viernes, 11 de marzo de 2011

Tortero y la verdadera agitación cultural en los toros

Tortero

José Ramón Márquez


¿Alguien duda que esto de los toros son Cultura? ¿Hay alguien tan lerdo como para negar esa evidencia? Claro que sí lo son, faltaría más. Son cultura económica y empresarial. Cultura del IVA, que a ver si lo rebajan de una vez . Cultura universitaria. Cum laude de Moncholi. Cultura libresca de introspección y de gastronomía de Boix, amante de los ‘pastissos’. Cultura para echarse la mano al cinto y sacar la pistola, pensará alguno por ahí.

Y luego hay esa otra cultura más a pie de calle, de menos altura, pero culta también. Por ejemplo, veamos el ejemplo cultural de Tortero. Enrique Santos, Tortero. Con más de ochenta años vive en una humildísima casa del callejón del Teide en Sevilla. Su ilusión es fundar una Escuela de Tauromaquia, la ‘Escuela Taurina Sevillana Rondeña”; tiene a mano, en un papel, las bases que regirán esa obra. Una dice: “A mayores sacrificios, mayores adelantos en su carrera”; otra dice: “Se ruega a los concursantes a este centro que las discusiones de toros no sean acaloradas y se guarde la más correcta educación y compañerismo cordial”.

Educación y sacrificio, pura cultura en manos de Tortero, que para ir sobreviviendo vende lotería que saca del Europa y, de vez en cuando, se lleva cinco duros por hacer de asesor en La Maestranza. A Tortero le dio la alternativa El Negro en Madrid en 1898, con toros de Pablo Romero; toreó en La Habana y Montevideo por cincuenta mil duros. La de Montevideo fue la última corrida de toros que se dio en Uruguay, el día antes de entrar en vigor la ley que prohibía allí los espectáculos taurinos. En Madrid un toro de Veragua le arreó cuatro cornadas porque Tortero se chocó con el palo de la pólvora que ese día habían puesto en el centro del ruedo; en México estuvo en la cárcel, en el presidio de Belén, que lo de la cárcel también tiene lo suyo de cultura. En Sevilla, en el café de la Plaza de los Carros, muchas noches bailaba a petición del público, para sacar unas perras; que el baile, ¿quién lo duda?, también es cultura.

Dice Tortero: ‘Hay que contar con que la vida del torero es como la del soldado en guerra. El día que lo matan no lo sabe él mismo.”

En Madrid habló en un mitin junto con D. Pascual Carmena en contra de la suspensión de las corridas, agitación cultural se llama a eso. Cultura, cultura. Industrias culturales que dicen los cursis. Luego, quizás mirando a Larra, dice: ‘No me pego un tiro porque no tengo con qué. Una pistola vale diez pesetas y mi vida no vale los dos duros’.

"No me pego un tiro porque no tengo con qué"