miércoles, 29 de abril de 2020

Macarena Olona



COMO UNA OLONA

Hughes
Abc

La farsa española es tal que Macarena Olona pasa por fascista. Les sale mejor decirle eso que reparar, y hacer reparar a los demás, en la capacidad de esta mujer que en plena edad de oro del feminismo es ignorada con cada demostración que da en las Cortes. Allí va dejando pálidos, lívidos y mustios a los señorines gubernamentales, uno a uno, lo que ya no es ninguna casualidad. A Vox le viene muy bien esto.
 
-¿Que no nos gustan las mujeres? Ea, Olona, que es mujer y media, es mujer para todo el “virileo” voxista junto.

Le falta a Vox poner a un gay notorio que sea tres veces más gay que todos los demás, y que se coma con papas a Jorge Javier.
 
Olona, siendo abogada del Estado y premio extraordinario, parece que es una más. El curriculum a ella no se le reconoce porque (dicen) es “facista”. ¿Acaso su Estado es menos Estado que el de los demás abogados del Estado? Soraya también lo era, y Almeida. Pero el Estado de Olona parece que sea otro, otro Estado, más humilde. ¡Parece abogada de pleitos de Estado pobre! Su Estado brilla menos, da para menos, es menos plenipotenciario. En ella se adivina lo que tiene de rocín cansado y cosa desestructurada. ¿Es más real el Estado que presentimos en Olona? Cuando se la ve, se piensa en cómo debe de ser el Estado en Palencia, o cómo será en el País Vasco, donde estuvo. Allí y luego denunciando la corrupción siamesa de PP y PSOE.

Olona está siendo la dicción serena, el temple, el valor en la tribuna, la claridad, el Estado y además la Nación, y eso ya es importantísimo, ¡redondez conseguida! ¡Totalidad ya! Olona reúne en su figura Estado y Nación, los dos, con su perfil de heroína clásica española, de busto cívico verosímil entre la bella María (no Mariana) Pineda, q.e.p.d., y la Amparo Soler Leal innegable, consustancial y también rescatable en ese Arca de Noé de la españolidad que es Vox. Eso no puede perderse. Lo que de Amparo Soler Leal tiene la española frente al español, siempre con menos palabras, eso tenía que estar en el Congreso. En el intercambio, en la discusión, en “la casa de la palabra”, tenía que estar la mujer de carácter, muy difícil de engañar, que nos podría recibir perfectamente con el rodillo porque ¡la auctoritas la tiene! La auctoritas es femenina, ojo, pero no es de las que se dejan embaucar por el donjuanismo playero de Pedro Sánchez.
 
La mascarilla rojigualda de Olona es como el parche de Amparo Soler Leal en La Escopeta Nacional. ¡Posibilidad cinegética ahí, de maridicidio! Vislumbre de la mujer-fuerte, castrense.
¡Ese Estado, ése! Ya no el palaciego, enmoquetado, sino el otro.

Cuando se recoge el pelo, bien estirado hacia atrás, y le canta algunas verdades a Pedro Sánchez, no me importa reconocer que veo en ella (la edad ya) a una Márquez Piquer constitucional, con esa extrema seriedad de copla levantina, es decir, convencida, interna, fatídica, pero sin llegar a lo redicho, sin el ademán. Es ahí cuando la suavidad mejora lo que dice. Cuando podría esperarse el arranque racial, el desgañite, ella se sujeta, porque habla siempre como si hablase ante un juez.

Macarena Olona es mujerón sin femineos, es madre sin sacar el tetamen curul y es Abogada del Estado sin repelencias. Es bastante “titana” la señora Olona, pero aquí, en esta farsa, pasa por fascista o directamente pasa sin más porque no tiene, como tendría si fuera del PP, a líricos suaviters ni a ruiseñores de López Ibor cantándole de mañana a la noche lo buena que es y lo lista que es y lo guapetona que es y lo valiente que es y lo todo que es y lo bien que se sabe los Códigos. Ya llegarán (si no la destierra Pablo Iglesias), pero decirlo entonces será como decir que el sol brilla en primavera.