-Ninguna advertencia ajena le había preparado, porque, desde hacía varios años, el espíritu de Luis Felipe se había retirado a esa especie de soledad orgullosa, donde acaba casi siempre viviendo la inteligencia de los príncipes largo tiempo felices, que, confundiendo la suerte con el genio, no quieren escuchar nada, porque creen que ya no tienen nada que aprender de nadie.
Alexis de Tocqueville