, ni su párrafo más sencillo: “El impuesto personal (directo) es más natural en la servidumbre; el impuesto sobre las mercancías (indirecto) es más natural en la libertad”.
    

Pero la libertad, para el bizarro liberalio hispano (de los berzas de la izquierda social ni hablamos), siempre fue “una mariconada”.

[Jueves, 21 de Octubre] 

Jueves, 28 de Octubre

 


Amarillor en olivar

miércoles, 27 de octubre de 2021

Los butaneros


Alex Saab

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    A García le pusieron “Butano” porque una tarde de lluvia en Burgos salió vestido de bombona a hacer periodismo en la banda de “El Plantío”.
    

Al ver ahora las imágenes de Alex Saab, asesor de Maduro, “desesposarse” vestido de butanero en una corte penal de Miami, todos hemos pensado que otro asesor de Maduro es Zapatero, un exégeta de Borges que viene de definir, sonriente, el socialismo:
    

–Ser socialista es tener muy poco y estar dispuesto a dar mucho.
    

Lo que haya entre poco y mucho, que parece bastante, es lo que uno debe procurarse en la selva de la política. Volvemos a Octavio Paz: guardar oro es atesorar vida (sol) y retener el excremento; gastar el oro acumulado es esparcir vida. Hay, dice, una suerte de “combinatoria” de los signos centrales de cada civilización, y de su relación depende el carácter de cada sociedad. Zapatero es la España que sonríe.


    –Baudelaire lo descubrió mucho antes que Freud: la sonrisa y, en general, lo cómico, son los estigmas del pecado original.
    

El periódico de las elites se engorila con Coldplay, que amenizó el bodorrio de los Gates sin engancharse a la luz porque sesenta ciclistas (¡las galeras de Quinto Arrio en “Ben-Hur”!) pedalearon para darles voltios. Pero pongamos, objeta un tuitero, que tuvieran sesenta clones del mejor Indurain: “60x500= 30.000W =30KW. Méame en la cara, si quieres, Coldplay, pero no me digas que llueve y que con 30KW te da para el sonido y la iluminación de un concierto”.
    

Es “el surrealismo”, dice Zapatero, que ha sido para España, más que una consecuencia poética, una conclusión política, como vio Gecé en su “Valor superrrealista y poético de los guardias de seguridad”, y como vemos en el indulto parlamentario al diputado Rodríguez, que pateó a un policía. Después de todo, el superrealismo prescribía, en versos y logaritmos tipográficos, aniquilar el materialismo, exaltar el confusionismo y combatir a la policía.
    

El superrealismo huele a farsantería cuca –avisaban en la entradilla los editores de Gecé.

[Miércoles, 20 de Octubre]

Miércoles, 27 de Octubre

 


Presentimientos lunares

martes, 26 de octubre de 2021

Agenda



 
 
Pepe Cerdá

Ayer, entre los miles de libros, catálogos, revistas, carpetas y cajas vacías que en completo desorden conforman mi biblioteca, encontré mi agenda del año 1990.

Es una agenda grande y negra, tipo dietario. Con tan sólo acariciar la cubierta, bastante sobada por el uso, me trasladé a aquel año. Mi último año de la Casa de Velázquez en Madrid y el primero de mi estancia en París.

Aquel año cumplí veintinueve años y me recuerdo sintiéndome ya muy viejo, demasiado como para empezar una carrera artística, con la sensación de llegar tarde ya a todo. Ahora, desde mis cincuenta, me parece ridícula aquella sensación, pero entonces era algo que me atormentaba verdaderamente.

Aquel año expuse en Almagro, en la galería Fúcares, en Utrecht, en la casa de España (ahora Instituto Cervantes), en Venecia, en la Iglesia de San Bartolomeo y en Zaragoza, en el Palacio de Sástago. Sólo la exposición de Almagro fue individual, el resto fueron colectivas. En la página de la agenda que reseña y recuerda la exposición de Almagro aún hay pegado con celo un cheque a mi nombre de ciento cincuenta mil pesetas firmado por el propietario de la galería Fúcares: Norberto Dotor, que nunca tuvo fondos. Me recuerdo llamándole desde una cabina de teléfonos de París para rogarle que me pagara ya que necesitaba el dinero con urgencia. Nunca lo hizo.

Aquel año, tal y como rezan las citas anotadas, pedí varias becas que no me fueron concedidas: la de la Cité International des Arts, que me obligó a desplazarme a París y presentarme ante una tal Madame Bruneau, la del Ministerio de Exteriores y alguna más.

Aquel año conseguí una habitación en el Colegio de España de París y un pequeño estudio en la Cité International Universitaire, en el Boulevard Jourdan.

Aquel año conocí a Fernando Latorre que me llevó en su coche a París, a mí y a mis trastos, y que financió mis primeros meses. Luego montó su galería, primero en Zaragoza y después en Madrid; pero entonces no era sino un amigo que vendía cuadros y que se puso de mi parte vendiendo los míos.

En la agenda que ayer encontré no hay ni un solo día en el que no haya varios propósitos, ni un solo día en el que la zozobra de la vida por vivir no se note.

Desde ahora hasta entonces hay una línea imaginaria de veintidós años.

Veintidós años vividos en la dirección marcada por las decisiones tomadas en aquel año.

Ayer devolví la agenda al montón de libros desordenados que conforman mi biblioteca, tal vez nunca más la vuelva a encontrar.


“En el arte hay mucha mentira, pero también mucha verdad”

 

La caverna son los otros


El brigadismo de progreso

 

-Las dichosas frases están tomadas de Libertad Digital —por supuesto—, La Gaceta, El Mundo, esRadio, ABC, La Razón, Intereconomía, Telemadrid (¡!) y otras, es decir, todo lo que se publica salvo El País y Público. En esos medios se expresa la Caverna: Gabriel Albiac, Mario Noya, Javier Nart, Mario Conde, Federico Jiménez Losantos, José Javier Esparza, Alfonso Rojo, Rubén Múgica, Isabel San Sebastián, Manuel Martín Ferrand, Carlos Dávila, Juan Ramón Rallo, Hermann Tertsch, Ignacio Gordillo, Tomás Cuesta, Agapito Maestre, Florentino Portero, Pablo Molina, José Luis Martín Prieto, José María Marco, Jon Juaristi, Arcadi Espada, Ángela Vallvey, Ignacio Ruiz Quintano y un largo etcétera, todos juntos y revueltos, como si lo mismo fuera un liberal que un demócrata cristiano, un católico que un agnóstico: aunque es cierto que ninguno de los citados es socialista.

Click

Un oro nefasto


Mallarmé

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El jefe de la inteligencia chavista le cuenta a un juez español que Zapatero posee una mina de oro (¡como la viuda de “Deadwood”!) en Venezuela, y España sonríe.


    –No me da envidia el dinero porque de orgullo me llena / ser el mejor barrenero de toda Sierra Morena –cantó Antonio Molina.
    

Zapatero de mejor barrenero de toda Sierra Morena sería un lujo de metáfora: la metáfora del 78, hija de un estilo artístico que Octavio Paz llamó “el barroco excremental”.
    

En el “estilo jesuítico” y la poesía hispánica del diecisiete ve Octavio Paz el reverso de la austeridad protestante y de su condenación y sublimación del excremento.
    

España extrae el oro de las Indias, primero de los altares del “demonio” (los templos precolombinos) y después de las “entrañas” de la tierra. América es una suerte de letrina fabulosa.
    

Sólo que ahora la operación no consiste en la retención del oro, sino en su dispersión. Un soberbio desperdicio excremental de oro, sangre y pasión. Según él, en el barroco español, el oro y su doble fisiológico, el excremento, significan lo contrario del lucro productivo: son la ganancia que se inmola y se incendia. Ritos de la perdición y el desperdicio. Sacrificio y defecación. La dualidad sol y excremento se polariza en Góngora, el poeta solar, y en Quevedo, el poeta excremental (ve en el culo la cara de los cíclopes), que dice: “Traigo todas las Indias en mi mano”. Como el indiano pucelano.


    –El avaro es culpable de una historia infernal porque juega con el oro que junta en su cueva como el niño con su excremento.
    

“Un oro nefasto”, titula Octavio Paz, en homenaje al Mallarmé de “Un or néfaste incite pour son beau cadre une rixe…”
    

Tan nefasto que al astrólogo Botello no le aprovechó en la Noche Triste su astrología, que también allí murió con su caballo, nos cuenta Bernal, quien nunca tuvo codicia del oro: “Mas no dejé de apañar de una petaquilla que allí estaba cuatro chalchihuites, que son piedras muy preciadas entre los indios, que de presto me eché entre los pechos”.

[Martes, 19 de Octubre]

Martes, 26 de Octubre


 

 

Marrones que vuelan

lunes, 25 de octubre de 2021

¿Qué da más miedo?

 

¿Qué da más miedo, el toro o el contador?

[Pintada en la pared de un bar de Córdoba]

F.J.G.I.

Tiempo de reforma

 

Reformar con conocimiento


Francisco Javier Gómez Izquierdo

       Servidor de ustedes apunta aquí cosas del fútbol desde la perspectiva del fiel aficionado. Empedernido toxicómano refractario a cualquier tipo de terapia voy perdiendo memoria, reflejos y puede que claridad para analizar. Aun así, permitan que considere ridícula la pretensión de mantener al Barça como aspirante a algo. El clásico que se nos vendió ayer adulterado de falso glamour poco se diferenció del Burgos-Huesca que disfruté a continuación. Dos contraataques mortales y tres puntos a la "buchaca". El Burgos, debido a las deudas de los Caselli, no ha podido fichar y se ve obligado a mantener la plantilla de 2ªB. Los puntos que va sumando los consigue a base de concentración obsesiva en defensa y perfeccionando el arma más mortífera que tiene el fútbol: el contraataque. Julián Calero no tiene a su disposición medallas de oro en el sprint, como tiene Ancelotti en ese Vinicius amargalaterales, pero cuando tiene un córner en contra dispone a sus hombres como si fueran protagonistas de la paradoja de Zenón. "Ellos son famosos, ganan más dinero, han jugado en 1ª, pero si salís cuatro a la vez sin mirar atrás, por aquí y por aquí, no os cogen". Y no los cogen. Suben convencidos de marcar... y marcan. Así ganaron el jueves 1-3 en el Carlos Tartiere. Así ganaron 3-1 ayer en El Plantío al Huesca. Y así han sumado 16 puntos, un tercio de los necesarios para la salvación.
     

Ancelottí con sus Kroos, Modric, Casemiro, Benzemá, Vinicius..., sabe que son los Aquiles de la paradoja, pero se saben el cuento y por eso no estaría de más que Koeman aparcara sus cabezonerías y entendiera que Mingueza, Dest, Eric García (no entiendo lo de este chico), Menphis, e incluso el De Jonk bueno, son la tortuga de Zenón. Para contrarrestar la superior calidad y velocidad del rival más las carencias propias se precisa trabajo e ingenio y sobran autoafirmaciones de "somos el Barça" y tonterías parecidas. Al Burgos no se le permite deber la milésima parte de los euros que debe el Barça, pero como está acostumbrado a la precariedad, lo primero que ha hecho es reconocer sus limitaciones y procurar remediarlas. El Barça no ha conocido la pobreza y no tiene pinta de rebajar sus aires de grandeza. Ahí van a tener su penitencia. No es cosa de poner nombres y faltas pero es evidente que muchos titulares de Koeman  ayer no tendrían puesto en una alineación de hace dos años. Resulta desmoralizador constatar que la mejor baza ofensiva culé sea Jordi Alba huérfano del Messi con el que formó un dúo letal, que tu delantero centro sea un descarte del Sevilla y que el imprescindible del equipo sea un Busquets limitado de rendimiento por la edad y la condición física.
       

Nada es actualmente acorde con la historia del Barça, empezando por el nombre del estadio, Campo Nuevo, necesitado de urgentes reformas que lo adecenten, el chirigotero pantalón con el que saltan a jugar o las falsas expectativas de los simuladores que quieren engañar con el futuro de Ansu Fati, Gavi, Pedri... Nadie duda de la calidad  y talento juveniles pero a nadie sorprende , al menos a servidor, tanto tropiezo entre las escombreras del club y del equipo.

La clase trabajadora


Un Montalbán es lo que según Valdano necesita el Madrid

 



 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Mientras el club va apilando millones para asar un par de vacas sagradas, Halaand y Mbappé (con las vacas sagradas pueden hacerse las mejores hamburguesas, dijo Abbie Hoffman, y lo demostró Cruyff en el Barcelona), Valdano va echando de menos en la historia del Madrid un Montalbán, el que un día dijo que el Barça era más que un club, el ejército desarmado de Cataluña y más frases cómicas como de Ivà. ¿Y qué ha sido Valdano, sino un Montalbán con más vocabulario?


    Montalbán fue un pesado setentero de marca mayor, que se autoproclamó portavoz de la clase trabajadora, que nunca conoció. Esto se lo hizo ver en la tele José-Miguel Ullán en un programa de Balbín, y Montalbán, una mole de fingimiento, fingió llevarse un berrinche.
    

En España el mito impostado de la clase trabajadora debe de venir de la Constitución del 31, por la que España se constituía en “República de trabajadores”, una majadería del socialista (¡qué, si no!) Araquistáin (se hizo fama de inteligente porque se casó con una extranjera) que dejaba fuera de la Constitución a todo el que no tuviera un curro, es decir, los vagos y los maleantes, ley estrella, ay Carmela, de la República, derogada para que hoy no pudiera perseguirse a medio consejo de ministros.
    

¿Y el Madrid, qué? ¿Otra vez de centro? Porque, según Valdano, el Madrid no fue franquista en el franquismo, y la prueba, dice, es que el equipo no ganaba nada y que Bernabéu expulsó a Millán Astray del palco, con lo que Valdano viene a dar así la razón a Gabriel Maura cuando dijo que el franquismo fue una dictadura paliada por el incumplimiento (al contrario que el peronismo de Valdano, que es un incumplimiento paliado por la dictadura). Porque, en efecto, ¿qué clase de dictadura es ésa bajo la cual el equipo del dictador no gana nada y además tu club no invita al palco a los amigos del dictador? ¡Menuda república de tontos!
    

Y lo más peligroso de un tonto, como se sabe, es que sea trabajador, porque en el fútbol, como en la política, todo tonto se hace bribón, como sucedería con Raúl, si fuera tonto.
    

Raúl, sin embargo, es el tío más listo que ha conocido Valdano en el fútbol, y además ha roto en trabajador hasta tal punto que en Navalcarnero, villa comunera, ganó un día el Castilla que él entrena en el último minuto y algún jugador que hizo gestos al público fue abroncado por Raúl en términos propios de un lector del “Manifiesto” comunista prologado por la ministra Díaz, quién sabe si en sus ocios en el Schalke 04, club minero, donde Raúl vivió su jubilación pensionado por el Real Madrid.
    

No tenéis ningún derecho a humillar a gente trabajadora –dijo Raúl a sus pupilos en Navalcarnero.
    

Como el personaje de Proust cuyo amor iba siempre suspendido en una “frase” de Vinteuil, el pipero lleva siempre su afición suspendida de una frase de Raúl, igual de demagógica, por cierto, que sus carreras a fondo perdido por los balones que salían de banda en el Bernabéu. Este amor a la clase trabajadora quiere decir que Raúl será el sucesor de Ancelotti en el banquillo del Real Madrid.
    

Nací en el seno de una familia muy pobre –cuenta Ancelotti en sus memorias–. Mi padre trabajaba mucho. Teníamos diez vacas y hacíamos queso parmesano. No teníamos dinero, pero era feliz. Cuando no tienes nada, no sabes lo pobre que eres.
    

Bueno, ¿no?, Raúl sale de la madrileña Colonia de los Ángeles, que no es Reggiolo, pero tampoco… París, por decirlo al modo Luis Enrique, que también deja caer frases Vinteuil.
   

 –¿Triste por la derrota? –dijo Luis Enrique cuando la final ésa que perdió en dos movimientos de Eric García–. Hemos dominado el partido, y hemos perdido, pero podía ser peor, podíamos haber nacido en Francia.
    

¡Podíamos haber nacido en Francia! Es una genialidad sólo al alcance de un Yogi Berra (el beisbolista de los malapropismos, no el Oso de los dibujos, como lo confunde un académico que publica novelas de todo a cien), o de un compañero mío de periódico que entrevistó a la despampanante musa centrista Ágata Lys, paisana de Garicano, el mandadero de Soros, y arrancaba: “Ágata, como su propio nombre indica, es felina…”
    

Raúl alternó sus carreras de sacos demagógicas con genialidades así, que se llamaban “aguanises”, y con esos deslumbres se agenció una personalidad, que es, tiene dicho Rafael de Paula, lo primero que debe tener alguien que pretenda vivir del público.
    

Raúl nos hará un Madrid que será una Ugeté en Primero de Mayo.

 

 

Ágata Lys


EL CASO ALVES


    Dani Alves, el futbolista con mejor palmarés de la historia (cuarenta y tres títulos), supo hacer en su día la distinción futbolística entre tonto útil y compañero de viaje, es decir, entre aficionado y profesional: “Somos profesionales, no aficionados. Nos enamoramos de los sitios en función de lo que vivimos en el sitio. Yo soy aficionado del Bahía y del Sao Paulo. Lo que he vivido en el Barcelona me hace amarlo, como amé al Sevilla, pero que no me cuenten películas, no somos aficionados.” Y cómo habrá visto el panorama culé que, viéndose sin equipo, se ha ofrecido al club para jugar en condiciones de profesional “low cost”.

[Lunes, 18 de Octubre]

Lunes, 25 de Octubre

 


Entre Sócrates y Simón Pedro

domingo, 24 de octubre de 2021

Martín Chirino. Poética de la espiral*



 Chirino y Esteban
 
 
MARTÍN CHIRINO

POÉTICA DE LA ESPIRAL


Ignacio Ruiz Quintano

 De la fragua de sueños de Martín Chirino han salido en los últimos cincuenta años ríos de espirales: raíces, aeróvoros pajaroideos, inquisidores, faunos, atlánticas, afrocanes mitrados, penetrecanes, sabinas, alfaguaras y, por supuesto, ladies: inglesas fire-proof, radiantes e intrigantes con su castidad de hierro, que nos miran sin curiosidad ni comprensión desde otra especie zoológica.

    Tener presencias de más de medio siglo es como medio vivir entre sombras, y uno se ha hecho aquí el propósito ramoniano de alumbrar con luz de fragua para que se vea el milagro del artista –su respiración sagrada–, no la cosa consuetudinaria y pedagógica del arte por el arte.




Lo que define a Chirino, hombre de un pudor culto para las emociones, es su lucha y conquista permanente por ser un elegante: el gran elegante de la cultura española.

    “Menos es más”, respira Chirino.

    Y al respirar riza en el aire el rizo de la espiral, como una mariposa que nunca se acaba.

    El hombre es un “animal que crea espirales y habita espirales”, podría afirmar Chirino jugando el juego de Nicolás de Cusa.

    Tiene para sí Ruano que ser una criatura elegante exige casi todo el tiempo de una vida, y que por eso va fallando la elegancia en la existencia contemporánea.

    Ser en la vida romero, / romero solo, / romero / que cruza siempre caminos nuevos.
 


  
La obra de Chirino es como un meteoro lento, y lo que sostiene el edificio de nuestra imaginación al contemplarla es la idea de la gran elegancia de Chirino rodeada de los salvajes encantamientos que sugiere su oficio de señor del fuego, que es decir, para empezar, señor del hierro. Porque en el principio siempre es el hierro.

    El arte del herrero –como el del toreo, dice la copla– viene del cielo. Cuando los conquistadores españoles preguntan a los indios de dónde sacan sus cuchillos, estos les muestran el cielo. Del cielo cae el hierro meteórico cargado de sacralidad celeste: es la manifestación inmediata de la divinidad. Y un rumano olvidado, Mircea Eliade, nos recuerda que la palabra más antigua para designar al hierro, constituida por los signos pictográficos cielo y fuego, se traduce por metal estrella.

    El hierro cae del cielo: hierro estrellado. Es un nudo sideral. Un signo mineral del más allá. Y las herramientas del herrero participan del mismo carácter sagrado: el martillo se convierte en el símbolo de los dioses fuertes. Dioses forjadores. Al batir su yunque, el herrero imita el gesto ejemplar del dios forjador. Los metales proceden del cuerpo de un dios inmolado: la obra metalúrgica exige la imitación del sacrificio primordial.

    El herrero mítico es el héroe civilizador: ha sido encargado por Dios de perfeccionar la Creación, de organizar el mundo y, además, de educar a los hombres, es decir, de revelarles la cultura y de guiarlos en el conocimiento de los misterios.

    En el universo de Chirino, a la edad de la magia precede una edad de la razón. Un español –siendo español el que no puede ser otra cosa– puede ser un escultor, pero un escultor no puede ser nunca un bohemio. Un día Chirino se va de España por el escaso estímulo que tiene ser elegante en un ambiente triunfalmente zafio y para no dar pie a que otro día se diga de él que es un Picasso que no ha salido de España, que es lo que en España acostumbra decirse de un artista, en cuanto se queda.

    –Mira, muchacho –es el consejo de Belmonte a uno que empieza–: cuando tú veas que ya no puedes más, sigue para adelante, que todavía te faltan un par de metros para llegar al toro, ¿sabes?, ¿oyes? –y continúa fumándose su puro.

    Chirino sigue adelante (da El Paso) y sale de España.
 



Chirino sigue la tradición –ese pasado inmemorial que es también un perpetuo comienzo– del extremismo español: los primeros en dar la vuelta al mundo y los inventores del quietismo. “Sed de espacio, hambre de muerte”, lo resume Octavio Paz.

    Al regresar, Chirino viene ya con ese ladeo de cabeza que se le queda al español cuando oye música y no sabe dónde. ¿Todos tenemos el oído pendiente de una canción lejana que el ruido de los hombres, de nuestros propios pasos, no nos deja oír exactamente? ¿Será, Dios mío, una misma canción? Es probable, contesta Ruano, que esa música sea la nana dulce del pobre niño que todo hombre lleva dentro martirizado por el hombre que lleva fuera.

    Chirino comienza oyendo la canción del expresionismo abstracto, ese automatismo que viene del surrealismo y de una contradicción transparente: abstracción, por una parte, y por la otra, expresión. Ser y decir. ¿Qué son las esculturas de Chirino? Dibujos en el espacio. ¿Qué dicen? Se dicen a sí mismas.

    “Dibujar en el espacio” es la fórmula espiritualista con que Julio González nos descubre el Arte Nuevo: “¡No hay más que una aguja en la catedral que pueda señalarnos un punto en el cielo donde nuestra alma queda en suspenso! Como la quietud de la noche, las estrellas nos indican los puntos de esperanza en el cielo; esa aguja inmóvil nos muestra un número infinito de ellos. Son esos puntos infinitos los que han sido precursores de ese arte nuevo: dibujar en el espacio.”

    Dibujar en el espacio como se pinta en el agua.

    ¿Qué es el espacio? Como el tiempo, sólo se sabe si no se pregunta. El espacio, se nos dice, es lo que está más allá, al otro lado, lo cerca-lejos, lo siempre inminente y nunca alcanzable. Apenas lo tocamos, se desvanece. Y lo que se toca es el espacio exterior, porque el espacio interior –la energía encerrada en cada forma– es lo que se oye: “El espacio canta un canto que no oímos con los oídos, sino con los ojos.”

    (La solidaridad entre el oficio de herrero y el canto –volvemos a Mircea Eliade– queda de manifiesto en el vocabulario semítico: el árabe q-y-n, “forjar”, “ser forjador”, está emparentado con los términos hebreo, sirio y etíope que designan la acción de cantar.)

    En su avance, la física va dándose cuenta de que la vista, como fuente de nociones sobre la materia, es menos engañosa que el tacto. Medíamos las cosas a ojo, pero las precisábamos a mano. El tacto, pues, nos daba el sentido de la “realidad”. Sin embargo, ¿cómo tocar el cielo?

    “El ojo con que veo a Dios es el mismo ojo con que Dios me ve.” (Maestro Eckhart)

    Los físicos nos enseñan que lo que aprendemos por el tacto sólo es un prejuicio. En el ejemplo de las bolas de billar, la aparente simplicidad de la colisión es ilusoria: en realidad, las dos bolas nunca llegan a tocarse del todo. Música y silencio de las esferas. Paz sostiene que las esculturas son trampas de hierro para apresar lo inaprensible: el espacio, que hay que oír con los ojos (ya que están tan distantes los oídos).
 



Música callada y soledad sonora de la mística: porque es inteligencia sosegada y quieta sin ruido de voces y así se goza en ella la suavidad de la música y la quietud del silencio:

    ...las ínsulas extrañas / los ríos sonorosos / el silbo de los aires amorosos / la noche sosegada / en paz de los levantes de la aurora / la música callada / la soledad sonora / la cena que recrea y enamora...

    Puro Chirino.

    En Chirino el dibujo antecede siempre a la escultura, de elegancia alada: esa geometría de reflejos que adopta la forma fascinante de la espiral que vuela, ondea, flamea o revolea, símbolo del viento y de la palabra. El caracol, explica Paz, es la casa de los ecos: el eco se adentra en el caracol hasta volverse silencio o se dispersa en la trompeta.

    La espiral es universal: el caracol marino de Dalí es también un ojo, Neruda tiene una colección de caracoles, Brancusi hace un retrato a Joyce en forma de espiral y Mallarmé recurre a la espiral –el gesto por incapacidad de explicación verbal que hace uno cuando le preguntan qué es una espiral– para describir el movimiento de su escritura.

    Ahora, recién salidas de la fragua de sueños de Martín Chirino, ven la luz –¿no es el ideal de la inteligencia alcanzar la mayor velocidad conocida: la de la luz?– nueve espirales, o nueve musas distintas y una sola espiral verdadera, como nueve regalos de Oriente, que es donde los regalos se dan en número de nueve, si han de llegar al mayor grado de esplendidez y magnificencia.

    Menos es más.

    Chirino hace suya la ventaja del silogismo minimalista “Menos es más”, título del manifiesto de Van Der Rohe (nada que ver con la cháchara posmoderna de Barry Schwartz y su tiranía de la abundancia), que viene a ser como la “navaja de Ockham” –no multiplicar los entes sin necesidad– del puro Arte chirinesco: las espirales, el viento, los alisios, los sueños de Canarias, la alfaguara, la iberia y el árbol de luz y de sombra que se derrama sobre la memoria de Manuel Padorno, el poeta que apacentó a un rebaño de rocas que dormía echado en la orilla final, el amigo (lo mismo Manuel Millares) con quien tanto quería Martín Chirino.

 “Y se va quedando uno solo como en una selva en la que no dan sombra los árboles...”

    ¿Existen los espíritus arbóreos?

    Entre los antiguos son corrientes los bosques sagrados: Frazer deduce la severidad del culto de las penas feroces que señalan las leyes germánicas para el que se atreve a descortezar un árbol vivo: cortan el ombligo (que es una espiral) del culpable y lo clavan a la parte del árbol que ha sido mondada, obligándolo después a dar vueltas al tronco (que es otra espiral) de modo que queden sus intestinos enrollados al árbol. Vida por vida. Hombre por árbol. Espiral.

    Peter Sloterdijk, filósofo de la esferología, afirma que, en cuanto hombres de tradición, desde nuestro ombligo ampliamos la sensación de espacio, organizando en círculos concéntricos el mundo circundante que nos es más significativo: “Construimos, pues, el mundo como una circunferencia que se extiende en torno a este punto central. Este soñar, imaginarse, ensancharse de la imagen de mundo propia de la función umbilical que llega al borde del Todo es una actividad cosmopoética: en ella han estado atrapados siempre los pueblos de la Tierra hasta la irrupción de la era moderna.”

    El árbol de luz y de sombra, la iberia, la alfaguara, los sueños de Canarias, los alisios, el viento, las espirales... Cada paso es simultáneamente una vuelta al punto de partida y un avance hacia lo desconocido. Chirino es un desprendimiento de Canarias, que es un desprendimiento de África. Paz tiene observado que aquello que abandonamos al principio nos espera, transfigurado, al final: “Cambio e identidad son metáforas de Lo Mismo: se repite y nunca es el mismo.”

    Chirino concibe sus grandes series por décadas, como se conciben los grandes amores y los grandes boxeadores. ¿Por qué las grandes obras, como las grandes frases, son grandes? Estas grandes espirales de Chirino son como la verdad de su Arte en números redondos. ¿Y si Borges llevara razón y nuestro hermoso deber fuera imaginar que hay un laberinto y un hilo? “Nunca daremos con el hilo –aclara el ciego–; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.”

    Menos es más.

    La delicadeza de Chirino –“par délicatesse / j’ai perdu ma vie”, canta Rimbaud en la torre más alta–, con sus diáfanos ojos primitivos y una larga paciencia para ver siempre las cosas como si fuera la primera vez, está presente tanto en las formas del viento –“el escultor que vio el viento”, se dice de Chirino– como en las de la iberia, ese pisapapeles de eses ferruginosas –la S es más misteriosa que la X– que parecen sostener la inmovilidad de España y evitar que se levanten sus puntas. Cuerno, sombra, sol y hierro: la catástrofe del toro. El toro, la muerte y el agua. Inspirada en las turbulencias del agua, la espiral es un hundimiento en las “aguas de la muerte”. El sol se pone y vuelve a salir: muerte y resurrección en el redondel.

    Arte de birlibirloque: “Don Juan –anota Leiris–, una vez saciado de estoquear a sibilas culonas, con la misma unción con que se entra en religión, tomó el hábito de la tauromaquia.” Sin pasión, concluye Chirino, no hay vida. En palabras de Jorge Eduardo Eielson: “Vivir es una obra maestra”. Y a Chirino siempre se lo encuentra, solo, en medio de la corriente.

    –La liga en la media –dice el poeta más verde– puede llegar a ser un pecado venial. Lo que debe empezar a preocuparnos son unos pies descalzos por la hierba fresca...

    Hierba fresca. Pies descalzos. Esta colección de árboles, iberias, alfaguaras, sueños, alisios, vientos y espirales iba a llamarse Laberinto: un laberinto de hierro forjado, no fundido; retorcido por ciclópeas manos rumanas hechas al oficio en las fraguas donde el hierro fue el pan de Rusia. Forjas formidables de la escultura contemporánea que iban a agruparse al hilo de un laberinto: el laberinto como una grieta en las entrañas que encierra la esperanza del retorno. Laberinto de símbolos. Laberinto –invisible– de tiempos.

    Nueve –el número de espirales que iban a componer el laberinto– es un número perfecto, pues está formado por el tres, que también es perfecto y que nos trae de regalo el soniquete contento de aquel estribillo guillenesco que cantaba Merceditas Valdés: “¡Chi-ri-no / con su tres!”

  (La bemba grande, la pasa dura, / sueltos los pies, / y una mulata que se derrite de sabrosura...)

    En la idea borgiana de laberinto hay también una idea de esperanza, o de salvación: para sentirnos seguros, nos basta saber con certeza que el mundo es un laberinto. Porque el laberinto es orden: hay un centro, y en el centro está el Minotauro. Pero no sabemos si el Universo tiene un centro. Tal vez no lo tenga, y uno cree que ésta es la razón que lleva a Chirino a renunciar finalmente al nombre del laberinto: es probable que el mundo no sea un laberinto, sino simplemente un caos, y en ese caso estamos perdidos. Chirino, que ha vivido por entero el siglo veinte –nació en los flecos de la belle époque, cuando la vida empezaba con desmayada elegancia después de comer–, parece estar ya más en la idea de que el Universo no es explicable, y ésa es ya la idea más terrible.

    Al toro final, el toro de la despedida, ese toro chirinesco de la iberia, que es una catástrofe de toro, porque está todo estrellado de cielo –¿una consecuencia birlibirlológica de la Teología?–, hay que mirarle bergaminianamente las orejas: o para prevenir la arrancada, como aconseja Pepe-Illo, si las mueve las dos; o para saber de qué lado sabe cornear, si mueve una, como aconseja Montes.

    El toro del laberinto es un caos de toro.


 
Chirino, Jesús, Rafael
___________________
*Cátálogo Marlborough Madrid
19 de octubre -19 de noviembre de 2005

Más serio está el toro


«No hay torero más bonito que Pepe Luis.»

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc, 21 de Agosto de 2002

 

Decíamos que andar, andar, sólo saben andar los toreros. Los demás, desde políticos hasta centrocampistas, pasando por todos esos profesorales tragaldabas de los cursos de verano, se mueven por sus pies de un lugar a otro, que es otra cosa. Tal vez el asunto no parezca muy actual, pero, bien mirado, ¿qué tiene que ver con uno la actualidad?

La actualidad no es más que esa sopa boba que los periódicos de ahora, como las fondas de antes, sirven fría. Su reparto, además, está en manos de los progres -no confundir con los rojos-, que se pasan la vida como el pájaro-cerrojillo la noche: piando y chirriando. ¡Menudos pájaros, los progres! Un canario-flauta pía/chirría haber descubierto a Stefan Zweig y se convierte en lechuza de Minerva. Para eso son los dueños del adjetivo, y el adjetivo es todo en la actualidad: todo lo que está bien, todo lo que está mal.

Lo peor de esta moral laica es que no concibe nada que no sea digno de adoración, con lo cual no le queda a uno más remedio que pasarse el día sufriendo y sacrificándose por todas las cosas: por la conversión de los americanos, por el alma más necesitada, por los poetas que padecen persecución, por los navegantes y, por supuesto, por la paz. De derechas o de izquierdas, el progre habita esa zona media, equilibrada, accidentalista e inexpugnable que describió Pemán, y que es, dicho sea con su sorna, como una cordillera de dogmas tranquilos: «España está defendida por los Pirineos y por las beatas.» Es decir, (hoy) por los progres, sus sucesores, por mucho que anden como el sacristán, que quiere que en la calle no lo tomen por eclesiástico.

Detrás de los trisagios antitaurinos de Vicent, nadie puede dejar de ver a aquella beata pemaniana, con perillita y rosario de cuentas de lapislázuli, que en el tren, en medio de la conversación masculina, leía moviendo los labios un Kempis con pasta de concha. «¿Qué te aprovecha disputar altas cosas si no eres humilde?», bisbiseaba la buena señorina, mientras los hombres hablaban de la bomba atómica y de la penicilina. Y cuando la conversación derivó hacia los toros, la beata alzó los ojos de su Kempis para decir con dulce firmeza: «De todos modos, no hay torero más bonito que Pepe Luis.» Y siguió leyendo sobre la vanidad de las cosas humanas.

Hoy no hay, incluso para los progres, «torero más bonito» que José Tomás, el único torero con Noche Triste -aquella «rota» de junio, cuando hizo añicos algo precioso, «igual que se rompió un vaso de alabastro a los pies del Señor»-, que todas las tardes torea con la mano izquierda, aunque conozco a gente que lo sigue sólo por verlo andar, como los feligreses de aquel rabino de Praga que iban a la sinagoga sólo por verlo atarse los zapatos. Triunfo del gusto sobre la democracia.

Los revisteros llaman «mística» a esa indolencia de los toreros serios, que son lo contrario de los toreros descarados, de los cuales, decía Corrochano, no cabe esperar nada, como no sea alguna incorrección. Una vez que un revistero mejicano le preguntó por qué toreaba tan serio, Manolete respondió: «Más serio está el toro.»

Los andares de Manolete maravillaban por el aroma de solera seria y concentrada que derramaba sin proponérselo. Según Gerardo Diego, había nacido para la majestad, pero le faltaba la corpulencia y la armonía que la majestad exige: «Y ésta fue la única tragedia íntima del toreo de Manolete desde el punto de vista de la estética.» Éste es el misterio de los andares que hacen gritar, no «¡Pivote, pivote»!, sino «¡Torero, torero!» ¿No redujo John Ford toda la historia del cine a ver caminar a Henry Fonda?

 

Henry Fonda

Domingo, 24 de Octubre

 


VAR abierto

"¿Qué quieres que haga por ti?"

DOMINGO, 24 DE OCTUBRE

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.» Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo:

-Llamadlo.


Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:

-¿Qué quieres que haga por ti?
 

El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.» Jesús le dijo:

-Anda, tu fe te ha curado.

Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.


Marcos 10, 46-52

sábado, 23 de octubre de 2021

El concordador



 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La derecha casadera, cuyo símbolo no es una gaviota, que grazna, sino un charrán, que trisa, no derogará las inicuas leyes que no derogó Rajoy a la espera del fallo del TC, para lo cual corre a pastelear con la izquierda sanchera los jurisperitos de ese obrador kelseniano.


    Claro que si los jefes de Casado en Alemania consiguieran colocar a Casado en La Moncloa, la ley de Memoria Democrática, que convierte a Stalin en un Tom Paine con bigotes, se llamaría ley de Concordia, pero conservaría el birlibirloque que humaniza las películas con el truco de la marcha atrás, empleado por un tuitero, Doctorow, para hacer sinopsis: “Si miras ‘Tiburón’ al revés, es la historia de un tiburón que vomita personas hasta que abren una playa”. “Y ‘Supermán’, la de un tipo que vuela poniendo a la gente en situaciones precarias y luego se esconde”. “Y ‘Viernes 13’, la de un jugador de hockey que cura a unos adolescentes heridos para que puedan irse del campamento a casa”. La República, la Urss y el Psoe vistos por la Memoria Democrática, nombre, por lo demás, tan ridículo como el país que lo acepta sin haber conocido la democracia jamás.


    ¿Qué es la concordia? En política, la corrupción suprema: reparto del botín, en palabras de Ortega sobre la Restauración. Aunque a Casado le suene, de casa, la versión ciceroniana de Fueyo, la concordia política es un invento francés (“¡unión, amistad, concordia!”) a la caída de Robespierre, con los asesinos de la guillotina concordando con los aristócratas supervivientes: llaman plaza de la Concordia a la plaza de la sangre y marchan, juntos, a comer y a beber en los estrellas Michelin del Directorio (modelo de nuestra Transición) como si el mundo fuera a acabar. ¡Las terrazas de Madrid! De las “cerves” con bravas de Ayuso a las cartas de cien platos de Barras.
    

Al españolejo es fácil engañarlo con la concordia porque cree que la política, siendo por definición conflicto, lleva a la crispación, y la crispación, a la guerra civil, “como en el 36”.

[Sábado, 16 de Octubre]