Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ni un solo diputado de los que votaron repetidamente, y por mandato imperativo (expresamente prohibido en la Constitución) el confinamiento ilegal de los españoles se ha ido a su casa, y tampoco se los puede echar, porque en el Estado de Partidos el elector no es el ciudadano que vota, sino el jefe de partido que hace las listas. Pero el berrinche moral del periódico de las elites, fundado por un ex ministro de Franco y dirigido por el ex jefe de informativos de Arias, es para una placa de Millán Astray, fundador de la Legión, pero también de Radio Nacional de España y del Ministerio de Propaganda (hoy, Cultura), restituida por la Justicia al callejero de Madrid.
“Notable símbolo del fascismo español”, llama nuestra elite a Millán Astray, que una vez escribió:
–Mi segunda discrepancia fue con ocasión del golpe de Estado. El general Primo de Rivera me concedió el honor de notificarme su pensamiento. Le escuché con toda atención y respeto que me merecía; pero, con la lealtad en mí característica, le hice presente que no era partidario de la dictadura ni de la intromisión del ejército en política nacional, y que a este criterio había atemperado yo siempre mi conducta. El general no insistió más.
De hecho, “el fascismo español” nunca invocó para sus cosas el magisterio militar de Millán Astray, sino el magisterio intelectual de Unamuno, y sobre todo, de Ortega y Gasset, que una vez (13 de febrero del 20) escribió en “El Sol”:
–Un gobierno militar tendría la ventaja de acabar con estas farsas parlamentarias que tanto nos repugnan... Son los militares los que deben imponer silencio y orden en este galimatías político, dando con su sable en los consejos ministeriales y apoderándose del poder si la Corona no cree llegado el momento de otorgárselo de buen grado.
Es la elite que, formada en los chascarrillos del cine de Amenábar, sostiene que son preferibles las barbas de los talibán a las minifaldas de Mary Quant, que sólo sirven “para fomentar la islamofobia”.
[Sábado, 28 de Agosto]