miércoles, 3 de noviembre de 2021

El toque Casado

El toque Lubitsch

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Nos gusta este olor a independencia judicial por la mañana. Montesquieu vuelve a casa por Navidad. Es el “toque Casado”, que es nuestro “toque Lubitsch”, pero Lubitsch era polaco y Polonia, para la UE, es el fascismo, aunque su “toque” ahí quedó. ¿Qué es el “toque Lubitsch”? Pues un no sé qué que sólo lo tuvo Lubitsch, muerto al tercer infarto con 55 años.
    

No más Lubitsch –dijo Wilder, para romper el silencio, en el entierro.
    

Peor –contestó Wyler–. No más películas de Lubitsch.
    

Para Bogdanovich (el perillán de Cybill Shepherd y Dorothy Stratten), la esencia del “toque Lubitsch” era su milagrosa capacidad para burlarse y celebrarlo al mismo tiempo. Como Casado con el TC.
    

El TC es la guinda del bárbaro formalismo kelseniano, un tribunal político y un poder constitucionario, es decir (dicho por un abate) un poder constituido que se atribuye poder constituyente. Sirve para pastorear la Constitución sin tocarla, de Rumasa, que atenta contra la propiedad, a las leyes de género, que atentan contra la igualdad de sexos, pasando por cualquier referéndum de autodeterminación, que es lo que ahora se cuece, y que atenta contra el principio de unidad. Mas en esto consiste el Estado de partidos (concepto schmittiano y nombre kelseniano) que “con tanto trabajo nos dimos todos”.
    

El “toque Casado”, cuya “ansia de legalidad enternecedora” (enfermedad alemana, para el teólogo Rudolf Smend, y, al parecer, palentina) le hace conceder a los comunistas de Enrique Santiago los “juristas de reconocido prestigio” que necesita para proseguir la Revolución Legal de Carrillo’78 (quemar leyes en el Estado en vez de iglesias en la calle). La concordia.
    

Los trepas encargados de hacer cumbre en el Everest kelseniano del TC atienden por Teo y Bolaños, que pasan a la posteridad como los Hillary y Norgay del inexistente constitucionalismo español. La nada.
    

La más cruel, para Steiner, de las paradojas de la deconstrucción: nunca hubo “punto de partida”, pero sí hay un punto en el que todo acaba.

[Miércoles, 27 de Octubre]