Es notorio que en los últimos años se ha instalado en la vida madrileña la costumbre de mear en la calle, en cualquier lugar, en amplio horario, y ante la mirada curiosa o desatenta de paseantes. Hemos llegado a ver, desde la puerta de un bar, a las dos de la tarde, cómo un joven que hacía pipí contra la pared de enfrente al terminar tomaba de la mano a su novia y seguían la caminata. Todo Madrid huele a meado. Y parece como que esto no fuera con Gallardón. No sabemos si estará enfrascado en el estudio de la vida del Marqués de Esquilache.
Como en Oriente existe imaginación y practicidad, lanzo puntual remedio: he encontrado coquetos urinarios -en una obra cerca de mi casa- que podrían situarse en calles y plazas de los madriles. Incluso, a modo de apoyo, sería factible montarlos y desmontarlos en los días y momentos de alta tensión meadera: los fines de semana y zonas ‘botellón’. No son bonitos, pero sí baratos y prácticos. ¡A ver si Roca se anima, con Foster y Siza al diseño! !Gallardón haría negocio! Si bien, tristemente, desaparecería el olor a Madrid dieciochesco tan poco alentador.
Como en Oriente existe imaginación y practicidad, lanzo puntual remedio: he encontrado coquetos urinarios -en una obra cerca de mi casa- que podrían situarse en calles y plazas de los madriles. Incluso, a modo de apoyo, sería factible montarlos y desmontarlos en los días y momentos de alta tensión meadera: los fines de semana y zonas ‘botellón’. No son bonitos, pero sí baratos y prácticos. ¡A ver si Roca se anima, con Foster y Siza al diseño! !Gallardón haría negocio! Si bien, tristemente, desaparecería el olor a Madrid dieciochesco tan poco alentador.