jueves, 17 de marzo de 2011

Viva Israel Lancho


José Ramón Márquez

Israel Lancho, él solito, da una lección a las figuras. Israel Lancho se aleja del antitaurinismo que nos corroe y en vez de pedirse la del Cuvillo, la de Jandilla, la de Garcigrande (¿garciqué?), la de Juampedro, va el tío y se pide la de Palha en Madrid. Bueno, pues ese solo gesto ya pone toda nuestra simpatía de su parte. Ahora lo que nos gustaría es que esas grandes figuras de época, esos ases del escalafón, esos toreros importantes, esos artistas de arte inmarcesible, tomasen ejemplo de Israel y demandasen toros que pusiesen claramente en valor su condición de toreros, es decir de hombres que matan toros, huyendo de despenar a esos animales precocinados, blandos y pastueños, con esa imbecilidad bovina a la que ahora llaman bravura, que llevan las faenas medio hechas desde que los sacaron de la finca montados en un camión y cayéndoseles la baba.

Hasta el momento tenemos al menos a tres toreros que han pedido cosas que se salen del carril. Tenemos a Israel Lancho que se pide la de Palha, como decíamos; tenemos también a Manuel el Cid que se pide Miura y Victorino, y a Oliva Soto que se pide la del Conde de la Maza. Bien por los tres. Además hay que insistir, y esto es muy importante, en que esas corridas se las han pedido ellos, no que les lleven a la fuerza, que hay una gran diferencia entre ir y que te lleven.

Y mientras tanto ahí están los más poderosos, mirando al tendido de la inanidad que tanto daño hace a la causa de la Fiesta. Por lo que sabemos, Enrique Ponce plantea su temporada, administrada tan penosamente por su suegro y por su amigo el presentador de las campanadas de medianoche de fin de año, con la misma ridícula falta de ambición que el año pasado, dispuesto a hacer el payaso ante reses inmundas, disminuidas y claudicantes. Y July. Él por su parte centra su ambición de figura de época en demostrar su disposición a ir amputando los orejos de los miles de chotos que ya le están esperando por esas plazas, con la excepción de los que vaya indultando, que ésa es otra. Al final el de Velilla le da la razón a André Viard en lo que nos escribía el otro día de que está acabando con todo lo que no sea encaste Domecq, porque para lo que es Domecq ya se basta él solito.

Luego están el resto de los de la reducción del IVA travestida de cultura, con sus trajes de buen paño. La verdad es que no concibo a ninguno de ellos ante una corrida de Cuadri o del Partido de Resina, y de hecho me da la impresión de que la mayoría no habrán oído esas palabras en su vida, ni falta que les hace, porque les basta con irse creyendo lo que escriben para ellos las plumas mercenarias y lo que les dicen al oído sus aduladores, sin reparar en lo patética y ridícula que es la visión de un tío hecho y derecho ensayando posturitas ante un pobre bicho que da más pena que asco.
¿A qué tantos melindres? ¿No se dicen toreros? Pues que maten toros.