lunes, 6 de marzo de 2023

El derbi ha muerto

 

Julio Iglesias, De Felipe, Amancio y Pirri

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La ley de la vida, desde Darwin, es comer y ser comido. Brillat-Savarin, el filósofo de la cocina, dejó establecido que los animales se alimentan, pero el hombre come, “y sólo el hombre sabio sabe cómo comer”.


    –El descubrimiento de un nuevo plato hace más por la humanidad que el descubrimiento de una nueva estrella.


    El nuevo plato del Real Madrid es el glamour de la Champions, la única Superliga existente, mientras no inventen otra. Todo lo demás es perder tiempo, dinero y categoría. Bajarse del avión de Liverpool en Champions para tomar el autobús del derbi en la Liga de Tebas ha de ser durísimo, y el Madrid hizo suyo ante Simeone el principio de supervivencia de Edward Michael Grylls, Bear Grylls para el siglo, según el cual no hay que gastar en capturar una pieza más calorías de las que te aporte comerla. Pero no lo puede decir, y se comprende, si miras los retratos de los mandamases del fútbol carpetovetónico que padecemos. Los curiosos pueden aplicar a esos retratos las hipótesis del teólogo suizo Johann Caspar Lavater, autor de un tratado de fisonomía que sitúa los secretos del carácter en los rasgos faciales. La Liga de Tebas da para una serie de cine negro de Jess Franco, pero no para una competición por la que merezca la pena exponer a tus figuras, que en ella nada tienen que ganar. Y por eso al derbi el Madrid salió sin pivotes, sin laterales y sin tensión, con Vinicius a verlas venir y con Benzemá jugando a escopeta de feria inspirado en el muermo que transmite Asensio a un piperío que no se cansa de pedir contratos para “los españoles”, grupo del que tira Nacho, y detrás, haciendo el trenecito al son de “La Konga”, marchan Ceballos y el tal Asensio.


    De dar crédito a los comentaristas (los mismos que decían que Cazorlita y De las Cuevas eran mejores que Modric), Nacho es el Gran Secundario del Hollywood madridista, una especie de Walter Brennan del fútbol, resumido por Guti en un “Nacho siempre en mi equipo”. Se supone que, con once Nachos, habría derbi madrileño, porque el derbi es una discusión de vecinos, pero a los extranjeros les cuesta entender que matarse por ganar en la Liga de Tebas al Atlético de Simeone aporte brillo internacional a su carrera. La prueba es el jaleo con que fue recibido el Real Madrid en el Civitas y la discreción con que fue recibido en el Bernabéu “el equipo de Ana Frank”, que diría Petón. El derbi madrileño está tan muerto como la Liga de Tebas, cosa que no le importa ni al Atlético, que cree que el cáncer del fútbol español es que a Ceballos no le enseñaron la segunda cartulina amarilla. A Ceballos, no a Vinicius ni a Benzemá ni a Courtois. ¡A Ceballos! Del mi reino por un caballo de Ricardo III al mi reino por una amarilla a Ceballos de Gil, que tiene el entrenador mejor pagado del mundo en el banquillo, y al fichaje más caro del fútbol nacional triunfando, cedido, en el Chelsea, donde fue recibido con cántico, “cosa que en el Atlético no tuve en tres años y medio”, circunstancia que ya le gustaría lamentar a Vinicius cuando visita el Civitas, estadio que se salvó del celo de la Fiscalía por la atenuante (!) de la tensión ambiental, justo lo que no hay en el Bernabéu, donde, con la misma lógica jurídica, un cántico racista sería perseguido con todas las de la ley.


    –Lo más grande que aprendí en el Atlético fue que no te metas con Simeone o te vas –ha dicho Trippier en el “Guardian”, y destripa el “Otro Fútbol”, destacando a Savic: “Solía tirar del pelo a la gente, incluso en los entrenamientos. Fue una locura, pero me encanta todo eso”. Ahí está explicada la auto-expulsión de Correa.


    El caso Negreira, en manos de la Ética Española, ha puesto al descubierto que el fútbol español está tan podrido como una acacia vieja, que se mantiene en pie sólo por la dureza de su corteza, que son los Clásicos, con otros tres seguidos al caer, que no hay quien lo aguante, salvo el Barcelona, club localista que en ellos tiene la oportunidad de darse pote y maquillar su deprimente modo de competir en Europa.


    En Liverpool el Madrid dio un homenaje a Amancio (Sir Kenny Dalglish ofreció una corona: sin complejos ni sentimientos de humillación) y señales de estar bendecido para la Decimoquinta: el cambio imprevisto de Alaba por Nacho, que se comió a Salah, resultó tan providencial como el cambio imprevisto de César por Casillas en Glasgow. Sólo un milagro podía liberar al Madrid de la resaca con la que saltó al campo, quién sabe si por el insomnio causado por la gamberrada bilardista de los voladores que de madrugada les lanzaron en el hotel los hinchas ingleses, y el milagro se produjo. ¡La 15! “In hoc signo vinces”. Y que Tebas venda a los chinos los partidos de la segunda vuelta de su Liga.




EL FOLIO DE RAMOS

 
    Sergio Ramos se ha despedido del Combinado Autonómico de Rubiales/De la Fuente como George Washington de la Casa Blanca: con un folio que incendia el pelo publicado en la prensa. El de Washington lo escribió Alexander Hamilton, que fue sui cerebro político, militar, económico y literario, y el de Ramos podría haberlo escrito su hermano René, nada que ver con el romántico “René” de Chateaubriand, que personifica un “ennui” epocal casi como el que nos envuelve hoy. Al juvenil De la Fuente no le gustaría “la ancianidad” de Ramos, que así están las cosas, también, en las peluquerías con Tamames.

[Lunes, 27 de Febrero]