martes, 4 de septiembre de 2012

Tengamos el otoño en paz


Jorge Bustos

También cabe interpretar la tristeza de Cristiano como un guiño de solidaridad a los españoles que, como uno, regresaron ayer al tajo con todo el síndrome posvacacional por fuera. Ronaldo, en delicado ejercicio de circunspección, se hace cargo de la situación del país y decide ponerse a tono con la desazón generalizada y rampante, que si las modelos rusas y las montañas de euros garantizaran la felicidad no sé qué hacemos nosotros votando cada cuatro años.

Este año además el síndrome septembrino viene con carga adicional de victimismo porque nos tienen advertidos hasta la náusea de que se avecina un otoño caliente, riadas de indignación, motines a duras penas sofocados, cajeras armadas hasta los dientes, jamones en riesgo perpetuo de escamoteo y escaparates bruñidos para que se adhieran mejor las octavillas enfurecidas del jacobinismo en paro. Todo este programa, si nos fijábamos bien, brillaba febrilmente al fondo inconfesable de las pupilas de Cándido y Guerra en Rodiezmo, el puño en alto y el pañuelico rojo al cuello como sanfermineros expectantes segundos antes del chupinazo. De tal forma nos han asustado con el otoño inminente que al final incurriremos en la profecía autocumplida y pediremos el rescate sin esperar a que la prima de riesgo marque algún pico medianamente decente.

Seguir leyendo: Click