domingo, 25 de septiembre de 2016

Córdoba, 2; Gimnástico de Tarragona, 0


Francisco Javier Gómez Izquierdo

      El aficionado escucha a un nota decir que fulanito marcó el gol que dio la liga al Flamurtari en la liga albanesa del año 2001 y es lógico que no se atreva a discutirle nada de lo que diga el sabio. Hay periodistas que saben mucho de fútbol. Una jartá, pero eso no quiere decir que entiendan de fútbol, porque el fútbol se contempla desde una subjetividad para mí harto traicionera.

     En 2ª división, por ejemplo. Llevamos un sexto de liga y aún no he visto un equipo digamos fiable. Tanto del Levante, la plantilla más cara con ese Campaña por el que tengo debilidad,que pasó por Córdoba como una sombra; como de mi equipo, el Córdoba, veo escritos demasiados adjetivos bonitos que no creo que se correspondan con la realidad. Una realidad, ya se sabe, mudable ante dos derrotas seguidas. Fíjense, de momento me quedo con el Lugo, a pesar de sus extravagancias en defensa.

    Ayer vino el Gimnástico de Tarragona, una plantilla corta y casi, casi de saldo. Los laterales, Mossa y Kakabadze, un desconocido, se las ven y se las desean para corregir la lentitud de los veteranos Lopo y Bouzón, desbordados por un Rodri que al final va a tener el año. El delantero centro Rodri hará unas cinco temporadas, cuando aún no tenía veinte, se salió en el Sevilla, hasta tal punto que se lo llevó el Barça. Tuvo una o dos lesiones morrocotudas y el Barça lo iba cediendo por Europa y hasta a Zaragoza y Almería sin que acabara de recordarnos lo que prometía. Como aún es joven, 26 años, no me pareció mal fichaje, teniendo en cuenta que venía prácticamente gratis. Cuatro goles lleva ya y yo no entiendo de fútbol, pero creo en las rachas de los goleadores. Del centro del campo tarraconense salvo a Madinda un revoltoso cedido por el Celta, aunque al resto no queda más remedio que perdonarles por esa manía de hacer jugar con 36 grados. Tejera, un calvito del Español que prometía, pero que se va quedando como futbolista menor, me defraudó como ese Uche, el Ikechuku, que está para pocos trotes. Un tal Cordero y un tal Lobato, de los que no tengo referencia, deambularon por el campo sin criterio y al parecer sin misión alguna, pues el Nástic no llegó ni una sola vez ante nuestro portero polaco.

     Dos a cero. Uno en cada parte. Sin agobios, pero yo creo -no sabemos de fútbol- que sin rival. Al entrenador Vicente Moreno, al que respeto en lo mucho que vale y en sus extraordinarios logros, le queda mucha estrategia que ensayar, porque talento, talento, yo no ví por ningún lado.