El cartel
Francisco Javier Gómez Izquierdo
En un fin de semana que se reparte fuego en las calles de Córdoba, no es aconsejable permanecer en la ciudad.
Recién venido de la Demanda donde el sueño es arropado y donde mi doña toma el fresco con una manta, este arrebato infernal descoloca y por eso me enorgullece recomendar a quien no le pille lejos un acercamiento al pueblo de Castrillo de la Reina, a seis kilómetros de Salas de los Infantes en la Demanda burgalesa, donde desde hace veinte años se representa la tragedia de los Siete Infantes de Lara por unos actores aficionados, dirigidos por Abilio Abad. A la representación se va con ropa de abrigo y son muchos los espectadores que recuerdan con alegría el frío que pasaron en tan mágicas noches, entre las que suele caber la de San Lorenzo.
Aquél que se decida no saldrá defraudado y si antes de la función se merienda una ración de la mejor cecina del mundo la experiencia será inolvidable. Para garantizar localidad, es conveniente llamar y amablemente le reservarán asiento. Hago constar que en todas las ediciones se ha colgado el “no hay billetes”.
Recién venido de la Demanda donde el sueño es arropado y donde mi doña toma el fresco con una manta, este arrebato infernal descoloca y por eso me enorgullece recomendar a quien no le pille lejos un acercamiento al pueblo de Castrillo de la Reina, a seis kilómetros de Salas de los Infantes en la Demanda burgalesa, donde desde hace veinte años se representa la tragedia de los Siete Infantes de Lara por unos actores aficionados, dirigidos por Abilio Abad. A la representación se va con ropa de abrigo y son muchos los espectadores que recuerdan con alegría el frío que pasaron en tan mágicas noches, entre las que suele caber la de San Lorenzo.
Aquél que se decida no saldrá defraudado y si antes de la función se merienda una ración de la mejor cecina del mundo la experiencia será inolvidable. Para garantizar localidad, es conveniente llamar y amablemente le reservarán asiento. Hago constar que en todas las ediciones se ha colgado el “no hay billetes”.
El escenario
