viernes, 3 de marzo de 2023

El penalti de la guerra


Aznar

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Al “¡Cierra tu Byron y abre tu Goethe!” de Carlyle, respondemos hoy: “¡Cierra tu Innerarity (Dani) y abre tu Vico (Giambattista)!” Hazlo por las conclusiones de “La ciencia nueva”, donde profetiza: “Los pueblos libres buscan sacudirse el yugo de sus leyes y quedan sometidos a monarcas. Los monarcas buscan fortalecer su posición envileciendo a sus súbditos con todos los vicios de la disolución, y los disponen para soportar la esclavitud a manos de naciones más fuertes. Las naciones buscan disolverse, y lo que queda de ellas huye a los montes en buscan de refugio, donde, como el ave fénix, resurgen otra vez”.


    En el Estado de Partidos, los “monarcas” de Vico son los partidos del Consenso, que se apropiaron, por la jeró (“de la ley a la ley”, en caló), de la soberanía y la ejercen sin medida. Con la Nación disolviéndose como un terrón de azúcar, Aznar, el hombre que entregó a Cataluña las últimas competencias de Educación, desciende de su Mount Rushmore para prometer a sus votantes que si en Navidad echan la papeleta en la talega pepera, España tendrá “menos naciones” que las prometidas por Sánchez.


    Aznar es un bergsoniano que espera siempre a que se deshaga el azúcar. Pero lo que este Hombre de Estado manifiesta es que en España el sujeto político no depende de la Constitución, que no hay (puedes confinar a la población ilegalmente y sin consecuencias), sino de los partidos, como en la “democracia liberal” que él llevó a Iraq con unos modales por los que no va a pedir perdón, porque la “guerra preventiva” (ahora copiada por los rusos) es como tirar un penalti, y “abortar es como ponerse tetas (Bibiana Aído) y “la vida es como un toro” (Jesús Janeiro).


    Lo del penalti no viene en mi Clausewitz, pero en “El Nomos de la Tierra” cita Schmitt el artículo del Tratado de Versalles que criminaliza a Guillermo II bajo la rúbrica “Penalties”, y quién sabe. La duda nos lleva al “Penalti, plátano y ducha” de José-Miguel Ullán, poeta al que intentó entender Aznar, que glosa el rito del portero argentino Goycoechea ante la tanda de penaltis: dentro de un círculo formado por su equipo, haciendo piña, en el centro del campo, “orinaba todo, todo lo que podía”, y luego, constituido bajo los palos en “guardián del boquete”, no había pelotón que lo “afusilara”.


    La guerra de Iraq, pues, fue, con paradiña en las Azores, un “panenkazo” (de Panenka) de Cheney y su “Democracia S. A.”, y de ahí que ahora los periódicos deportivos, que vienen a ser los únicos que hojea la clase obrera, gasten más tinta en “informarnos” de la guerra de Ucrania que de los partidos de la Champions. Pajita a pajita dábamos por confirmadas dos verdades: que el Barça, pagador, era la víctima de un tal Negreira y que la guerra de Ucrania había comenzado en 2022, y no.


    –La guerra no comenzó en febrero del año pasado, comenzó en 2014 –ha dicho Stoltemberg.


    Eso significa que hay que ponerse a orinar todo lo que podamos.

 

[Viernes, 24 de Febrero]