En el Principio fue el membrete
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Los griegos llamaron “ombligo” al centro del mundo, justo donde los cosmógrafos católicos localizarían su infierno, que así, entre agnósticos (“yo es que soy agnóstico”), tampoco es para tanto.
El ombligo de la política española es (o quiere serlo) Rivera, mezcla de chico Avon (“Avon llama”) y Manuel Luque de la partidocracia (“Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo”), que ahora va a Galicia “a regenerar España”.
–En el Principio fue el membrete –era el lema (no la broma) de otro barcelonés: don Eugenio d’Ors.
¿Tienen membrete los de Ciudadanos?
En la “bio” política de la candidata gallega de Rivera se dice que, mientras los pequeños preparaban la movida, ellos, los mayores, los de “la movida de verdad”, volvían de la guerra contra la dictadura, en general, y en particular, contra Billy el Niño, cosa que uno también le tiene oído al Lute y a Lobatón.
Hay que recordar que, igual que hoy el secretario de Estado de Cultura en funciones, Lassalle, dice acabar su carrera matinal (¡auroral!) en la madrileña Casa de Campo “con la sensación de haber hecho ya el día”, en la Santa Transición muchos acababan de correr “delante de los grises” con la sensación de haber traído ya la democracia del 78, que objetivamente considerada debe más al tal Billy el Niño (liberó del zulo de los Grapo a punta de revólver a Oriol y a Villaescusa en pleno ultimátum militar) que a la Liga Comunista Revolucionaria, trinchera, entonces, de la candidata de Rivera, que no proponía, precisamente, la implantación en España de la Constitución federal de los Estados Unidos de América.
En los 70 lo de Franco era una dictadura paliada por el incumplimiento, y lo de la LCR quería ser una dictadura (la sola forma auténtica de la democracia comunista) de muy estricto cumplimiento. Pero, como decía Felipe Mellizo, sólo los inocentes pueden creer que de todo lo que ha ocurrido y está ocurriendo en España va a quedar un solo rastro de aquí a veinte años.