miércoles, 29 de septiembre de 2021

Vaya, vaya, con el Sheriff


 Kolovos y Dulanto. Colosos tatuados


Francisco Javier Gómez Izquierdo

    Los jóvenes, que cada vez menos se apuntan a ver un partido de fútbol desde que empieza hasta que acaba, ya tienen un equipo clavado en la memoria. De aquí a 20 años se acordarán del Sheriff como nosotros nos acordamos de la Politécnica de Timisoara o del Odense. Rumanía y Dinamarca son países de tradición futbolística y aún podemos situar a los dos clubes que liaron aquellas averías tan gordas al Atleti y al Madrid. De aquí a veinte años no sabemos si seguirá existiendo el Sheriff, el fútbol en Moldavia o habrá llegado el Apocalipsis, pero ayer el joven equipo de la estrella de cinco puntas en el pecho cayó en gracia a todo el mundo.
     

Lo pusimos aquí tras el primer partido contra el Shaktar: juegan bien, se colocan con mucha disciplina, no carecen de técnica, son letales al contrataque, el defensa central da miedo y el lateral izquierdo podría jugar en cualquier grande. Estas cuatro cosas las diría, y supongo las habrá dicho Ancelotti, cualquier entrenador como medicina preventiva, pero para mí que el fútbol no siempre se toma en serio a rivales desconocidos. Don Marcial Lafuente Estefanía -mi padre cambiaba las novelillas en lo de Don Antonio en la carretera Poza- castigaba a los chulos de saloon con forasteros de cara frailuna que medían seis pies como poco. A la UEFA le gustan poco los forasteros ingenuos y puso solución al tropiezo de los grandes. La derrota de anoche del Madrid no le va a privar de los octavos, pero pudiera ser que el Inter cayera si no amplía el escaso bagaje que presentó por la tarde en Ucrania.
     

Si hemos de ser imparciales, el partido lo tuvo el Real Madrid a poco que hubiera acertado alguna de las múltiples ocasiones, pero los porteros como Athaniasiadis se convierten en héroes en ocasión como la de anoche y es sabido que las hazañas en el fútbol las alcanzan los modestos a base de concentración. Como las pistolas a un cura con sotana, así les sienta la estrella de la ley a Dulanto o a Kolovos, dos tipos de seis pies pero con aspecto fiero que intimidan hasta en las fotos y que pusieron toda el alma en la defensa de su cancerbero. Por el contrario, en el pecho de Cristiano, el lateral zurdo, la estrella parece noble y justa pues se dedica a repartir goles merecidos con extraordinaria limpieza. Veremos hasta donde llega éste Sheriff, pero estarán conmigo en que se merece alguno de nuestros afectos y más cuando nos enteramos que Thill, un canijo futbolista de Luxemburgo ha apuntillado con un disparo propio del mejor de los francotiradores a todo un Real Madrid.
     

Dicen que el VAR, unas veces favorece y otras perjudica. Será así si ustedes quieren pero a mí me sigue pareciendo un impedimento anacrónico que está enfermando al fútbol. El Atlético estará agradecido al arbitraje del VAR en éstas dos jornadas ante Oporto y Milán pero el aficionado colchonero sabe que el gol anulado a los portugueses en el Wanda y la expulsión a la media hora del milanés Kessie son difíciles de explicar. El penalty que ve el incombustible Çakir en el minuto 95 está bien visto pero el inefable VAR lo estuvo intimidando mas de dos minutos para que se arrepintiera. Dos minutos que un aficionado no sabe como interpretar y que a un servidor le huelen a modernas maniobras, insólitas hasta hace dos temporadas.