martes, 9 de septiembre de 2014

La Virgen de Córdoba


El caimán de la Fuensanta


Confusión en las calles


Francisco Javier Gómez Izquierdo

El 8 de septiembre es día de vírgenes en España y en Córdoba toca la de la Fuensanta. Fiesta local y puente que invita a ausentarse tras el sinsentido que acompaña a los mandones del barrio del Santuario, convencidos de que la fiesta se pinta de rojo en el calendario porque así lo deciden ellos.
        A la salida de la antigua Córdoba había un santuario dedicado a la Virgen de la Fuensanta y a mediados del pasado siglo se plantaron bloques de casas a su alrededor. Creo que fue el alcalde Anguita quien ante tanto terreno baldío propició unas casas baratas alrededor de una especie de mercado con carnicería, pescadería y panadería y en el que se pusieron también bares económicos, estanco, farmacia... Luego, los vecinos supieron apoyar con vehemencia al alcalde del partido y añadieron confort con piscinas y pistas de tenis, resultando el barrio de la Fuensanta que conozco. La Virgen de la Fuensanta es antes que el barrio y al santuario se iba de romería a la procesión, a pedirle a la Virgen, a rezar,  a comprar una campanita, a bailar... y los infieles se mezclaban con los devotos sin discriminación. 

Desde que no hay alcalde del partido todo son pegas en la Velá de la Fuensanta. Los mandones del barrio no quieren saber nada con el obispo, del que abominan en público. Reniegan de la procesión de la Virgen porque  tienen certezas ateas y porque más simbólico es para ellos el caimán que apareció en una inundación que la veneración católica que nada simboliza el sentimiento del barrio. Un disparate del que no merece la pena dar mayores detalles pues ustedes se estarán haciendo una idea de hasta donde nos puede llevar la ignorancia de cuatro regoldones que se autonombran pueblo soberano. Vuelvo de Cádiz y la prensa habla de “celebración triste” y división en el barrio de la Fuensanta, la Virgen de Córdoba.