sábado, 9 de enero de 2016

Femeniles estadísticas

 Local junto al Ayuntamiento

Podémico cartel en la fachada del Ayuntamiento

 Francisco Javier Gómez Izquierdo

      Tiene el feminismo imperante una obsesiva manía persecutoria contra los hombres en general y contra los hombres que queremos a nuestras mujeres en particular, y esta  tendencia ya secular se ve arropada por los más estultos tragapresupuestos del género masculino. ¿Cómo hemos de entender, si no, esas justificaciones levantinas -machismo, dicen- al despropósito infame de tres -dicen que magas-  vestidas indecorosamente para la ocasión, que si tienen hijos está claro que no los quieren?
  
Pero no es del día de Reyes de lo que quiero hablar, por creer no admitir polémica la insolencia de las magas de Valencia o los gimnastas saltarines de Madrid entre los que hemos sido padres y hemos sido felices viendo a nuestros hijos ilusionados en charlas inolvidables en las tardes del día cinco de enero. ¿Qué culpa tenemos los padres antiguos de que haya en España una calaña de mujeres y hombres que odian procrear, y, si lo hacen, desprecian a su descendencia, con maldiciones africanas? Si yo tuviera mano en los papeles de las tres feministas que aceptaron suplantar una de las herencias más nobles de nuestra civilización las privaría de subvención y las castigaría a pagar sus payasadas con dineros de sus peculios particulares.

        Las letras de hoy van por las explicaciones que en España da el feminismo a los sucesos de Colonia. “..Los asaltos a mujeres en Alemania no los hacen ni sirios ni magrebíes. Los hacen hombres”. Y se quedan tan anchas. Sin ir más lejos, ese lobby de mujeres cordobés gobernado por dos hermanas de Puente Genil que no distingue razas ni reinos y que la única tarea en su vida es incomodar al nacido varón con todos los medios a su alcance. Se me hace incomprensible el escrupuloso tacto del feminismo para con el Islam, la fe que más humilla al género.... pero en realidad tiene su explicación en estos tiempos donde para solicitar dineros municipales, autonómicos y gubernamentales se precisan estadísticas convenientes a la causa.

       Todos conocemos o hemos oído episodios de cafres incapaces de respetar a una mujer. Cafres con los que no habría que tener la mínima compasión y a los que habría que encerrar en jaulas con argollas al cuello como fieras que son... pero al feminismo imperante no le gusta distinguir entre animal y novio o entre salvaje y marido. Para el feminismo español todos son hombres malos: alemanes, sirios, españoles, marroquíes, rumanos... y así presentan a la clase política estadísticas intimidatorias con las que justificar sueldos y actividades. A 9 de enero van tres mujeres asesinadas a manos de sus parejas. La primera, por un albano kosovar, la segunda por un malnacido de Guadalajara y la tercera por un rumano. A finales del 2015, otro rumano asesinó a su mujer y su suegra, un argentino acabó con su pareja, un liberiano residente en Cataluña mató también sin remordimiento. Todos caben en la botella estadística sin que tengamos derecho a la elemental objeción de no asumir como propio lo que no puede serlo. Un albanokosovar, un rumano, un ecuatoriano ó un liberiano que vive en España no es español y no puede considerarse delito español el sentimiento de superioridad del Islam ante cualquier mujer argelina, española o alemana.

      Hasta hace diez años el preso musulmán se negaba a dar sus datos a la psicóloga o educadora de las cárceles por considerarlo afrentoso a su dignidad. Se justificaba por cultura y etnicismo. Una cultura y un etnicismo que se olvidan con los números que engordan estadística y subvenciones.

     ¿Para cuando las clandestinas cifras comparativas entre suicidios de hombres y mujeres?