Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El madrileño, cundo “forastea”, va de pantalón corto y a todo el mundo le dice “tío” y “tía”.
–¡Los alemanes son unos tíos! –decían los madrileños en la posguerra, y a Pemán lo intrigaba que tan dulce grado de parentesco, el tío, designara lo enérgico y viril.
En el ochocientos, “tíos” se llamaba en España a los trabajadores o no caballeros, y fray Servando Teresa de Mier cuenta que, con motivo de un viaje de Carlos IV a Cataluña, el alcalde de Cariñena mandó a unos tíos con antorchas para alumbrar al rey si acaso venía de noche, pero llegó a la hora de almorzar.
–Los tíos, luego que lo divisaron, “enciende que viene”; y a las dos de la tarde, en el mayor sol del verano, se le pusieron al rey a los dos lados del coche; y como éste corría, “corre, coño, que te quedas”, decían unos a otros, y el rey llegó a Cariñena todo alumbrado y abrasado. Y luego los tíos le preguntaban al rey cómo estaban los chiquillos.
El tío-tía en el patán (“patois”) o jerga capitalina representa la
democracia madrileña, cuyos habitantes parecíanle a fray Servando enanos
(“me llevé grandes chascos jugueteando a veces con alguna niñita que yo
creía ser de ocho o nueve años, y salíamos con que tenía sus
dieciséis”) que todo lo vendían “a maíz” (por maravedíes). El español
que hablaban era como éste: “Manolo, ¿qué dijiste al médicu?” “Lije que viniera a curar del estógamo aluna, y le daríamos cien maíz”.
Nótese la semejanza entre el “médicu” madrileño del ochocientos y el
actual “tanatoriu” astur (“en Asturias hablan un patán revuelto con
términos latinos”), que vendría a dar sentido a una idea de ayer del ex
ministro Molina según la cual “la cultura se convierte en
mediadora entre el yo y el tú, que, muchas veces, somos nosotros
mismos”, cosa que dábamos por arreglada con la distinción freudiana
entre civilización y cultura.
Cultura es la síntesis moral de las costumbres, y nuestras costumbres son, de quince años a esta parte, las de Zapatero.
[Publicado el 16 de Agosto de 2015]