Ojo al dato
Si lo que ayer era deporte, todo lo sangriento que se quiera pero deporte, ha derivado en guerra es porque Mou tiene la osadía de ser un conejo que porta fusil, de saber manejarlo con más pericia que ellos. Y porque ya no hay tratos preferentes. Todo lo más en asuntos muy concretos y a personas muy concretas cuyo criterio e imparcialidad, al menos no beligerancia, se valora. Tres años llevamos con esta cruzada contra el portugués y sus reducidas mesnadas. La prensa trata de recuperar los santos lugares, Chamartín y Valdebebas, ahora en poder del cadí Mourinho. Y su lucha es enconada, sin cuartel, sin intención de hacer prisioneros. Aquel que cae se le remata, como a Altintop, con quien no producía ningún rebozo tratar de ridiculizarlo, viniera a cuenta o no. Curiosa fue aquella retransmisión de Radio Marca en la que la risa sustituyó a los comentarios técnicos y se escuchó a uno de los presentes en el plató decir que si bien se lo estaban pasando en grande a costa del turco lo cierto es que estaba cuajando un excelente partido. Y era ni más ni menos que un clásico contra el Barça. En aquel que flaquea se concentra toda la potencia de la artillería, como le ocurrió años atrás a Marcelo y el año pasado a Coentrao, otro blanco predilecto de los periodistas con micrófono o pluma para sus chistes. Otras salidas en descubierta, como las que sufre frecuentemente Arbeloa, obedecen a otras razones, a un intento de debilitar el mourinhismo, con buen criterio o no, atacando los que se suponen que son sus pilares básicos. Pero esta guerra tiene reglas nuevas por culpa de Twitter.
Lectura completa: Varikyno