martes, 21 de abril de 2020

Lapsus





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    En España, donde vivo, unos pelafustanes se han valido de la caricatura de Weimar que tenemos por Sistema para establecer una dictadura que nos priva de cualquier derecho con el pretexto de una pandemia cuyo Relato Oficial se reduce a repetir que los salvados son del gobierno, y los muertos, de la oposición.
    
Para imponer el Relato Oficial, el dictador cuenta con la Guardia Civil, al decir de un general margarito (“de Marga, la de Defensa”), el general Santiago para la Historia, en rueda de prensa,
invento, por cierto, español, del periodismo de don Eduardo Dato.
    
Al parecer, la Guardia Civil se dedicaría, con disciplina militar, a proteger de críticas al gobierno con la excusa de protegernos a los demás del “estrés social” (?) que generan los bulos de los Orson Welles que dicen ver una invasión de marcianos, aunque aquí lo más semejante a Orson Welles, en las hechuras, que se despacha sea Ferreras, en cuyo plató de peluquería se da conversación a los españoles bajo arresto domiciliario como si esto fuera una Nochebuena que aspira a durar otros cuarenta años.
   
 Lo del general Santiago sería de extrema gravedad en cualquier país serio, pero España no lo es, y algunos quieren ver en ese hombre al Benito Cereno de Melville, un capitán de barco español secuestrado por sus pasajeros, esclavos, que al ser abordado por un barco americano mezcla en su actuación frases enigmáticas y comportamientos extraños para dar a entender la situación, y como no le entienden se arroja al agua, cosa que no ha sucedido con el pretoriano de Sánchez. De hecho, su ministro, lo ha justificado como… “lapsus”. ¿“Lingüe” o “menti”? Menta y mango.

    Mientras, la oposición desfila por el sótano oscuro (ni luz ni taquígrafos) de La Moncloa, que es donde nuestros demócratas ventilan sus asuntos, como los Soprano. ¡Y como, al decir de las encuestas, gusta a los españoles! La primera en ir, y por horas, como las asistentas, fue Arrimadas, que se dice El Centro, tócala otra vez, Juan Pardo.