martes, 29 de octubre de 2019

La Ruptura

Thomas Kuhn


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El centrismo es un poco como el galgo del Tío Zaragoza, que cuando saltaba la liebre, con los nervios, le daba la angurria y se ponía a mear.

    Cuando la Exhumación de Sánchez, al centrismo, con los nervios, le entró la fiebre liberal y se puso a pegar vivas a la Epa como si fuera “La Pepa”, sin darse cuenta de que la Exhumación era para el sanchismo la ceremonia de inauguración (con cuatro décadas de retraso, eso sí) de… ¡la Ruptura!
    
Claro que no la Ruptura de la Junta Democrática del 74, donde el único demócrata era su fundador (lo demás eran el partido comunista y desechos de tienta franquista), quien tomó la expresión “ruptura” de la teoría de los paradigmas científicos de Thomas Kuhn (los grandes cambios requieren de una ruptura de paradigmas). En Suresnes, donde le levantaron las siglas a Llopis (de joven, corresponsal en Cuenca de “El Sol”), González, el caballo del “establishment”, se puso a sobreactuar y pedía nacionalizaciones y depuraciones a manta, rechazando ingresar a la Junta por considerarla un contubernio de “monárquicos borbónicos”, para estupefacción de Carrillo. La cosa era Ruptura o Reforma. “¿Reforma o Revolución?”, preguntó, ingenua, Luxemburgo. “Las dos”, le contestó, bizqueando, Lenin. Aquí todos eran más modestos. En el 76, ansioso por sustituir la hegemonía del Movimiento por la del Psoe, González quería pasar por la ventanilla asociacionista de Arias, cuando el primer punto de la Oposición era la legalización, a la vez, de todos los partidos, incluido el comunista, el mismo que luego entró al despacho de Suárez con la Ruptura y salió, tan pichi, con la Reforma, porque, decía el picarón de Carrillo, oía “ruido de sables”.
    
La Ruptura desatada por el sanchismo, donde nadie conoce a Thomas Kuhn, es la españolísima “vamos a acabar con esto” (“esto” es “todo”) que puso en marcha el Frente Popular, y ahora sin oposición, pues delante sólo ven tontos útiles y, por supuesto, esos compañeros de viaje que siempre son los snobs.