Balcones en la plaza del Alpargate
El Rescatao por la Magdalena
La Borriquita saliendo de S. Lorenzo
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Lo que peor llevo del enclaustramiento es no poder salir a andar por Córdoba mis dos horitas reglamentarias. Intento corregir la carencia con los treinta y dos pasos del pasillo del piso como durante las dos horas de los tiempos de libertad, pero no es lo mismo. Para mí, que ya nada va a ser lo mismo. Particularmente no veo fin a esta peste porque aunque bajemos mucho esa curva de la que se nos habla hay países que la suben y las gentes van y vienen y traen y llevan cosas por lo que la vida se nos irá en pésames por los abuelos y cuidados por que no nos coja el bicho. Todo se nos hará raro cuando nos digan que esto está controlado pero que tenemos que saber que la malura nos acecha en cualquier botón de ascensor o cualquier banco del parque y que se recomienda salir de casa enmascarado. Así es imposible vivir a gusto.
Lo que peor llevo del enclaustramiento es no poder salir a andar por Córdoba mis dos horitas reglamentarias. Intento corregir la carencia con los treinta y dos pasos del pasillo del piso como durante las dos horas de los tiempos de libertad, pero no es lo mismo. Para mí, que ya nada va a ser lo mismo. Particularmente no veo fin a esta peste porque aunque bajemos mucho esa curva de la que se nos habla hay países que la suben y las gentes van y vienen y traen y llevan cosas por lo que la vida se nos irá en pésames por los abuelos y cuidados por que no nos coja el bicho. Todo se nos hará raro cuando nos digan que esto está controlado pero que tenemos que saber que la malura nos acecha en cualquier botón de ascensor o cualquier banco del parque y que se recomienda salir de casa enmascarado. Así es imposible vivir a gusto.
Hoy, por ejemplo, Domingo de Ramos, es un día extrañísimo para todos nosotros. Esta mañana, para rematar mi caminata me habría acercado a S. Lorenzo a ver salir la Borriquita, y sobre la una, tras una ducha y una puesta de calzoncillo nuevo, esperaría a Paco y Mari Carmen que desde los Montes de Toledo, como cada año, llegarían a ver el Rescatao de los Trinitarios. Esto ha sido así desde hace no sé cuántos años y dar vueltas en el pasillo y no ver a nadie desde la ventana no digo que me deprima, pero sí entristece lo suyo.
Son los días de las bullas andaluzas y la primera de Córdoba se tendría que haber formado en S. Lorenzo hace un rato con una chiquillería entusiasmada de la mano de padres jóvenes y abuelos que luego invitarán a los nietos a un flamenquín con cocacola. Nosotros comemos pronto en lo de Antonio o prepara mi doña un rabo de toro que le sale de muerte y ellas y los chicos, chicos de 20 años, van a coger sitio, cual capillitas, para ver salir al Rescatao. Lo llevamos contando tanto tiempo que en verdad se hace rarísimo que en día tan extraordinario como ha salido hoy no salga el Cristo de los cautivos que más penitentes, no nazarenos, arrastra tras de sí en Córdoba. Tras las emociones de la plaza del Alpargate buscamos las Penas, que sale de Santiago, iglesia alzada en la mezquita más antigua de la ciudad; luego al Ayuntamiento a esperar a la Esperanza con “el color más agradable a la vista”, según Gracián, al que uno vuelve como buscando lo que perdió...
No sé... Es Domingo de Ramos y creo que no está de más que recordemos los pasos de esta Semana Santa que creo distingue a los españoles del resto de las naciones. Voy a procurar ir poniendo cada día los de Córdoba a los que uno ya ha hecho un poco suyos... y sobre todos, este Rescatao.