J. R. M.
Tres combates como tres soles brillaron en una entretenida velada en Navalcarnero, polideportivo La Estación. David Sánchez y Sergio Prado, supergallos, cruzaron sus guantes. Se impuso la derecha directa de David, para quien vale el verso que Nicolás Guillén dedicó a Kid Gavilán:
Tus guantes,
puestos en la punta de tu cuerpo de ardilla,
Y el punch de tu sonrisa.
Sergio Prado, que demostró buena clase, abandonó por lesión en el tendón de Aquiles, aunque el árbitro debió parar la pelea antes de obligar a Valenciano a tirar la toalla.
A seis asaltos se vio el Zar Petrov con Moisés Castro, zurdo nicaragüense solo en su rincón, que aguantó con entereza la suficiencia del ruso. Venció Petrov por KO técnico y nos quedamos a la espera de poder verle en mayores empeños. Es un placer verle en el ring.
El último combate, peso superligero, enfrentó a Rubén Nieto con Álex Bone, ecuatoriano residente en Zaragoza. La técnica de Rubén tuvo que lidiar contra la violencia de Bone, que a cada mano respondía con oleadas salvajes. Impresionante contraste de estilos en el que a Nieto le resultaba muy difícil imponer su ritmo. El de Torrejón fue derribado en el quinto asalto y vivió momentos de incertidumbre hasta que sonó la campana. Recuperó el control de la situación y en el octavo puso al maño fuera de combate. Fue un gran combate en el que Rubén resistió los embates de una fuerza de la naturaleza y demostró su capacidad de sufrimiento. La pasión se hizo dueña del pabellón y, acaso por eso, la labor del árbitro Francisco Vázquez, fue criticada desde ambas esquinas; en mi opinión fue ecuánime y precisamente el mantener bajo control la pelea es lo que favoreció el gran espectáculo que vivimos.