jueves, 23 de septiembre de 2021

Vacunando a Vox


Macarena Olona en pleno negacionismo
 
 
Hughes
 
Abc
 
La semana pasada ocurrió algo curioso con Vox. Lo comenté (humildemente y premiummente) en el periódico del sábado: en dos situaciones Vox había definido una postura propia, con rasgos distintivos, sobre el Covid. Las situaciones tenían que ver con dos periodistas (es una palabra elástica): Alvise y Losantos. Entre Alvise y Losantos se había definido Vox.

Alvise hizo una denuncia muy fuerte sobre el doctor Steegmann (que me perdonará, si leyera esto, porque es casi seguro que me estoy confundiendo con alguna letra), una denuncia que fue contestada de forma inmediata y contundente por el partido y sus notables. Steegmann era, precisamente, un hombre odiado por el sector más fieramente antivacunas o antivacuna del covid. Es un médico, es provacunas, parece indudable su “cientificidad”. Así que Vox reafirmaba al doctor, para indignación de ese sector, quizás no muy grande, en que se intersectan los voxistas y los antivacunas. “Pierden mi voto”, decían, con una indignación/desilusión ya mostrada cuando Olona publicó una foto recibiendo el pinchazo en el hombro (hombro que sostiene media oposición parlamentaria).

Días después, Abascal iba a ser entrevistado a Esradio, donde Losantos le preguntó por las vacunas. Abascal hizo aquí algo reseñable: se negó a revelar lo que consideraba parte de su intimidad. Al hacerlo, sin decir nada malo sobre la vacunación, estaba defendiendo la libertad al respecto. A esto contestó Losantos con el ya famoso “aquí no entra nadie sin vacunar” y con la confesión de que algunas proclamas liberales no son del todo aplicables a la realidad. Bueno, eran dos posturas, discutibles, pero dos posturas que dejaban un panorama alterado: era Vox el que estaba defendiendo la libertad, una determinada libertad, ante los sedicentes liberales y ¿no tenía esa postura un poderoso desarrollo o efecto político? ¿No estaba Vox definiendo un perfil que puede ser fundamental en los próximos meses? Entre Alvise y Losantos, en esas dos negaciones: no tienes razón, Alvise, y no tienes razón, Federico, Vox estaba dibujando un contorno se diría que “potente”, como se dice ahora, algo con mucho recorrido, una postura a la vez provacuna y libertaria al menos en un grado: no a la vacunación obligatoria, no a la invasión de la intimidad y del historial de salud en el ámbito económico y civil: no a la entera medicalización de la vida social. Esto puede ser criticable o no, pero lo que ha sido es caricaturizado. Toca, es casi un pasatiempo, acudir a estas cosas con Vox, pero es que no se lo hacen a Vox, se lo hacen a los demás.
 
¿Qué ha pasado desde entonces, en estos días? Ese perfil contorneado en Vox se ha convertido en una caricatura forzosa por ciertos medios, el primero el de Losantos. Han convertido a Vox en el partido de los “bebelejías”, de los “frikis” y de los “negacionistas” (la caricatura lleva dentro la caricatura de considerar que toda persona crítica o desconcertada es un negacionista disparatado). Pero ¿no se vacunó Olona y lo mostró? ¿No ha pedido Abascal recursos para la pronta vacunación de la población? ¿No lidera Steegmann la posición sanitaria del partido? Lo pregunto sinceramente porque igual es que se nos está pasando algo… ¿De dónde sale la caricatura?
 
Sin entrar en batallas personales, sordideces, luchas de poder y guerritas mediáticas por las migajas de la derechona, Abascal les estaba robando el liberalismo a los “liberales”, de modo que Losantos ha insistido en el discurso y detrás de Losantos, y también un poquito al rescate de Losantos, acuden fuerzas ‘vacunatorias’ interesantes. Una es Ciudadanos, Arrimads o Garicano, que pide a Vox que “explique a sus fieles que las vacunas no tienen dentro chips de Bill Gates y Soros”, y otra es el editorial de El Mundo, que con el ánimo de “higienizar la democracia” le pide a Abascal que se deje de “irresponsables equilibrismos” y, citando la entrevista a Losantos, hinque la rodilla. ¿Qué le piden? ¿Le están pidiendo que se pliegue a la posición del locutor? Eso parece, y sin entrar en lo que supone de sumisión “intelectual”, se adivina el mandato de fondo: asuman la postura pronto oficial sobre la vacunación obligatoria (algo que es, como todos podemos intuir, extravacunatorio, jurídico y político, no sanitario o no sólo sanitario).
 
No es sólo el editorial de EM, también aparece el asunto en la columna de Arcadi Espada, que cita la misma entrevista de Losantos a Abascal, y vuelve a recurrir a la ciencia. Si el editorial habla de “raciocinio” (la razón ha esgrimido Losantos), Espada saca a pasear la ilustración, nada menos, y la evidencia; y unos y otros citan la revista Quillette como quien cita a Pinker o Ignatieff o el NYT: ¡póstrate!
 
De los dos toros de la semana pasada, Losantos y Alvise, Alvise y Losantos, Vox salió con algo interesante: provacunas pero liberales, y unas horas después ven cómo el liberalismo unido, los liberalios, el liberalismo de la meninge y el liberalismo bajaimpuestos construyecosas madrileño esperancista, los dos, ambos con la Quillete en los labios, hacen dos cosas:
 
1) caricaturizar y distosionar esa postura, pues no le reconocen sus pronunciamientos prosteegmann, provacunas, las fotos de Olona…
 
2) cargarle a Vox el estigma del negacionismo. Con esto, los liberalios (¿llamamos liberales a los del voto obligatorio y la vacunación obligatoria?) están estigmatizando (no steegmatizando) a Vox, pues lo de frikis, bebelejías o negacionistas es lo mismo que hace la izquierda. Llamarles bebelejías, en esto, es otra formas de llamarles extremaderecha o ultras.
 
Ya que estamos entre gentes lógicas, los quilletianos, preguntemos: si la ciencia es inequívoca y exige la vacuna obligatoria para salvaguardar la salud pública, y si consideran que Vox se niega… ¿en qué lugar queda Vox? ¿No acerca esto a Vox a la ilegalidad más que ninguna otra cosa?
 
Los fachas no llaman fachas a los demás. Les dicen ‘alt right’ o “bebelejías”. Estos asuntos no dejan de ser luchas de poder en la derecha. En la pobre derecha mediática (Losantos dio un toque a las nuevas cadenas) y en la derecha política. De fondo, lo de siempre: que Vox supere o no definitivamente a PP+C’s. EL elemento pivotante de Ayuso ha hecho su labor y ahora es este asunto de las vacunas. La derecha centroliberalia (la ilustración, el raciocinio) están cargando a Vox con los bebelejías de forma parecida a como la izquierda les está endilgando la homofobia. Hasta algún “asesinos” se ha escuchado. ¿Meter a todos los antivacunas en el saco de Vox no se parece un poco a cargales con todos los homófobos?
Al final de todo, se intuye lo de siempre: la escasa ecología que el bloque bruselense va a permitir en Europa, donde cualquier forma de discrepancia parece destinada a la porra macroní (que pega, pero duele menos porque se apoya en la evidencia de Quillette y un señor de Murcia) y al cuarto oscuro, oscurísimo de lo facha, iliberal, homófobo, xenófobo y, ahora, bebelejías, que es la forma que tiene el liberalio de contribuir al asunto estando en misa y repicando, es decir, ayuseando.

Pero todo, todo está justificado y todo lo damos por bueno por habernos permitido leer hoy la siguiente frase memorable: “la paranoia, argamasa de la tiranía”. Cuando es más bien al revés: la paranoia, aliviadero o consuelo ante la tiranía.