Escudo del Sheriff
De Pena. El 14 del Dínamo de Kiev
Francisco Javier Gómez Izquierdo
La primera jornada de Champions, y más tras un verano de Eurocopa o Mundial, no es definitiva, suelen decir los presuntos favoritos que no ganan. No les falta cierta razón, pero en el caso español conquistar el torneo se presenta casi quimérico para los cinco representantes. Quizás haya que salvar al Real Madrid, no por solvencia en el juego, sino por ese clima particular que genera en su competición favorita y que aturulla a los contrarios haciéndolos fallar ocasiones de gol que por lo general convierten ante cualquier otro rival y colar las propias cuando menos esperan los contrarios y aficionados.
El Real Madrid ganó al Inter porque Courtois está empeñado en convertirse en el mejor portero del mundo y porque Dzeko no es Lukaku. El Real Madrid no parece "tirar", encomendado a un Modric cuya eternidad algún día dirá "hasta aquí", pero me da que va a mejorar mucho a poco que Ancelotti domestique las furias desatadas del potencial Vinicius y coseche partido a partido el talento de Camavinga, un francés de padres congoleños que nació en Angola y que tiene el andar y los movimientos de los mejores futbolistas holandeses. A un servidor le parece un híbrido entre Seedorf y Gullit no sólo por lo que hace con los pies sino por la inteligencia y listeza que parece heredar de los dos monstruos. Los analistas que saben, dirían que Camavinga tiene ADN del Barça, pero el caso es que hoy al Barça lo asfixia la ruina y lo peor es que como el club nunca ha vivido como pobre, sus afanes contra la precariedad pueden resultar esperpénticos. Aquí en Salmonetes... hemos visto venir lo que ya tiene mal remedio. No hay desdoro en perder contra el Bayern, el Liverpool, City, Chelsea... favoritos que desde el principio, como el Barça hasta hace dos temporadas, se presentan con un "aquí estoy yo". Lo humillante será no poder con el Dínamo de Kiev y perder por un gol de De Pena, medio uruguayo que jugó en el Oviedo y es titular en el equipo de Ucrania.
Va a doler hablar y escribir del Barça esta temporada porque sus carencias no son como las del Atleti. El juego del Atleti genera malestar corporal. Hay tardes que hasta da dolor de barriga porque ni fabrica gol y además merece perder, pero a otro día te monta el mejor partido del año en Anfield mismo. Anoche el VAR, que para autoafirmarse ve cosas que nadie ve, quitó un gol al Oporto que pasará a la historia como uno de los misterios de la televisión por ser episodio no apto a los ojos de mayores de 18 años. Del Atleti, y a pesar del mal ejemplo que dio ayer, esperamos mejoría y eso que aguardan Liverpool y Milán. También esperamos reacción del Sevilla que ante el Salzburgo no pareció ni una mala imitación del Sevilla que nos viene gustando. El Villarreal, al que van encaminados nuestros mejores deseos de Champions, nos va a dar muy buenas tardes incluso sin ganar porque con Unai Emery todo es pundonor y sacrificio, virtudes que les son propias a los acostumbrados a espantar la pobreza.
Lo que mas me llamó la atención en la primera jornada fue la aparición del Sheriff Tiraspol, equipo que es de Moldavia pero al parecer no del todo. Cae bien por su estrella en el pecho a lo Jhon Wayne, emblema de la compañía de seguridad fundadora del club. Está en el grupo del Madrid y lo normal es que quede último. Vi su partido contra el Shaktar, jugó a las 7, y me encantó cómo sale al contrataque y centra su lateral izquierdo, Cristiano da Silva, y lo ensayados que tienen los desmarques sus delanteros Adama Traoré (¡mira que hay futbolistas con el mismo nombre!) y Momo Yansane, goleadores de Malí y la Guinea Ecuatorial que dejaron a los vecinos ucranianos con un palmo de narices. Impresionante el coloso Dulanto, extravagante gigante del Perú, que mira con un ojo en la nuez, y el capitán Castañeda, que tiene nombre de portero, pero que al parecer es un goleador de campeonato.