martes, 29 de marzo de 2011

Madrid-Taiwán, 16. La megalomanía asiática de Gallardón

PEPE CAMPOS / KAOHSIUNG


Vistas desde Oriente las últimas imágenes de las aceras de la zona noble de Madrid, es notorio que le queda todavía un poquito para llegar a la categoría dabutén en lo vial, pero todo llegará. Fijémonos en el modelo asiático (Taiwán) que muestran las fotografías.
Parece como que Alberto Ruiz Gallardón se haya propuesto acabar con el paseante, ese ser que disfruta de la nada, del asueto, de gastar poco dinero, de mirar, de meditar, de reflexionar, de ir a su aire.

Ya a comienzos del siglo XIX los ludistas vieron a la máquina como un peligro para el hombre. Sustituía el trabajo humano. Eliminaba al hombre. Al cabo del tiempo hemos acabado en eso. No sólo se elimina al hombre que trabaja, sino también al hombre que pasea.
Asombra que la sensibilidad contemporánea no vea a la bicicleta y a la motocicleta como máquinas que embisten a los hombres que pasean. Más aún en suelo hispano, en Madrid, donde el personal se pone al manillar con bronquedad, con hosquedad, aunque se figuren que por ir pedaleando lucen vitola de progresistas.

En otras culturas el clima no permite el paseo o tal hábito no ha existido. Se dan otros espacios, otra historia, o bien, otras mentalidades beatíficas. O les importa un bledo el género humano. O la gente traga.

En suelo patrio asistimos a un retroceso en los derechos de la ciudadanía. En todos los órdenes. Y de pronto para los ideólogos del buenismo, todo consiste en ir en bicicleta por las aceras. En llenarla de trastos y de diseños. En mear en ella. En gamberrearla.