miércoles, 8 de septiembre de 2021

Dogging

 

Kabul


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Uno es de Burgos, que en el 75 acogió el primer festival de rock en España (Hilario Camacho, Alcatraz, Tilburi, John Campbell, The Falcons, Tartesos, Bloque, Eva Rock, Compañía Eléctrica Darma, Gualberto, Burning, Granada, Storm, Eduardo Bort, Orquesta Mirasol, Iceberg y Triana) y cuya prensa saludó el acontecimiento con un titular a toda página en portada: “La invasión de la cochambre”. ¿Cómo iba a saber yo de la existencia del dogging?
    

Del dogging he sabido en Brighton, la ciudad para señores de sesenta años que quieren tener veinte y que votan a Boris porque dice “alas” (“alásss”) con una prosapia digna de un príncipe de Gales. Allí he visto un espacio Tinder (terraza-jardín para el primer encuentro) y un parque-dogging, donde los amantes, con la cosa de sacar a pasear al perro, se encuentran para sus ayuntamientos. Los griegos llamaron cínicos a los filósofos que hacían sus necesidades en la calle, como los perros, y aquí el único dogging que uno ha visto es el de los horteras saludando a lo Suárez, que levantaba el codo para dar la mano como los perros la pata para marcar el árbol.
    

Se vienen malos tiempos para los perros. Los chinos se los comen y los musulmanes no son de verlos pasear (en los barrios que controlan no está “bien visto”). En los parques tampoco es fácil saber quién está de dogging. En su prólogo a la traducción de “El collar de la paloma” por Emilio García Gómez, Ortega lamenta la limitación de gestos corporales que nuestra intimidad tiene para expresarse.
    

El amor, Dios te honre, empieza entre risas y acaba con caras largas –dice Ibn Hazm, que jura por Dios no desnudar jamás su manto “para un coito ilícito”.
    

Nos llegan las imágenes de los perros americanos, abandonados hasta la muerte en sus jaulas en el aeropuerto de Kabul. Es el dogging Biden-Harris. García Gómez nos dejó el caso del presidente turco Bayar: de visita en Afganistán, se llevó del rey el regalo de dos galgos afganos para el zoológico de Ankara, con este letrero: “Canis domesticus”.

[Miércoles, 1 de Septiembre]