lunes, 2 de mayo de 2022

La banda de Rubiales

Muslos Tyson


Muslos Alaska

@JarrettSkorup
Mike Tyson is reading Thomas Sowell's classic "Basic Economics"

 I can't wrap my head around that...

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Pedro Sánchez, el hombre providencial que prometió acabar con la corrupción “preveyéndola” (sic) y que viajó en “Falcon” a Soria para visitar la cuna de Machado (dicho por él), quería pasar a la Historia como un estadista (¡el Estado que no falte!) feminista que “arregló la economía española”, con Bolaños de mano derecha. Pero a Sánchez lo ha adelantado por la izquierda otro hombre providencial, Rubiales, presidente de la cosa del fútbol, que cogió una federación que económicamente sólo podía codearse con la de Guinea Bissau y la ha colocado a la altura de un emirato árabe con Piqué de mano derecha, que es tan chulo como Bolaños, pero infinitamente más listo, como se puso de manifiesto en la Final de Copa en Sevilla, donde el himno no corrió a cargo de Shakira y su “Esta noche voy contigo”, que lo mismo valía para un bético que para un ché, sino de Alaska, la “Macarena” del Rock-Ola cuatro décadas después, como una versión rubialesca de Celia Cruz gritando “¡Asssúcar!” con  La Sonora Matancera, que, por cierto, empezó llamándose... Tuna Liberal.
    

Hoy por hoy, el liberal español más importante es Rubiales, un emprendedor de éxito con el viento del nominalismo de popa: todos los “boomers” se tiñen de rubichis y creen que un hombre de nombre Rubiales trae suerte. Es liberal porque no chupa del Estado, en cuyo caso sería liberalio, y de paso protege a las mujeres (en Arabia les ha puesto baño) y a los pobres (“los modestos”, en el lenguaje elegante, que se benefician de los millones de los árabes ricos del cuento).


    Con Infantino y Ceferino, Rubiales es uno de los “Tres Kalbos” que mandan en el fútbol mundial, y si es verdad que en julio el Banco Central europeo deja de comprar deuda española y, por consiguiente, España quiebra porque no puede hacer frente ni a los intereses, el personaje indicado para llevar la economía española debe ser Rubiales (¡de Rubio Navarro a Rubiales!), el hombre que todo lo aprendió en la banda.
    

He jugado de lateral izquierdo en el Levante, he escuchado muchas cosas por la banda, que me hacen ser sensible a las críticas, pero que no me afectan a la hora de tomar decisiones –confesó Rubiales en su momento.
    

Una banda es muy dura: que se lo digan a Vinicius, el futbolista más pateado de la Liga. En Gijón, con Vicente Miera en el banquillo del Sporting, el extremo Megido se cambiaba de banda sin permiso porque no aguantaba los comentarios del público de banda, aunque la versión oficial era que le molestaba el sol. “Gloria a la Patria que supo seguir sobre el azul del mar el caminar del sol”, se cantaba en el himno que Pemán le escribió a Primo de Rivera, porque, a falta de letra, los militares, en las maniobres en el extranjero, a la hora de cantarlo, se arrancaban con el “Corazón Santo, Tú reinarás, etcétera”. 

Rubiales no era Megido, y aguantaba tan terne las cosas que su propia afición le dedicaba en la banda levantina; qué cosas eran no lo sabemos, pero le forjaron el carácter que ahora se revela triunfador. Ya sabemos por qué Asensio huye de la banda para perderse en la corona del área: ¡qué cosas oirá!
    

Como hombre de banda, Rubiales aguantó los comentarios (¡un hombre que escucha!) y, comprometido con la democracia, concede importancia al voto:
    

Yo te renové dos años más y eso que sabía que tú no me habías votado –le dijo a Lopetegui al despedirlo del cargo de seleccionador por saltarse los valores federativos.
    

Que en eso consiste la ética en España, país que en el último siglo no ha dado un solo pensador ético. “Ética ¿para qué?” Rubiales, que también en esto es liberal, lo ha explicado estupendamente: si somos 47 millones de españoles, tenemos 47 millones de éticas. Después de todo, “ética” es el nombre que los cursis dan a lo que los viejos llamaban “vergüenza”. Se tiene o no se tiene. Y para los negocios es preferible no tenerla. Donde todo es legal, nada es legal, y viceversa. En palabras del probo Hernández Hernández, otro rubiales (que con sus errores decidió la última Liga): “Pongo la mano en el fuego por el colectivo”. Y el colectivo lo puso a él a pitar la Final de Copa en Sevilla. No fue decisivo porque no jugaba el Madrid, equipo que se le atraganta sin disimulo.


    Rubiales, en fin, es el hombre sereno y seguro que nos permite “vacar” orteguianamente a nuestros asuntos, que ya se ocupa él de todo. Y nos viene bien.

 

Umtiti, niño y Ferrari
 

PIANO, PIANO


    A Rhodes, el aporreador de pianos, habría que preguntarle lo que Umtiti pregunta al niño que manosea el cristal de su Ferrari para pedirle un autógrafo cuando sale de entrenar en el Campo Nuevo: “¿Por qué lo tocas?” Por qué ahora Rhodes toca, no el piano, que ese virtuosismo nos lo podemos saltar, sino al Madrid. “Yo no soy del Real Madrid para nada. Pero a veces es simplemente un absoluto placer y alegría verlos jugar. Especialmente cuando el árbitro les robó un gol tan puto descaradamente. Beautiful”. Rhodes, que según se ve en el tuit escribe como Marías, tuiteó eso el día del Chelsea, y no sabe uno en qué medida afectará el martes en Manchester al equipo de Ancelotti para la eliminatoria con el City de Guardiola, pero no me da ninguna buena espina.