lunes, 11 de octubre de 2021

Traidores de melodrama


El enterrador de Lucky Luke

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El Madrid no juega a nada, pero está en lo más alto del guindo, en compañía del Atlético, que tampoco juega a nada, pero la nada atlética entusiasma, mientras que la nada blanca sume en la melancolía, y uno teme por Camavinga, que arranca bien, y al rato se le pone careto de malogrado, y no queremos pensar en el malogrado de Thomas Bernhard. Hay equipo para Halloween: Lucas, Nacho, Modric, Kroos, Hazard, Vinicius… están de broma. Florentino Pérez pide ataque (el adeéne del  club, dice), y Ancelotti, “agradaor” profesional (presume de ello), se lo da… con lo que tiene. Defensivamente, al lado del Madrid de Ancelotti, que iguala un registro negativo de Lopetegui, el Barcelona de Koeman es la Juventus de Trapattoni, el amigo del cardenal Ratzinger. Enfrente, el Español de Vicente Moreno pareció a ratos el Bayern de Flick. Si el Madrid se presenta así al Clásico, hay Koeman en el Barça para toda la temporada, y quizás ésa sea la estrategia.
    

La pandemia descubrió el muermo que es el fútbol (ningún joven aguanta ya un partido completo ante el televisor, y no toda la culpa va a ser de Álvaro Benito), y los capos de la industria han decidido sazonarlo con recursos de Douglas Sirk, como el traidor de melodrama.
    

Antes la salsa del fútbol eran los goles. Como ahora no hay goles (ausentes Cristiano y Messi, nos queda Griezmann, el que aspiraba a comer en la misma mesa), la salsa dicen que es el público, pero público, bien mirado, sólo tiene el Atlético, con Simeone haciendo de Herbert von Karajan, y la comparación es de Carlos Martínez, que se pasó la noche vendiéndonos a Gavi, la penúltima joya de Luis Enrique, que ha convertido el Combinado Autonómico en su Barça B. “No vayas con una camiseta del Barcelona por la calle porque te pilla Luis Enrique y te lleva a Las Rozas, y de ahí ya no se sale”, avisaba el otro día un tuitero.
    

Tiene mérito el público atlético: te apeas en la Puerta del Sol y vas al Wanda dando un paseo; calle de Alcalá, calle de O’Donnell, prolongación de O’Donnell, Almudena, M30, San Blas de Julián López, el Wanda, pagar en la taquilla, subir a la localidad y, cuando por fin te sientas, sale Simeone vestido de enterrador de Lucky Luke y te manda a cantar, y cantas viendo a Koke… ¿arar? En la TV es peor, y los sacamuelas que se ocupan de los comentarios procuran dar temas de conversación: Benito te cuenta los apuntes de termodinámica del colegio de entrenadores y los demás picos de oro se adentran en la psicología de masas. Suárez hace un gol y no lo celebra, todo lo contrario que Raúl de Tomás, que tendrá sus gatos en la barriga con el Madrid. Suárez no lo celebró por lealtad al Barcelona, pero le hizo “el teléfono” a Koeman como Miguel Mateo Salcedo, Miguelín, un 19 de mayo del 68, en Las Ventas, se tiró de espontaneo con traje y corbata y le hizo el teléfono a un toro de El Cordobés, para ridiculizarlo. Sale Griezmann y se oyen algunos pitos, porque Griezmann es el traidor de melodrama del Wanda, pues marchó al Barcelona para ser el aguador de Messi y volver al Atlético.
    

Par délicatesse. J'ai perdu ma vie. Ah ! Que le temps vienne. Où les coeurs s'éprennent –musita el Rimbaud de Simeone.
    

¿Qué papel se le reserva al Madrid en esta nueva comedia? Lo desveló Ancelotti en rueda de prensa previa al partido con el Español: no podría entrenar al Barcelona, porque “no puedo ir contra mi historia”.
    

Ancelotti estaba en la Juventus, donde lo odiaban como ex jugador de la Roma y del Milán. Tras dos años, donde, al decir de Galliani, adquirió fama de ser “un magnífico perdedor, el hombre del casi”, lo echaron y se fue al paro. Entonces lo llamó el Parma y dio su palabra con apretón de manos. Un apretón de manos entre Carlo Ancelotti y Calisto Tanzi. Y llamó también Galliani, del Milán. “Te esperamos”, le dijo, y Ancelotti… ¡desconectó el teléfono!
    

En cuanto firmé el contrato con el Milán , volví a conectarlo. Lo necesitaba para llamar a Tanzi y decirle: “Lo siento, pero el Milán es mi familia. Espero que lo entienda. “Lo entiendo todo”, contestó Tanzi. Han pasado muchos años de aquello y todavía no sé si Tanzi estaba de broma o no.
    

Sirva la anécdota para tranquilizar al piperío blanco, que puede estar seguro de que Ancelotti nunca entrenaría al Barcelona (Guti, a lo mejor), y eso que en asuntos de lealtad el propio Ancelotti reconoce que en el Chelsea (después de lo de Tanzi, en cualquier caso) aprendió a ser más flexible. Abramóvich volvió más flexible y adaptable su idea del liderazgo.



Sampaoli


“HACER LO QUE QUIERAS”


    Se sabe que Cruyff, que de jugador se fumaba un par de cigarros en el descanso de los partidos, cuando Romario llegaba al entrenamiento matinal con cara de haber dormido en un coche (en realidad se había pasado la noche dando conversación en los bares de Sitges), no abroncaba al genio brasileño (Cruyff no iba a comportarse como un Naya), y se limitaba a recordarle que le pagaban por meter goles (y los metía), no por dormir en casa. Ahora hemos sabido el secreto del loco Sampaoli para hacer jugar a Samir Nasri en el Sevilla: “Ven a Sevilla –le dijo–: puedes beber, ir a discotecas, hacer lo que quieras...” Y nuestros liberalios con esos pelos. 

[Lunes, 4 de Octubre]