Bajo el mismo techo con el mismo frío
Tiritando en el lecho dormíamos
Rogelio y yo
Rogelio / Patxi Andión
José Ramón Márquez
Ya hace algo más de una semanilla y entremedias ha habido ‘lo’ de Morante en Carabanchel, o sea que ya toca José Tomás, que si no hablan de él en los medios se pone mohíno, el hombre, y se le avinagra un poco más la cara, que toda su reticencia a la televisión -cosa que le aplaudo con toda sinceridad- se transforma en ansia de presencia en los medios escritos, en la ‘galaxia Gutemberg’, que decían en la Facultad.
Lo último que sabíamos de él era por boca del eminente galeno que le cuida, el doctor Rogelio, que nos contó lo de las ramificaciones nerviosas; vaya, que no me acuerdo bien, pero aquello era como que subían unos calores por la pierna porque los nervios se habían ramificado o quizás porque no se habían ramificado lo suficiente. No sé. El caso es que con la ciencia médica en la mano se nos aseguró tajantemente el otro día que las posibilidades de torear del ciprés pétreo de Galapagar eran escasísimas en los próximos meses, o sea hasta que se terminase la o las ferias de Madrid, y que entonces ya veríamos.
Bueno, pues quizás a causa de los desvelos del facultativo o quizás a causa de la buena suerte, parece ser que ‘la pierna afectada funciona bien, muy bien’, por lo que nuestro berroqueño favorito está ya toreando en el campo como parte de su terapia rehabilitadora. Pese a que no nos informan de en qué campo, nosotros sabemos bien que ese campo a buen seguro no se llama ni Zahariche, ni Partido de Resina, ni Monte Valdetiétar, ni Valdevacas, ni Las Tiesas de Santa María, ni Molino Chirrión, que son nombres poco artísticos en los que se crían unos bichos muy desagradables de aspecto y muy maleducados. Bichos que no son apropiados para el que, según sus partidarios, es el que rompe con todo en el toreo, el alfa y el omega, el no va más.
El terapeuta Rogelio precisa que el dios de piedra volverá “sólo cuando esté en condiciones de ejercer la profesión de matador de toros, es decir, después de matar un toro con absoluta solvencia, sin la mínima merma en el estilo y concepción que tiene del toreo”. Es cosa que le honra el no querer retornar mermado de facultades, para no defraudar al público o dar una pobre imagen de sí mismo, así que muchos nos imaginamos que, igual que cuando dijo Rogelio M.D. lo de las ramificaciones, pues lo de la absoluta solvencia no ocurrirá hasta que hayan finalizado por lo menos las ferias de Valencia, Sevilla y Madrid.
Acaso vuelva para la corrida del fin de los tiempos en Barcelona, su plaza fetiche, si el internista Rogelio le da el alta.