jueves, 17 de marzo de 2011

¡Silencio, cotorras!

Falla en la "Atlántida" de National Geographic

Ignacio Ruiz Quintano

Abc

No es el canto de las Sirenas, nos dice Kafka, sino su silencio lo que lleva la verdadera carga de iluminación y amenaza. Por ese lado, el croar ensordecedor de las ranas en la charca mediática es garantía de que en Japón, al final, no pasará nada del otro mundo, contra el deseo de esa patulea de «enteraos» que hablan de energía nuclear desde la suficiencia de un Oppenheimer.

Soy la muerte, que destruye a los mundos… —dice Oppenheimer—: el esplendor del máximo poder

Pero eso, «Yo, la muerte», también lo decía Felipe II, y ya ven en lo que ha dejado el negocio Zapatero. A mí, más que su orgía de muerte, me impresionaba de Oppenheimer su capacidad para, en el curso de un viaje de San Francisco a Nueva York en tren, leer los siete volúmenes de la historia de la declinación y caída del imperio romano, de Gibbon (Gibson, me hacía decir, por su cuenta, una correctora progre de «Cambio 16»)...

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