-Recuerde el jarro de Mahoma, del que no se derramaba una gota de agua mientras el Profeta daba a caballo una vuelta al Paraíso. El jarro son los cinco segundos. Eso se parece mucho a la armonía de usted, y Mahoma fue epiléptico. Tenga cuidado, Kiríliov; eso es epilepsia.
Dostoyevski