viernes, 10 de agosto de 2012

Desolación

Puvis de Chavannes

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El cumpleaños de la crisis (cinco años ya) me coge en la playa, que es la desolación de oír a gentes de Madrid llamarse Joel o Brigitte, como nuestros héroes olímpicos.

    En la playa, a la desolación de los nombres se une la desolación de los montes: montes de Venus vaciados como montes de Piedad.

    La única hipótesis verosímil del cambio climático la formularon unos colombianos constituidos en oenegé para luchar contra la desertización, por culpa del bikini, de “... esa ensortijada gracia oscura / cárcel de luz, recóndita angostura”.

    En la siesta de la playa uno no piensa en las barbas de Gordillo, que son como las de un Camilo Cienfuegos comprado en un chino, sino en lo que el buen rey Salomón anotó en sus “Cantares”:
    
Corre, amado mío, corre como un venado, sobre los montes llenos de aromas. Tu ombligo es un ánfora donde no faltan vinos aromáticos. Tu vientre, un haz de trigo rodeado de azucenas...
    
En su lucha contra el fascismo (“el fascismo de la vulgaridad”, denunciado por Steiner), los defensores del monte de Venus condenan el talado atentatorio contra la estética, el erotismo y la sensualidad.

    –El primer día de la tala, su apariencia… podríamos decir, con mediana ternura, que es como el “cachetito del Niño Jesús”… Tres días después de la catástrofe ecológica, el “haz de trigo” del rey Salomón adquiere la apariencia de un cachete de trompetista sin afeitar
    
Para el hombre ajeno a la socialdemocracia, la mítica felpa del uruguayo Ángel Facal (“... y tu vientre es una ofrenda / de los más dulces venenos, / donde florece la felpa / en un triángulo perfecto”) perdió su encanto.

    –Un monte de Venus acometido por el viento es música de hadas para el sentido del oído. A monte de Venus talado, oídos sordos.