martes, 7 de marzo de 2023

La cultura "okupa"



 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La cultura “okupa” es tan española que todos los gobiernos se sienten obligados a preservarla.


    Frente al localismo del putañerío sociata (esa isla de Epstein para pobres con música de Boy George: “Let me love and steal…”), de raíz ideológica (los socialistas, dice Revel, tienen una idea tan alta de su propia moralidad que casi se creería, al oírlos, que vuelven honrada a la corrupción cuando se entregan a ella), el universalismo de la cultura “okupa”, cuyo origen está en la escena descrita en la “Summa de geografía” de Enciso, con el escribano leyendo (“a viva voz, y para que nuestras conciencias queden descargadas”) a los caciques del río Sinú, en Colombia, el “Requerimiento” de Palacios Rubios redactado en Burgos, informándolos de la donación que el Papa había hecho de América a los españoles, cosa que escamó a los caciques:


    –…en lo que decía que el Papa había hecho merced de aquella tierra al rey de Castilla, dijeron que el Papa debiera estar borracho cuando lo hizo, pues daba lo que no era suyo, y que el rey que pedía y tomaba tal merced debía ser algún loco, pues pedía lo que era de otros


    Los Bolaños de la época se presentaban allí con un concepto civilista jurídico-romano de la “occupatio” como título. A Schmitt le parece “conmovedor observar cómo el primer gran país que efectúa tomas de la tierra, España, se encuentra a la cabeza de esta evolución que se aparta de la Iglesia y la Edad Media y se orienta hacia el Estado, permaneciendo sujeta, al propio tiempo, al título jurídico eclesiástico de su gran toma de la tierra”.


    ¿Orientarse hacia el Estado? Ahí está el Estado de Partidos del 78, que es la “okupación” del Estado por un grupo de zascandiles libres de cualquier control político, y con el beneplácito de una sociedad que tenía interiorizada la cultura “okupa”. Vamos, que se hicieron los amos, y hacerse el amo, como explicaba Camba nuestra guerra civil a un amigo inglés, es todo lo contrario de serlo: “El amo de una cosa la cuida o la descuida, allá él, pero no hay temor alguno de que, para demostrar sus derechos de propiedad o dominio, coja la cosa en cuestión y la destruya, que es, precisamente, como procede aquel que quiere hacerse el amo”. Como contribuyente, no puedes cortarles el agua ni la luz porque te denuncian. Así, todos los amos que llevamos vistos en La Moncloa hasta ahora, siempre arropados por el fervorín de nuestra industria liberalia, cuyo modelo, en caricatura, sería Boy George.


    En los 80, Boy George llevaba el guardarropa del Blitz Club londinense de Steve Strange (el que una noche no dejó pasar a Mick Jagger por no parecerle lo bastante arreglado), y allí, como sobresueldo, “limpiaba” todos los bolsillos. Boy George vivía de “okupa”, como sus colegas; un día robaron ropa en una tienda y, al repartirla, Boy George pretendía cobrarles las prendas a los demás, que eso es el proviso de Locke, y no lo que vende Rallo.


[Martes, 28 de Febrero]