lunes, 25 de enero de 2016

Entre rufianes

     


Francisco Javier Gómez Izquierdo

        Reconozco que en ocasiones ante una noticia, su explicación por los protagonistas y la interpretación periodística me quedo como bloqueado al ver que lo que para mí es evidente para la mayoría tiene tantas lecturas. Me quedo con el “conque” de que estoy apartado de los nuevos usos del mundo y que soy como Juan, el muñeco que saca este año El Selu en su chirigota y que sólo  me queda mirar y procurar adivinar las intenciones de tanto personaje pesado y egoísta.

      Por ejemplo, la banda del otro día que se puso farruca en la tele y que me pilló convaleciente con no sé cuántos puntos en el pescuezo. El jefe, Pablo Iglesias, hablaba al público -dicen que a los españoles- como si fuéramos segadores cruzando Despeñaperros buscando señoritos que nos den tajo... y a sus iguales -dicen que un tal Pedro, alto y guapo- como si fuera el machaca que los kies se buscan en el talego para que barra la celda y haga la cama.  El hombre de la coleta siempre ha sido eso para mí. Un kiecillo avispado, charlatán y sin entrañas al que protege una cobardía nacional sin solución aparente.  Era cosa de ver la verdadera representación de sus intenciones. Creyéndose Marlon Brando en El Bounty no siendo más que amotinadillos de patera y con una desfachatez  incomprensible en mi educación, creo que  el episodio paragolpista debía haber sido resuelto de inmediato por ese Pedro que en tanto se tiene. 

Pero, no. El tío y su banda siguen orinando en todas las teles, fanfarrones y amedrentando para que a todos nos quede claro que su territorio no tiene límites.

      Cada vez entiendo menos la política y menos aún cómo vota el personal, pero la Cosa Pública no puede degenerar tanto como admitir alegremente el trato con gentes que tienen comportamientos bandolerescos y empiezan disculpando sus gabelas porque parte de lo cosechado irá a manos de “algunos” pobres.  Los cordobeses, donde tienen poder, ya no sabemos a qué atenernos después de negar a los toreros de Córdoba, a los caballos califales y a los tres reyes de Oriente. Corre el rumor de que están preparando algún disparate morrocotudo para Semana Santa.