martes, 18 de mayo de 2010

Últimas conversaciones con Pilar Primo



ANTONIO-PROMETEO MOYA



Alfredo Valenzuela
Abc de Sevilla

Antonio-Prometeo Moya_Escritor procedente de la izquierda, ha dedicado a su madre, que fue militante de UGT, «Últimas conversaciones con Pilar Primo» (Caballo de Troya), una novela que es como una pedrada en las apacibles aguas de la Memoria Histórica


—Sevilla apenas sale en su libro, pese a ser decisiva en la victoria franquista…

—Desde el principio estuve condicionado por la información disponible sobre la protagonista. Las dos fuentes principales, sus memorias y la «Crónica de la Sección Femenina», son textos muy incompletos y a veces inexactos. Pero menciono su llegada a la ciudad, sus contactos con las falangistas locales, con Queipo de Llano, Sancho Dávila, Mercedes Sanz y otros.

—Da la impresión de que su protagonista, Pilar Primo de Rivera, que tanta tarea tenía en otras ciudades como Valladolid o Salamanca, no tenía nada que hacer en Sevilla.

—Tenía que centrarme en los momentos clave de la historia de Falange, su fundación, la depuración del hedillismo y su paulatina desvirtuación al fundirse con «el Movimiento».

—¿Dedica el libro a su madre, que fue militante de UGT? ¿Cree que le hubiera gustado un libro como éste?

—Yo no dediqué a mi madre un libro sobre la Sección Femenina, sino el primer libro que publiqué después de su muerte. Mi madre trabajaba en Correos de Valencia y el sindicato mayoritario allí era UGT. Pero simpatizaba con el primer socialismo, el de la época en que Felipe González parecía la gran esperanza de Occidente.

—Lo que no parece que aspire usted es a un premio de la Memoria Histórica, ¿no?

—Yo pensaba que iba a hacerse una investigación seria, para determinar qué había sucedido realmente en uno y otro bando. Si hay que juzgar a alguien, que se le juzgue, pero convertir las responsabilidades políticas en un espectáculo de feria periódico es repetir el juego de Franco, que estuvo celebrando el día de su victoria hasta el año que murió.

—¿Se imagina a Pilar Primo de Rivera posando para Vogue?

—Le gustaba figurar, eso es evidente, pero rechazaba la ostentación gratuita.

—Presumía de haber llevado el mismo abrigo veinte años, una austeridad propia de Pasionaria, ¿verdad?

—A eso me refiero. Tampoco Pasionaria era dada a la frivolidad.

—En su novela se habla de «cómo funciona el gigantesco cerebro de algunos españoles cuando se politiza la vida cotidiana». ¿Qué alienta la Ley de Memoria Histórica en esos cerebros?

—Creo que para muchos españoles es más satisfactorio odiar que saber por qué odian.

—En su novela se cuenta que en la revista falangista Teresa escribían Buero Vallejo, Caro Baroja y Vicente Aleixandre, o sea más pluralismo que en algunos suplementos culturales de la prensa progre…

—Las dictaduras propician muchas paradojas.

—Le traslado una pregunta de su libro: ¿Qué puede esperarse de un pueblo que se declara fervientemente republicano, luego fervientemente franquista y luego fervientemente juancarlista?

—No creo en las dictaduras, pero tampoco en las democracias representativas, sobre todo cuando no son más que oligarquías de partidos. Además, quien vota sí o no en un referéndum, o elige entre fulano y mengano en unas elecciones, no realiza un deseo propio, simplemente satisface o frustra un deseo ajeno.

—Y otra más de su novela, ¿qué explica el misterio de que una empresa esencialmente criminal, como el comunismo, se siga considerando una conquista del espíritu humano?

—Eso lo piensa Pilar, no yo. De hecho he sido comunista convencido. Y sigo creyendo que los escritos de Marx y Engels aún pueden enseñarnos mucho. Milan Kundera dijo cierta vez que su generación vivió el estalinismo como una forma de poesía. Esto hoy puede parecernos siniestro, pero hay que recordar que las soluciones totalitarias seducen a los brutos con la brutalidad y a los sensibles con la mitología del sacrificio. La trampa, en mi opinión, está en la confusión entre ideal poético e ideal político. La educación no puede ser reemplazada por la embriaguez poética.

—¿Odiar el franquismo es una coartada para ocultar la complicidad con él, de modo que, cuanto más cómplices fueron más lo odian?

—Nuevamente es Pilar quien dice eso. Yo creo que mientras sigamos mirando el pasado con espíritu revanchista, seguiremos siendo herederos de Franco.

—¿Qué ventajas se obtienen de polarizar y «maniqueizar» un pasado que nos concierne a todos?

—Todas las ventajas son para los que manipulan a la masa. La masa siempre pierde.

—¿Franco no hubiera podido mantenerse en el poder sin la complicad de la mayoría de los españoles?

—Sin la complicidad de la mayoría de los españoles que tenían poder. La sociedad franquista era una sola pirámide. La sociedad actual consta de muchas pirámides.

Gómez Dávila dice que el socialismo es la ideología según la cual la culpa siempre es de los otros…

—Todas las ideologías hacen eso.
—¿Hay quien se ha tomado su libro por algo real y ha pensado que, en efecto, se produjeron esas entrevistas con Pilar Primo de Rivera?

Sí, y eso me halaga, porque significa que he convencido al lector. Para Aristóteles, el objetivo estético de la obra no era la verdad, sino la verosimilitud.

Arcadi Espada criticó a Javier Cercas por unir realidad y ficción en Soldados de Salamina, ¿no teme la misma crítica?

—La literatura narrativa es una metáfora o una metonimia de la historia 'real', presente o pasada. Pero cada época tiene su concepción de la historia, de la realidad y de la literatura. Los personajes de Homero son como prototipos y son reales en tanto que prototipos. Los retratos de la «Divina Comedia» se ajustan a modelos teológicos porque para Dante la realidad es la teología. Walter Scott reconstruye el pasado escocés combinando leyendas, porque cree que encierran la esencia de la verdad histórica. Galdós es más actual y prefiere basarse en testigos. Lo que me parece aberrante es esa novela pseudo-histórica que viste con ropajes antiguos los tópicos de hoy o hace guiños anacrónicos al lector ignorante.