miércoles, 29 de septiembre de 2021

Malditos roedores

Con volcán

 

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El video de la chica de La Sexta pidiendo consejos para apagar el volcán de La Palma era fake, y se le queda a uno cara de gato Jinks, exclamando (con voz de Florencio Castelló, su doblador andaluz, para que tenga gracia) “¡Malditos roedores!” a los Pixie y Dixie de la manipulación. Bien mirado, esa televisora tiene público creyente, y hacía ilusión que de él saliera un Diego de Ordás, el capitán zamorano de Cortés que, al ver el Popocatépetl en llamas, “tomóle codicia de ir a ver qué cosa era”, dice Bernal Díaz, para asombro de los presentes y también del césar Carlos, que incluyó el volcán en el escudo de armas de Ordás.


    –Así no podemos vivir –suspiran, con los fakes, las gentes de orden.
    

Los fakes son un arma revolucionaria, enseñó Lenin, el del aire vago de adormecimiento bizco, decía D’Ors, que da el haber gustado excesivamente de la sangre, aunque el “invento” no viene de Lenin, sino de los revolucionarios franceses, con mentiras ontológicas como el Tedeum del rey por los crímenes de la Bastilla (propios de caníbales, al gusto de Saint-Just) y la huida (y por tanto traición) del mismo rey (detenido por la casualidad en Varennes), que luego los diputados decidieron, bajo la consigna de “Constitución y Ley”, al gusto liberalio, convertirla… ¡en rapto!, inaugurando la Edad de la Mentira que hoy está en su cenit.
    

La verdad es siempre un error, aunque sea la verdad al cien por cien, y ese mecanismo me mantiene vivo –diría Thomas Bernhard, que se levantó un día y ya no lo dejaban decir Austria, porque de pronto Austria era Alemania, y en la plaza Mayor de su pueblo había una Chueca de diez mil camisas pardas cantando el himno de Horst Wessel y “Tiemblan los huesos podridos”.
    

Vivimos donde (y cuando) todo es mentira menos lo malo. En el viejo mundo la mentira residía en la ficción, reservada a los artistas. En el nuevo mundo la mentira da forma a la realidad (que es ficción) como la osa virgiliana a sus oseznos.

 
    –¿Qué haría yo en Roma, si no sé mentir?
 

[Miércoles, 22 de Septiembre]