miércoles, 31 de agosto de 2016

Cabracho a la plancha de La Reguerina

La Reguerina

 Al anochecer

Primero les navajines

 Luego, el cabracho

 Una plancha no vista desde El Tabla

“Es usted único”


Hughes
Abc

Tras diez horas de debate, y con más cronistas y analistas que diputados -y en no pocos casos más fieramente partidistas-, hay poco que añadir. La pretensión de decir algo nuevo, algo de interés, es una ingenuidad. Las neuronas han recibido un maltrato severo.

Queda ya lejano el discurso de Sánchez a primera hora de la mañana. Algo ha pasado con él, algo más que la Vitamina E. La estrategia veraniega del PP, el “Sánchez, ríndete”, parece que ha creado un asomo de líder donde no había nada. Le han dado un motivo, algo que decir. De hecho, hasta usó las palabras de Rajoy. Hubo un momento cómico en el que se citaron mutuamente para replicarse. Había algo de virtuosa comedia matrimonial y un “cuelga tú” a lo Pimpinela en las réplicas. Sánchez algo de opositor sí tiene, porque exasperó a los dos Rajoy: el chulesco y curricular que presumió hasta del Pacto del Majestic, y el otro, el indefinible y sinuoso, el de perogrullo, que llegó a su máxima expresión en la pronunciación de la palabra “vericueto”, de una malignidad y musicalidad asombrosas. Al decir “vericueto” cambió de mirada varias veces.

Pablo Iglesias, por el contrario, se desdibuja. Evacuó en rap, pero con una mano en la cintura cual jotero, una concatenación inverosímil de simplificaciones. La gente, los pobres, los ejecutivos, los del IBEX… Ni siquiera dice ya “élites”. Sería insuficiente hasta para debatir con Inda. Rajoy disfrutó en las réplicas y sus abusos brillaban, un poco más atrás, en la sonrisa sádica de Hernando. Fue una escabechina. Sobre todo porque se vio, y Rajoy no lo ocultó, que se lo reserva. Se guarda a Iglesias como un jamón para ir consumiéndolo loncha a loncha los próximos años. Se lo dijo: “Usted y yo nos vamos a seguir viendo muchos años”. Y algo muy pontevedrés se le encendió al decirlo.

En los términos de Juego de Tronos que le gustan a Pablo (y a todos, que no estamos ya para Homero): él es Theon Greyjoy en manos de Ramsay Bolton (Rajoy), que se lo irá merendando al ritmo deseado. Iglesias más que un populista es un salazón.

“Grafitero”, se llegó a decir, y algo hay. Iglesias ha cumplido su función, ha dividido a la izquierda, ha integrado la indignación y para ello le han puesto una pared en el Congreso, para que pinte monas sin molestar.

Hay algo en Iglesias que no cambia. Sus citas son de un maximalismo estremecedor. No es que se ponga pedante. Se pone pedante, cursi y truculento a la vez. La verdad es que para conseguir ese efecto hay que escoger muy bien los autores. No es cualquier cosa. Su discurso es un crescendo en el que no respira. Yo creo que lo entrena en apnea. Torácicamente engaña, Iglesias.

Es curioso, pero en contraste qué académica sonaba la izquierda de Garzón, que hasta en el aspecto se ha especializado en ese irreductible sector intelectualizado de sus votantes. Lo primero que hizo fue subir el nivel: “Desde el punto de vista éticopolítico…”. Hay viveza en Garzón, en ese buscarse un nicho.

El nicho, el rinconcito, el subsector específico. Quien consigue eso tiene mucho hecho. Ya tiene su “circunstancia”. El que no, va dando tumbos.

Mientras todo pasaba, las cámaras enfocaban a Rivera, que estaba siamés con Girauta, muy pegado. Y por alguna razón Girauta pesaba más en el plano. Visualmente, esta fugaz legislatura podría recordarse así: la de los planos de Girauta, la actualidad de España reflejada en el rostro boquiabierto, descolgado de Girauta, que es un caviloso maxilar, de los pocos con entidad facial comparable a Rajoy.

La intervención de Rivera llegó demasiado tarde. Habían hablado los de Unidos Podemos (la portavoz de Las Mareas habló de “las precarias”) y Rivera comenzó pasada la hora del aperitivo, muy tarde para un hombre de Estado. Confieso que yo ya estaba “soñando tortillas”, que dicen en Cataluña, y el centrismo suyo me pareció indigerible. No es un centrismo ligero y distante, de la quietud, de estarse quieto, que para eso uno está en el centro, sino lo contrario: un centrismo de estar en todos lados. Esto descoloca todo, claro. Es abusivo, incansable, un centrismo que debería centrarse.
Va de señor del loctite a recomponer los jarrones ajenos, de querubín que pasa el salero cuando no se hablan dos en una mesa. Rivera es un centro expansivo, invasivo, que además no deja espacio. En algún momento dijo “Nos gusta que corra el agua”. ¿Y el aire? ¿Que corra el aire no? Rivera busca “espacios comunes” con todos, “lo que nos une” con todos, y ha renovado cansinamente el “Por España”. Entre él e Iglesias han descafeinado hasta el falangismo. Rivera, con más reformas que minutos para exponerlas, volvió incluso (¡a estas alturasa!) a lo de la Nueva Política: “El decadente bipartidismo…”. Pero más decadente parece lo emergente.

La impresión es que Ciudadanos ha renovado el españolismo de Rajoy y fecundará electoralmente su visión de Cataluña -que no era visión, era algo mudo, jurídico, estupefacto-. ¿Qué obtienen a cambio además de la mera supervivencia personal? Desde el atril, la sombra neogótica de Rajoy -como una gran ojera parlamentaria o un eucalipto caderón- tapaba a veces los semblantes ordenados y algo mustios de los señores de Ciudadanos.

Rivera dijo una de esas cosas candorosas que ahora se oyen constantemente: “Yo creo que todos somos libres e iguales… individuos”.

De alguna forma, Rajoy, Rivera y Aznar compondrían una ecuación casi perfecta. El reformismo perdido, melancólico, que no se cree nadie ya (esta misma tarde leía que Calígula, nada menos, también era reformista). Las piezas inconexas del regeneracionismo aquél.

Rajoy y Rivera, por cierto, comparten un gesto nasal similar, algo así como el tic de lo irrespirable. Un leve mohín de asco o de dificultad (asco democrático, en todo caso). Me los imagino en pleno pacto con esas caras de respirar helio que ponen los dos…

Por la tarde se produjo una de las mejores intervenciones del día. Aitor Esteban, del PNV, arrancó con cinco minutos brillantes de oposición. Puede que los mejores de la sesión -o “evento”, que diría Iglesias-. Le recordó a Rajoy que lleva diez meses sin control parlamentario. “¿A quién representa usted concretamente?”. Y resumió a Rajoy: cuatro años de mayoría absoluta y decretos-ley, y diez meses de ejercicio en funciones sin dar cuenta al Parlamento. Le faltó añadir un dominio envidiable del partido y algún requiebro al mismísimo Rey.

“Es usted único, señor Rajoy”. Y razón no le falta. Esto es ya, en sí mismo, un período, una fase histórica, un interregno suyo. Una crisis entre lo muerto y lo no vivo detenida en él. Rajoy como limbo y condena generacional. En fin, esto es conocido y ya se ha dicho.

Esteban es un político real, serio, en un país infantilizado. Habló mucho de productividad, con mucha propiedad porque los vascos no admiten que nadie les tosa en lo del I+D+I. Pidió la Y vasca -la y griega vasca en eusquera es un poco querer tenerlo todo- y desplegó, al discutir las inversiones del Estado, unas maneras tenderiles muy graciosas: “¡Anóteme también…!”. Los nacionalistas vascos y su elástica disposición adicional primera, su tira y afloja competencial, exhiben un nuevo anacronismo: “Queremos salvaguardar nuestra capacidad de decidir”. ¿Pero no parece que ahora todos decidimos menos?

Creo que fue Esteban a quien Rajoy respondió con algo sublime y mortificante: “Usted también representa a Pontevedra”.

En el Grupo Mixto llamaron mi atención las dificultades expresivas de Homs, un hombre poco extremoso en apariencia, pero de una cortedad oratoria notable -amén de algún lapsus gracioso como “mazazazo”, ese envés rumbero del catalán-. También Baldoví, con el que Rajoy estableció una honda conexión humana. Baldoví citó a poetas locales y a Lampedusa, que en sus labios parecía de Paiporta. Bautizó el Pacto de C’s y PP como el Pacto del Gatopardo. ¿Por qué no tuvo la audacia de llamarlo “El Gatopacto?”. Baldoví, que es un hombre de una afabilidad mediterránea innegable, pidió un esfuerzo de alternativa para lo cual “eran necesarios más síes que ‘nones’”. Los lapsus del grupo Mixto darían para mucho, y eso sin entrar en la portavoz de Bildu. Llevaba la chapa de Otegi en el pecho como si Otegi fuera Jimmy Carter. Escuchándola desgranar el discurso “radical multicolor”, que diría Rajoy, cualquiera se preguntaba en qué se nota ya que los de Bildu no son como los demás.
Es verdad que pegando mucho el oído se percibía un desbocamiento algo truculento aún, una naturaleza ibérica muy marcada e incluso temible en sus “’Ya está bien!”, en los brutales participios en “ao”. Algo aún por desbastar, agreste más que rústico. Montaraz. Pistas que la superficie de su discurso naif y universalizado consiguen ocultar. Un discurso que hablan casi todos. Una especie de idioma-salvoconducto.

Quizás en la próxima legislatura el Grupo Mixto ya cuente con PACMA. Qué maravilla será, a esas alturas del debate, pasar de los seres humanos a los animales y sus preocupaciones. El problema será, claro, para la Comunidad Autónoma cuyos intereses sean defendidos inmediatamente antes que los de PACMA. ¡Qué sensación de eslabón perdido tendrán entre el humanoide español y el animal común! A ver cómo reparte eso la Mesa del Congreso.

Quizás siga entonces Ana Pastor, tan seria como un rapa nui. Cuando cumple el reglamento el gesto se le eterniza un poco por la comisura, como a una damisela de Avignon.

En fin, qué día.

Bonito de El Descanso

Rodaja de bonito tan ancha como la rueda de un tractor y tan jugosa como una nectarina

Costner





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Kevin Costner, que disputa a Andy García el título de actor más cuesta arriba de Hollywood, dice sentir curiosidad… por la política española. No es para menos.

    Un ciudadano americano que asista al espectáculo de la investidura en Madrid se flipará como cualquier turista español que de paseo por Shanghai diese con un cartel de toros (“touniu”, en chino) anunciando a José Ignacio Ramos.
    
Cuarenta años después del advenimiento de la Democracia (en la jerga tolái de los fray Gerundio “dios” se escribe en minúscula, y “Democracia”, en mayúscula), la politología de los “demócratas de toda la vida” ha llegado a las siguientes conclusiones: el sufragio universal es peligroso, pues votan los viejos, y votan derecha y “Brexit”; las votaciones son caras y no deciden nada; la oposición política es “boicoteo” (politólogos hay que en Pdr Snchz ven la reencarnación de Serguéi Necháyev, el demonio nihilista de Dostoyevski).
    
Otra curiosidad de la política española es que el converso, que representa acomodos, merece más respeto que el cristiano viejo, que representa principios. Por no señalar a los de aquí, tomaremos el ejemplo que en Francia ofreció Revel con motivo de “Heidegger et le Nazisme”, de Víctor Farias.

 La actitud de los filósofos ante Heidegger era la prosternación idólatra y la disimulación del nazismo del autor: de pronto, todos aplazaron el hambre en Etiopía para defender el honor de la tribu (“pánico de viejas beatas al descubrir que el cura cosquilleaba a lo muchachitos”) mancillado por Farias.

    ¿Por qué Farias se encontraba privado del derecho a investigar el nazismo de Heidegger?

    –Conocemos –escribe Revel– el principio: sólo los que han mentido o se han equivocado gozan del privilegio de rectificar el error (sin reconocer, en cualquier caso, su error). Los demás, los que no han dicho tonterías, están descalificados de entrada y se les ruega guardar silencio; es una cuestión de buen gusto.
    
La España de Mariano… y Kevin Costner.

Miércoles, 31 de agosto


-Lo que sigue en eficacia al uniforme es el sentimentalismo. Sepa que, entre nosotros, el socialismo se propaga sobre todo por medio del sentimentalismo.
Dostoyevski

martes, 30 de agosto de 2016

A Paco (Jémez)

Miguel Ángel Portugal, Paco Jémez y Rafa Berges,
 en El Arcángel antiguo, poco después de que un servidor llegara a Córdoba

Francisco Javier Gómez Izquierdo

    Admirado Paco:

      Me dirijo así a Ud, como admirador, porque siento que lo está pasando mal y porque sospecho un cierto desvarío nada extraño en temperamentos como el de Ud.

     No creo que le lleguen estas letras, pero sepa Ud. que uno o dos días después de que Ud. fuera sustituido por José González, va ya para diez años, el secretario técnico del Córdoba de entonces, que lo es de nuevo ahora -¡vueltas que da la vida!-, quiso calmar a los aficionados presentando al entrenador gaditano en la sede de una peña pujante y se ofreció a contestar todas las preguntas de los forofos. Me invitaron al acto y a Emilio Vega le afeé la decisión porque el equipo no jugaba mal. El equipo perdía puntos, recuerdo que unos veinte, en los minutos añadidos, víctima de unas ansias irracionales de victoria. “Si los partidos durasen justo 90 minutos, estaríamos en ascenso y Paco sería el mejor entrenador de España”,  recuerdo que dije. José González cabeceaba dándome la razón, pero Emilio se puso explicar no se qué de reacciones, revulsivos y los tópicos típicos de tales ocasiones.

     Volvió Ud. a los pocos años y todo fue bien. Hizo jugar a cuatro chicos que se fanatizaron con sus explicaciones y sus métodos comenzaron a recibir todo tipo de alabanzas. En el Rayo predicó unos principios gratos a los ojos de observadores simples y compuestos, pero creo, con perdón, que cayó Ud. en tentación pecando de soberbia.

      Es Ud. reconocido universalmente como un valiente y así lo veo yo también, pero créame, dicho sea con el respeto y cariño que le tengo, corre Ud. el peligro de envenenarse por falta de atención al material que le corresponde gestionar. Ud no puede exigir a sus laterales una velocidad que ni sospechan, a sus centrales una técnica individual inalcanzable y a sus mediocentros que sean Busquets y De la Peña a la vez. ¿Se ha dado Ud. cuenta del desasosiego en el que viven sus porteros y que les hace cometer errores que no se ven ni en infantiles? La segunda vuelta del Rayo la temporada pasada no precisaba valentías extravagantes ni tácticas suicidas. La segunda vuelta del Rayo quizás hubiera tenido un mejor final, si Ud se hubiera sentado a recapacitar y hubiera optado por soluciones mas conservadores y mas fáciles de asimilar en mentes carentes de la brillantez que Ud. supone en todas las criaturas con las que trata de cerca.
    
Observo apesadumbrado que en Granada –¿por qué en Granada, míster? ¿quién se ocupa de lo que le conviene?-, en vez de corregir sus desmesuras, las ha agrandado, y cuando asistí a su presentación en El Arcángel e intuí que la base del curso se iba a apoyar en Tito y Nacho comprendí que los agujeros en defensa amenazaban con ser abisales, y ante la insistencia de que Fran Rico, un futbolista al que le pierde su miedo a fallar, recibiera en defensa, no me sorprende que el centrocampista gallego haya huido a Éibar en busca del fútbol sin complicaciones de Mendílibar. ¿Se ha dado cuenta de lo que ha hecho Ud. con el mejicano Ochoa? ¿Y con esos defensas a los que Ud. hace jugar donde no saben? ¿Y si le dijera que lo tiene Ud. mucho más difícil en Granada que en Vallecas? Lo sé. No se echará para atrás. Morirá con las botas puestas, pero comprenda que esto del fútbol no es la legión y que muy pocas veces se reconoce el honor en la derrota. Si la derrota se convierte en costumbre, no dude que los que hoy le abrazan le empezarán a dar la espalda y dejarán de recomendarle en plazas de la categoría que Ud. merece.

     Dirá Ud. que con amigos como un servidor no necesita enemigos, pero tengo el convencimiento de que pocos aficionados han defendido tan fervientemente sus métodos, conceptos y sistemas como quien suscribe. Se lo dice uno que le ha visto entrenar muchísimas veces y que sufría como si fueran propios aquellos reveses a deshora en El Arcángel ante el Salamanca, Elche, El Ejido... ¿Recuerda aquel gol de Barkero en el 98 de falta desde el medio campo? ¿Y el cabezazo de Tena pasado el 95? ¿Y la decena de empates seguidos en casa más las dolorosas derrotas ante el Cádiz, la Real ó el Celta? Ud. por entonces no merecía reproches y los tuvo. Hoy, en el Granada, permita que le avise de que puede convertirse en el entrenador más goleado de la Liga. ¡Ojalá me equivoque!

Negociaciones políticas, IV

Madrid

Yalta

Burkinis




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Agosto se echa como una mula vieja, pero nosotros seguimos con los burkinis.

    En tanto que derecha vergonzante, Rivera es el burkini de Rajoy, la cortinilla que oculta a la vista esas vergüenzas del poder que excitarían a un pueblo machote.

    El burkini ganó su guerra cultural con la Revolución francesa, que desató el odio a la raíz de Europa, donde el lugar del cristianismo lo ocupa la socialdemocracia, religión de un solo dogma, el de que todo es relativo.

    –Hay que leer a Houellebecq –recomienda el tertuliano feble.

    Hombre, mejor leer a Tocqueville. Toda la literatura democrática (Montesquieu, “El Federalista” y Tocqueville) ocupa menos que una novela de Houellebecq.

    El socialdemócrata europeo (que odia a Europa y ve en el islamista al compañero de viaje que lo ayudará a destruirla) está prefigurado en Gobineau, que en Teherán escribe a su amigo Tocqueville que los iraníes son “unos pícaros que parecen nuestros primos y creo que pudiéremos decirnos con cierta justicia que en un futuro próximo seremos así”, a lo que contesta Tocqueville:

    –A la vez que usted es tan inflexible con el cristianismo, que nos ha colocado a la cabeza de la humanidad, da usted la impresión de tener una cierta debilidad por el islamismo. He estudiado a fondo el Corán y acabé con la convicción de que pocas religiones son tan funestas para el hombre.
    
Tocqueville, pascaliano sin fe, tiene la pulsión de la libertad política (la democracia sólo es la regla de juego de la libertad política), y ve que el cristianismo separa los poderes que el islamismo mezcla, con los resultados conocidos.

    Pero los jueces franceses han cogido el burkini y se han hecho un “selfie” republicano mezclando la libertad, que se les escapa, y el “orden público”, una “boutade” de los sargentos de Napoleón (con la que se cargaron el “espíritu público”). Allá ellos.

    Lo de España es otra cosa. Es Rodrigo de Triana haciéndose musulmán porque Colón no le paga su “¡Tierra a la vista!”

Martes, 30 de agosto

Lastres
Vuelta Ciclista a España'16

-Lo primero que de veras impresiona a la gente es un uniforme. No hay nada más potente que un uniforme.
Dostoyevski

lunes, 29 de agosto de 2016

Universidad Católica San Antonio de Murcia


 Gorosito y el Beto
 en La Cato de Santiago de Chile


 Mireia con la Cato de Murcia

Francisco Javier Gómez Izquierdo

   No sé si achacar a falta de atención, a premeditación ó a prudencia, que no creo, pero el caso es que uno de los acontecimiento más políticamente incorrectos sucedido en España y yo diría que más extravagantes del siglo en materia futbolística tuvo lugar al final de la temporada pasada y se ha hecho carne en estas últimas semanas de agosto en Murcia capital.  El As, el Marca y demás evangelios del balón hablaron y hablan del UCAM con un desdén tácito por, primero, aguar una fiesta  preparada en Valdebebas en honor del Castilla con un equipo de cien aficionados cuyo lema, entre otros, es “evangelizar”, y segundo, por presumir de catolicismo en unos tiempos en los que ir a misa es más que sospechoso.

    No hemos de reprochar el ninguneo de la prensa de la capital a un club de provincias, teniendo en cuenta el trato recibido en su propia casa. Al Real Murcia, errático deudor, que pertenecía -no sé cómo está ahora el asunto- a la familia Samper, de reconocidas agarraderas federativas, le hicieron una Condomina Nueva para que presumiera de campo en 2ªB. A la Universidad Católica de Murcia (UCAM) le dicen los poderes municipales locales que como es institución privada  se busque la vida como mejor entienda. Como quiera que la vieja Condomina andaba abandonada y medio en ruinas, la directiva de la UCAM pidió el favor de permitir su adecentamiento y el uso a lo que por decoro y vergüenza no podía la autoridad negarse. Ahí, en la vieja Condomina remozada de un azul sanantoniano, debutó el UCAM en 2ª división ante el Córdoba, en teoría uno de los gallitos y en la práctica y como todos estos años un equipo educado para marcar un gol de córner, de falta o en un contraataque bien llevado... y a defender. Oltra, al que no se ha de reprochar la búsqueda de un sueldo, sabe lo que tiene y a quién se debe y actúa en consecuencia. Zorro viejo, Oltra.

     De la UCAM -que no el UCAM- uno no sabe las penurias que le esperan en la temporada, pero me las imagino al ver a Natalio como su jugador de referencia. Natalio, que ha paseado su discreción personal y futbolística por toda la geografía nacional -lo tuvimos en Córdoba-,  parece y es un tío formal y educado, atributos deseables en los novios de nuestras hijas, pero poco adecuados para las perras emboscadas defensivas de la 2ª división. Si añadimos la inoportuna lesión del veterano reggista Sergio Mora, de 37 años, que guió a Primera al Alavés, la motivación, el entusiasmo, la confianza y demás principios del ideario del equipo no van a ser suficientes. O sí. Vaya usted a saber. Ayer mismo, un lateral izquierdo de académico apellido, Góngora, honrando el final de la Olimpiada, coló un gol desde el córner a Kiescek, un portero polaco en el que teníamos confianza. Gol olímpico donde menos se espera que remedió nuestro medio defensivo Luso con el reloj parado.
       
Meregildo, un chileno con el que hablé el sábado y que al parecer -para mí que miente un poco- tenía o tiene algo que ver con Gorosito, el melenudo entrenador que dirigiera al Xerez y Almería, es fanático de la Universidad Católica de Chile y como se enterara del significado de UCAM prometió abonarse en cuanto tuviera oportunidad a “LA CATO” de Murcia y esperar el advenimiento de una dupla como la del Beto Alonso y Gorosito.

    -¿Pero esa pareja no fue de San Lorenzo?
   
-Sí, pero también en la Cato, y como en la Cato en ningún otro sitio.

La jaima de Zidane



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    En plena guerra europea por el burkini (las únicas guerras que le es dado afrontar hoy a la pobre Europa, extinta en agosto de 1914), Zidane plantó su jaima futbolera en el Bernabéu, que descansa sobre el mismo mástil que el año pasado, Casemiro, herencia de Mourinho y, por tanto, ninguneado como Dios manda.

    En realidad todo es como el año pasado (eso incluye, naturalmente, la Copa de Europa), pero las masas contemporáneas aman la tranquilidad, y todo lo que quieren, en el fútbol o en los toros, es ver a sus ídolos hacer sus monerías con el mínimo esfuerzo.

    Los dos o tres toreros más ricos (no por lo que hacen en la plaza, desde luego) se pasan el año posando con el mismo toro tonto y doméstico mientras su público pela pipas con una mano y con la otra pide orejas. En el último San Isidro salió en Madrid la mejor corrida de toros de lidia en muchas ferias, unos saltillos de Moreno Silva, cuando David Adalid emocionó a los aficionados hasta las lágrimas con un simple par de banderillas, pero la Crítica Selecta tiró al ganadero al pilón por traer a Madrid unos toros fascistas y totalitarios.

    Madrid y Barcelona son los toreros ricos del fútbol español, con los demás equipos haciendo cada domingo el papel de pastueños “garcigrandes” que juegan en abierto, como manda la prensa socialdemócrata, para llevarse el correspondiente “set”. Simeone tiene dicho que si juegas abierto contra Madrid y Barcelona te meten seis, pero Simeone tiene bula para cerrarse, y los demás, no. Aun así, “set” por “set”, ni Madrid ni Barcelona han igualado la marca goleadora en Liga de Mourinho, que pasaba por ser el Maguregui de Setúbal, y la causa es que algunos partidos se tuercen, como el del sábado en el Bernabéu contra el Celta.

    Cuando se marchan las azafatas de los Emiratos, Zidane, que siempre ha oído voces (para los que insinúan que sólo oye a Flóper), pone en el Bernabéu su jaima y su baraka, en doble homenaje a Molowny (si Molowny es mangas Zidane es capirotes), y luego sus futbolistas van y vienen, incluido el portero Casilla, quien harto hace, el hombre, atendiendo por Casilla, vistiendo de amarillo y llevando sobre sus omoplatos un 1 y un 3, es decir, un 13.

    –Anda, paga tú, que hoy es tu santo y cumpleaños –dijo Curro Fetén, un genio de la crítica taurina, a un conocido gafe que se le pegó en la barra del bar un martes y trece.

    El verdadero martes y 13 del portero del Madrid son los centrales, que ante Orellana volvieron a cantar, con lo que el Mejor Central de la Historia desciende un escalón y se queda en Mejor Central del Mundo, salvado por el gol de Kroos, que tiró desde lejos, como Modric y como Casemiro (como tiraban los centrocampistas del Ajax en la época de Arie Haan), e hizo barraca, mientras el piperío se entregaba al palique preotoñal.

    ¿Le quitará Flóper con Isco a la Juve los “leures” que el United soltó por Pogba? (Bien mirado, al lado de los cuarenta de Illarramendi, los cuarenta de Isco serían precio de ganga.) ¿Marchará James al Chelsea a tirar paredes de rabona con Hazard? ¿Será Mariano (nada que ver con el de La Moncloa y tampoco con el de Fabero, Mariano Arias Chamorro, Marianín, goleador de los 70) el Pokémon de Zidane?

    Antes del partido, a James lo veía Hughes con menos horizonte que un bajo en Lavapiés. (Un pipero hubiera dicho “que un bajo en el United”, después de la escandalera canicular que nuestro periodismo patriótico le montó a Mourinho por cambiar a Mata… “por bajo”: “Mou odia a los bajos”, “Mou llama enanos a los de Burgos”, etcétera.) Después del partido, lo que hay es un estirón de James y un encogimiento de Isco, que es quien realmente está a la venta. El fútbol es la Bolsa contada por Leopoldo Abadía, el chaval de los ochenta años.


LOPETEGUI
    Lopetegui, que fue portero antes que fraile, le ha hecho un “zapatones” a Casillas, que quiere jugar su quinto Mundial, como un Michael Phelps cualquiera. Porque un “zapatones” es lo que Luis Aragonés, reputado de “Zapatones” y de “Sabio de Hortaleza”, le hizo en la Selección a Raúl, provocando un motín de Esquilache (el adulado pueblo español sólo se mueve por los recortes) en los públicos, que amenazaron con no volver a comer pipas si Raúl no volvía a capitanear el Combinado Autonómico. Luis resistió y… ganó, como había demostrado Cela. Lopetegui parece imitarlo, enviando a Casillas al pabellón de reposo del fútbol.

Lunes, 29 de agosto


-Una cara sombría, eso es todo lo que se necesita. Es muy sencillo.
Dostoyevski

domingo, 28 de agosto de 2016

La vaca de Bárzana

 Carretera de Villaviciosa a Colunga

Venado de La Reguerina

La Reguerina

 Arroz con verduras

 Venado

Fin de vacaciones (Homenaje a Úrculo)

Agosto terminal

¡Ya tamos aquí!

 Hoy

¡Ya tamos aquí!

Contra erizos y caracoles

Erizos

Caracoles

Domingo, 28 de agosto


-Las regiones del Oeste [francés], antes de la Revolución, eran de izquierdas, como se diría hoy. Ha hecho falta el sectarismo jacobino para impulsarlas a la derecha, donde han permanecido de manera permanente en la historia electoral francesa.
Jean-François Revel

"El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido"

DOMINGO, 28 DE AGOSTO   

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:

 -Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Y dijo al que lo había invitado:

-Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.

Lucas 14, 1.7-14

sábado, 27 de agosto de 2016

Socioliberales


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    He tenido que venir al mar (los dos órdenes espaciales en derecho internacional son el de la tierra y el del mar) para conocer en persona (y de madrugada, en la lunática paciencia del chipirón), a un votante de Ciudadanos.

    –Soy socioliberal –me dice, en lo que ensarta una lombriz en el anzuelo.

    Para mí, un “ciudadano” era uno de esos señores que van en vaqueros bertholdbrechtianos a firmar en Madrid con los peperos un gobierno de Tratado de Tordesillas (el testamento de Adán, llamaron los antiguos a aquella repartija), pecho hinchado (pecho de palomo), como marquesas de Serafín, y cara de “¡Ya era hora!”, que fue lo que dijo Suárez, su modelo político (no hay que leer mucho), cuando el Rey le comunicó que era el elegido. De hecho, como espectador de la vida del país, me corre prisa el pacto entre la derecha paciente de Rajoy y la derecha impaciente de Rivera sólo por ver de una vez la cara de ministro de Villegas, nuevo hombre fuerte de España, mezcla de padre Olmedo, el mercedario de Hernán Cortés, y cura gallego con curato, que sería cartera.

    Si el socialdemócrata viene a ser aquél que ni es socialista ni es demócrata, el socioliberal sería ya ése que, no siendo ni socialista ni liberal, entre los reaccionarios pasa por progresista y entre los progresistas por reaccionario, pero todos, reaccionarios y progresistas, socialistas y liberales, aparecen sentados a la mesa del estatismo del bienestar que sostienen los atlantes de las clases medias.

    Aquí no legisla la Nación, sino el Estado (a lo mejor en eso consiste el “socioleberalismo” de nuestros amigos), aunque todavía no hemos llegado a la liberalidad de la democracia colombiana, donde, haciendo una corbata (colombiana) al barón de Montesquieu, las Farc se aseguran un mínimo de diez escaños al margen de los votos obtenidos, un sistema “socioliberal” ya bendecido por Obama, el Carter negro de Machín que preside la “república de las leyes” de Hamilton, Madison y Jay.

Deja los "jabalís" y ponte a los pokemon

Luces, Asturias

Llampares de Xagó, Gozón

Bar Quevedo

Sábado, 27 de agosto


-Ante la vaguedad del lenguaje socialista no es menos fácil dejarse engañar que ante la del lenguaje liberal. Me referiré a la media docena de acepciones del vocablo "socialismo", todas incompatibles entre sí, que empleamos corrientemente, como si fueran intercambiables, lo que acaba por hacerlas ininteligibles.
Jean-François Revel

viernes, 26 de agosto de 2016

Patriotismo




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Cuando Gustavo Bueno decía que Europa (la Unión Europea, para entendernos) es un trampantojo apuntaba a bobadas como las de frau Merkel, que hace planes para recuperar el servicio militar obligatorio y el almacenaje de alimentos.

    Del almacenaje de alimentos surge el Estado, y no hay nada que le guste más a un alemán (¡y a un español!). Y del servicio militar obligatorio (cosa que en España, a petición de Arzallus, abolió Aznar, que no había hecho la mili) surge el miedo del cántabro Revilla a una invasión alemana.

    Igual que Churchill era el primero de los ingleses y se vio solo, con un bote de cerveza en la mano, contra la Luftwaffe en Londres, Revilla es el primero de los cántabros (el segundo, haciendo la goma, es Felisuco) y se ve solo, con una latilla de anchoas en la mano, contra la Wehrmacht en Castro Urdiales.

    –Es obligación del Estado prever –explica el ministro alemán del ramo (y nos reímos de Snchz, que se propone acabar con la corrupción… “preveyéndola”).

    ¿Qué puede uno decir que ustedes no sepan? La excepción alemana nos tiene a todos los europeos viviendo en un sanatorio mental.

    Uno vio al Estado español vestir a las suecas que hacían topless en Ibiza. Y ahora veo al Estado francés desvestir a las Sherazades que hacen “burkini” en Niza.

    No entraremos en la doctrina de los “espacios abiertos”, que algún disgusto costó a Carl Schmitt con los americanos, pero ¿para qué quiere Alemania la mili?

    Como no lo puede tener de la Nación, Alemania tiene un “patriotismo de Estado”: esa manía suya por el partido único (que ahora se dice “gran coalición”). Sternberger lo llamó “patriotismo constitucional”, rizando el rizo en un país constituido bajo un ejército de ocupación; Habermas, ese buhonero, lo puso a la venta y Peces Barba lo compró para Zetapé.
    
Si, según las encuestas, sólo dieciséis de cada cien españoles iría a la guerra para defender el territorio, ¿cuántos irían para defender un trampantojo constitucional?

Negociaciones políticas, III


Madrid, Agosto 2016

Cambrai, Agosto 1529
La Paz de las Damas
(Luisa de Saboya, en nombre de su hijo Francisco I de Francia, y Margarita de Austria,
 Gobernadora de los Países Bajos, en nombre de su sobrino el emperador Carlos V)

Lo festivalero (Sobre la propensión a lo incorrecto)

Ya vendrás a Madriz...

Hughes
Abc

El otro día leí un artículo interesante de Juan Claudio de Ramón. Lo leí en internet, es decir, lo leí mal, en diagonal, caminando, nervioso y puede que incluso saltándome un semáforo, pero si no entendí del todo mal le daba la razón a “los progres” al denunciar el síndrome opuesto: ser sistemáticamente incorrecto políticamente.

Ya quisiera yo ser un representante de la incorrección, pero sí que observo en mí cierta propensión. Qué pesada la gente que tiene que decir siempre las verdades del barquero, venía a decir el autor. Esas “verdades del barquero” tan del Butano, tan distintas de la verdad como la conocíamos (¡Qué fantástico heraldo era ese barquero, que traía las verdades como merluzas frescas!).
Tenía razón en el fondo, claro. Sobre todo por el riesgo que entraña: el atajo cognitivo, la simplificación. Eso le concedía yo al articulo.

Ayer lo recordé a la hora de cenar. Estaba con unos amigos muy queridos por mí y salió el tema del Brexit. Después, por si no fuera bastante, el de Trump. Las opiniones de mis amigos eran juiciosas, inteligentes, razonadas, bien intencionadas (sobre todo bien intencionadas), pero yo… yo me retorcía las manos por debajo de la mesa, nervioso, y cuando las sacaba a la superficie era para hacer montículos de migitas (vicio horrible), que para mí eran penínsulas, islotes de callada contrariedad.

Sí, en mi pecho ardían tantas cosas por decir, mi lengua ardía como en un cunnilingus extraconyugal… Tantas que no sabía por dónde empezar. Me di cuenta de que he pasado muchas horas este verano investigando las sombras de la campaña de Hillary, de que como un placer culpable en las altísimas horas de la madrugada investigaba, por recovecos cibernéticos, las teorías más ambiciosas sobre su incapacidad. “¿Y como digo yo esto?”. No pude reaccionar, además me daba un poco de reparo. ¿Qué van a pensar de mí? Y las mesas de al lado, ¿me oirán? Así que resolví la cuestión con un gesto de moderado asentimiento y un “sí, pero”… o un “ya, bueno…”. Partículas verbales de objeción torpe, balbuceos mínimos que estaban muy lejos de los gloriosos “yes, but maybe” de Louis CK en su monólogo de la incorrección política.

¿Por qué soy así, me pregunté de vuelta. Incluso: ¿por qué soy asín?

¿Es esta propensión a la incorrección como una sed nunca sofocada de contestación a lo establecido? ¿Es un complejo? La necesidad de ponerse siempre a contracorriente como el tonto que hay en todo vomitorio.

Recordé una sensación que había compartido precisamente con esos amigos. Hace años, muchos años, acudí con ellos a los primeros festivales. Las primeras ediciones del FIB, por ejemplo (dignas de recuerdo porque pasaban cosas como que los fans de la electrónica fueran silenciados violentamente por los guitarreros, que ya amenazaban con ser los nuevos cantautores). Allí acudíamos adolescentes u hombrecitos imberbes (pocas barbas había entonces, y sí patillas auténticamente jerezanas) a disfrutar de nuestra rara afición. Podríamos cantar por fin las canciones, los sonidos que resultaban casi subversivos en nuestra vida habitual. Quedábamos en diminutos bares a pincharlas, con una sensación que mezclaba el disfrute con cierto desprecio a los demás: el mainstream, Los Rodríguez, ¡el pop español!

El día del primer festival, sin embargo, yo sufrí una sensación inolvidable. Vi cómo los grupúsculos indies se encaminaban al velódromo formando una masa inconfundible. Algo me desagradaba. Algo que luego, pese a las copas, tomaría cuerpo: ¡eso era un comportamiento ovejuno! Había algo contradictorio en esa reunión de excelentes-hacinados. Esto me hacía sentir mal íntimamente de un modo que también me avergonzaba. Se espoleaba en mí una raíz que buscaba otra cosa, como quien en la penumbra busca otras formas de amor -otros gestos, maneras- menos convencionales.
¿No habría allí una puerta para una nueva manera de apartarse, apartarse en un sentido estricto y purísimo?

-Pero disfruta, chico, ¡disfruta!

Esa repulsión instintiva hacia lo festivalero (que es lo imperante ahora) no está muy lejos de mi rechazo inmediato hacia todas las formas de unanimidad feliz, pseudorrevolucionaria y ultracapitalista, sin embargo, cuantitativa, imbécil, lela, facilona, con un poquito del 68 y mucho de los 80, pero sin nada extremo de los dos, contradictoria y satisfechísima.

Esto es sólo la exteriorización clara de un “complejo”, de una incapacidad personal, pero, en tema tan largo y tan complejo y amplio (no me he puesto con la mano en la sien de pensieroso), hay otra razón que siempre me ha parecido definitiva: ¿dónde está la pasta? ¿Quién se lleva aquí la pasta y cómo?

Y no falla, no suele fallar.

Arroces de La Reguerina

La Reguerina

 Arroz con pulpo

Arroz con bugre

Viernes, 26 de agosto


-Soy un aventurero intelectual.
Carl Schmitt

jueves, 25 de agosto de 2016

BBC


Vanessa Redgrave, "testigo" (¿por edad?) de "la amistad"
 entre Fidel Castro y JoséMartí



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Los ingleses, por fortuna para ellos, no tienen Estado: tienen gobierno. Pero como recuerdo del Estado, como quien tiene un bargueño toledano, tienen la BBC, de moda en España por ser la forma de nombrar a la delantera del Real Madrid.

    –Cuántas medallas más tendría Cuba en Rio2016 si se sumaran las de los desertores –tuiteó la BBC el otro día, con una foto de Orlando Ortega.
    
Ahí es nada, llamar “desertores” a los cubanos que huyen del “Prison Break” de los jodidos Castro. Desde luego, Millán Astray, en su Radio Nacional de España en Salamanca, en plena guerra, era más “suaviter” (un día habrá que hablar de la derecha “suaviter” que invade España). Pero, “ladies and gentlemen”, es la BBC haciendo “información de combate”, igual que la prensa demócrata de América, cuya industria mediática, sin embargo, siendo ideológicamente la más corrupta de la historia, vive de capitales privados.

    La leyenda urbana de calidad e imparcialidad de la BBC comenzó a esfumarse, al decir de Jean-François Revel, después del 68, cuando el marxismo de pacotilla (en grageas, o “desiderias”, de Marta Harnecker) se convirtió en la alfalfa de Cambridge y Oxford, “es decir, de los jóvenes reclutas de la BBC”.

    Ya en los 80, y sobre la guerra en Nicaragua, Revel decía no haber oído nunca a la BBC llamar a los contras nicaragüenses de otro modo que “los rebeldes contras apoyados por la CIA” (“the CIA backed contra rebels”).

    –Pero la BBC no llama nunca al gobierno sandinista “los dictadores de Managua sostenidos por la Unión Soviética”, fórmula que, sin embargo, no sería más que el reflejo puro y simple de la realidad.
    
¿Qué no van a decir de Cuba? No hay hijo de p… suelto que no se crea en el derecho de ver satisfechas sus expectativas ideológicas en el lomo de los cubanos. Y ahí está la BBC de Vanessa Redgrave, dama de acrisoladas virtudes que, por ponderar la vena “suaviter” de la “castroenteritis”, habla de la gran amistad entre Fidel Castro y… José Martí.

Helénides de Salamina




Hughes
Abc

Imaginar en la entrada de ayer la Transición como la transposición española del mejor cesarismo romano, el moderado por la forma de la adopción, me llevó a imaginar, por un momento, un instante de franquismo neorromano. Y la breve ensoñación -así como de peplum alucinado de media mañana- me hizo recordar algo, o mejor dicho, alguien de quien me había hablado Gustavo Bueno en la entrevista del verano pasado.

Al repasar sus años de formación, salió a relucir un personaje que era para él, de joven, como una leyenda. Su profesor de griego les contaba historias de un tal Helénides de Salamina, un profesor que iba vestido de griego, que escribía en hexámetros y recibía en triclinio. Su interés por la figura era tal que un día pasó por Extremadura, donde vivió el personaje, constatando que tenía una fama cierta de maestro muy bueno y entrañable.

No pude incluirlo en la entrevista por falta de espacio, pero me interesé por su figura. Efectivamente, hay numerosos testimonios de recuerdo en internet, incluso un certamen literario con su nombre. Pero es un personaje fabuloso, y un caso extremo de conflicto (¿por qué conflicto?) o más bien coincidencia, gozosa coincidencia, de realidad e idealidad. Un grecorromano viviendo como tal en plena España del siglo XX.

Nació a finales de siglo XIX en un pueblo de Salamanca. Quedó huérfano pronto y su hermana, metida a monja, murió de frío en Teruel. Ángel Rodríguez Campos se educó con los curas, iba para tal, y con ellos recibió educación clásica (lo católico, no es casualidad, como vía de entrada a Grecia). Escribía versos desde muy niño y cuentan que se carteaba en griego nada menos que con Unamuno. Después estudió para maestro nacional y al terminar fue destinado a Cáceres, al pueblo de Casar (conocido para el que tenga afición al queso).

Llegó allí en 1913 y en ese pueblo de la España rural que no era Miconos precisamente (qué hubiera dado Don Helénides por un mediterráneo) decidió vivir como un heleno. Lo primero fue la túnica (“Oh noble vestimenta, la primera que concibió el heleno en donosura”), los coturnos, y una melena larga (de griego arcaico, para colmo) que recogía, según los testimonios, con una redecilla. Decoró su casa con muebles por él diseñados según modelos clásicos, y vivió allí cual griego puro mientras desarrollaba su gran obra: “El Panhelenio”, un largo poema modernista de miles de versos en el que contaba la fundación heroica de Salamanca. Una especie de Hispaniada. Una mezcla de delirio griego y mito castellano.

Gustavo Bueno contó que lo de vestir de individuo grecorromano tuvo origen en una Semana Santa. Que se disfrazó así, de romano, y ya quedó con el disfraz. Su vida en Casar de Cáceres, digna de película, no fue lo problemática que pudiera imaginarse. Al parecer fue respetado, admirado y considerado una figura ejemplar. Su afición a la educación era de tipo vocacional y recibía en casa a los alumnos, les enseñaba a cultivar el jardín y los llevaba de excursión ataviados, según se cuenta, de uniformes de color caqui. La excentricidad y libertad absoluta de Don Helénides fueron entendidas como un rasgo de genialidad, con esa tolerancia que sólo consigue lo tronado.

Hay un testimonio de su visita a Madrid para una conferencia. César González Ruano, presente, reconocía que sobre lo esperado (el protagonista de una payasada) había comparecido un hombre sabio y genialoide que consiguió sobreponerse y remontar el ambiente propenso a la rechifla. En algún sitio se puede leer que no murió solo, sino cuidado por un alumno al que había prohijado (de nuevo, la adopción). Se le reconoce en su región como un maestro intachable, recto y, claro está, sumamente original.

(Las fotos son de Helénides de Salamina y están cogidas de internet -con esa libertad de buffet libre que aún extraña un poco-. Desconozco el nombre del autor).

Lubina de Caravia

Hotel Caravia

Jueves, 25 de agosto


-Los dos más autorizados historiadores de la Revolución francesa, Alphonse Aulard y, sobre todo, Albert Mathiez, absuelven a los bolcheviques por sus ejecuciones en masa utilizando los mismos argumentos que les sirven para excusar, e incluso exaltar, el Terror de 1793 y 1794.
Jean-François Revel

miércoles, 24 de agosto de 2016

El monasterio de Alveinte


 Nave

 Francisco Javier Gómez Izquierdo

 A Monasterio, la aldea donde se está haciendo un pantano para que no se inunde la ribera del Arlanza por Salas de los Infantes, Lerma y demás pequeños pueblos, le da nombre un edificio totalmente derruido escondido entre los espesos robledales de estos montes  que son entre los que me crié. Mi difunto padre, pescador y cazador como todos los hombres de la Demanda, conocía todas las  sendas, todas las cuevas y todos los riscos desde los que explorar la Sierra. Señalaba la estepa propicia para colocar el lazo y la sombra del roble en la que almorzar sin dar el tufo. Recuerdo que hace muchos años, más de cuarenta, y después de no sé cuántas horas andando, dejó la talega de los cangrejos junto al río y me hizo subir hasta un lugar fantasmagórico sólo visitado por esta raza montuna que se criaba en la tierra. Por primera vez vi el monasterio de Alveinte, una palabra que yo tenía de tanto oírla como el nombre de un término como los Allegares o Valdemama y no como el de un edificio histórico e inquietante.

    ¿Qué hiciste fraile que Alveinte viniste?  Allí entre valles y vallejos laberínticos, por inhóspitos caminos en los que reinaba el lobo y alejado por la orografía de toda población, el monasterio de Alveinte recibía a los hermanos menos piadosos de entre los franciscanos para que en soledad y alejados de toda tentación purgaran culpas y penas. No creo que Alveinte fuera prisión, pero no exageramos si lo tomamos como reformatorio.

      Poco se sabe de sus cinco siglos de vida, porque no hay monasterio ni siquiera cartuja en la que haya imperado la regla de silencio como en Alveinte. Mendizábal, el de la desamortización, yo creo que sin querer, liberó a aquellas criaturas pecadoras de sus trabajos y consiguió que el monasterio se abandonara. Al parecer, por un tiempo sirvió de cuartel general al cura Merino en sus luchas carlistas hasta el abandono definitivo. Desde mediados del XIX, piedra para tenadas, refugio de pastores, redil de ovejas... y luego nada. Ruina, meta de paseantes.

      No creo que haya ya nadie capaz de ir desde mi pueblo por el cerradísimo monte hasta el monasterio. Cada dos o tres años suelo acercarme hasta Monasterio pueblo y recorro los cinco kilómetros de ida y los otros cinco de vuelta con la satisfacción de hacerlo por la sombra y por un camino que ha quedado casi exclusivamente para los de la zona. Además este año me dicen que ha vuelto el lobo, un quitaganas insólito.

    En Alveinte y desde mediados de los 90, Emiliano, un franciscano nativo de Monasterio de la Sierra, se empeñó en celebrar el 1º o 2º sábado de agosto -creo que es así- la romería de la Virgen de los Lirios, imagen del siglo XV, originaria del monasterio y que está en la iglesia del pueblo. Ahora creo que, tampoco estoy seguro, dice la misa el Hermano Anastasio. No ha coincidido estar por allí ningún año, pero hago propósito de asistir algún agosto siempre y cuando se mantenga la reciente tradición.

Altar

 Trasera

Camino