José Ramón Márquez
Se presenta Bañuelos en Madrid y no puede tomar antigüedad porque le echan dos para afuera. Fernández Salcedo hablaba del honor de la divisa, pero vaya usted a explicarle eso a Bañuelos, que el hombre sabrá de azulejos, de cisternas de wc o de chaletitos pareados o de lo que sea, pero de toros va por libre, que ni idea tiene de lo que es la ganadería, que por hacer de menos a Navalón llamaron a los toros del tal Bañuelos los ‘toros del frío’, como podían haber dicho los toros de páseme usted el río.
Pues el primero, el de la confirmación de alternativa de Javier Cortés, sellada con innumerables abrazos coforme manda la Ordenanza, fue bobo de solemnidad o tonto de baba o del haba. Bueno, pues ni con ése fue capaz el ‘toricantano’, como dice el tío feo ése de la tele que me recuerda a una mula que tenía mi abuelo, de medio hacer el toreo. Vamos, que el tío, asesorado por la banda de fracasados y perdedores que suelen asesorar a los toreros, fue capaz de dar un demoníaco festival de toreo basura, siempre hacia atrás, siempre lo contrario de lo bueno, y dejó que su toro soñado, el imbécil que Bañuelos crió con esmero para él, se fuese al desolladero con sus asquerosas orejillas pegadas a las sienes.
Por la parte de Uceda Le(t)al, pues como dice el clásico ‘no news’.Vamos, que el tío sigue estando tan pelmazo como siempre, desde que le vimos de novillero y tan sin nada que decir como siempre. Es otro de esos, como el coñazo de Manuel Caballero, que hemos visto mil y pico de veces sin haber ido a verle expresamente a él ninguna. Si el toro es medio malo, el tío se tapa a base de su porquería de ‘tauromaquia’ cutre y sin sentido, pero si le sale una basura como su segundo de hoy, de nombre Regaliz, toro para que hagan sus monerías Morante o los de los relojes, pues este pobre hombre queda como lo que ha sido, es y será. No hay posibilidad de que Uceda dé más de lo poquísimo que ha dado porque está visto, revisto y amortizado. Y, pese a lo anterior, le perdonaría todo si no fuese por el recital de gritos, chillidos, berreas, graznidos, alaridos, bufidos, chillidos, rugidos y ladridos con que ha acompañado cada uno de sus absurdos y torpes pases de muleta. Jamás he oído chillarle al toro a un torero que me haya gustado de veras. Una vez oí a uno, que hoy se dedica a hacer el ridículo como monito amaestrado de Dr. Zaius, que le dijo a un toro, como un susurro, en Aranjuez: "¡Vente!", y hay que ver cómo galopó el toro. Porque si respetas al toro debes hablarle, no emprenderla a chillidos.
Podría hacer mofas sin tasa del pobre Pedrito, pero no me da la gana. Discutía yo con un señor de Guadalajara si es peor él o su padre y me convenció mi amigo de que es peor el padre, porque siendo tan malo como el hijo, el padre daba además unos zapatillazos tremendos, defecto que ha sido corregido en el hijo. Como dicen en la LOGSE, esto progresa adecuadamente y podemos pensar que en diez generaciones, depurando cosillas, creo que, si seguimos así, se puede llegar a tener un torero medio decente y del montón en la familia. “Quien resiste, vence” era el lema del escritor Cela. ¡Resistid los Moya! Hasta cuando queráis y pese a que tenéis una rima bastante facilona.
Llevamos tres días en Las Ventas y ya parecen tres lustros. Cada tarde recordamos a los Partido de Resina y a los extranjeros de chanclas y pantalón corto que los vieron sin saber lo que veían. Mientras tanto, la plaza de talanqueras del Puente de Ventas prosigue en su fatal deriva que, indefectiblemente, nos ha de llevar a la salida de July por la puerta grande.