miércoles, 20 de enero de 2016

Subasteros



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Lo de los subasteros barajando listas de partido en el Congreso es como el baile de corrales en Las Ventas con los lotes de las figuras en la Feria del Santo.

A esto unos lo llaman democracia, y otros, María José, pero es lo que es: un Estado de partidos peinado de Medusa con solitarias en lugar de ofidios. También podría representársele, por lo fundido que está, con un reloj daliniano, pero Dalí es facha en Madrid por capricho de Manolita Carmena, cuyo partido pilla de Irán y no escandaliza a nadie.

Si pasa por natural que los partidos pillen del Estado propio, ¿quién le va a hacer feos a que terminen pillando de un Estado extraño? ¿Qué clase de lógica, salvo la del lobo y los corderos en la fábula de Santayana, lleva a las personas a votar, para que las defienda del Estado, a un partido que cobra del Estado?

Lo hemos visto tantas veces en las calles que, al aparecer Podemos con un bebé en los escaños, sabíamos que venían a pedir. De entrada, cuatro grupos parlamentarios, que suponen un dineral, y si no nos los dais, nos levantamos y nos llevamos al niño.

Es lo que los negros del reportaje de Tom Wolfe llamaban “mau-mauar al parachoques”, que era el tonto en mangas de camisa y un montón de rotuladores en el bolsillo que recibía con una sonrisa a los mau-mauadores.

Del miedo (un miedo vudú) del hombre blanco al negro del gueto al miedo de Mariano al rasta comunista de mirada maorí en el Parlamento.

 ¿Por qué tantos burócratas intentan sonreír cuando se inicia el mau-mau? –se pregunta Wolfe–. Esta sonrisa es fatal. Cuando un mal tipo desafía tu virilidad, tu sonrisa prueba que tiene razón y que eres un gallina, a menos que tu sonrisa diga: “Sigue hablando, pelele, porque contaré hasta diez y te aplastaré”.
Claro que Mariano, en esa pose, no es más gallina que Pablemos el día que se enderezó para meterse en una riña “a puñetazos” (¡oh, oh, oh!) en Lavapiés:

¡Eran lúmpenes, gentuza de clase más baja que la nuestra!
Ay, ay, ay.