Francisco Javier Gómez Izquierdo
Imagino que habrán ustedes reparado en la excepción de la Cruzada contra los fumadores. Sólo tienen permitido fumar los presos y los locos, y así lo dice expresamente la Ley: “..ésta ley no será de aplicación ni en los Centros Penitenciarios, ni en los Psiquiátricos.”
No entiendo cómo el Gobierno de la señora o señorita Pajín tiene tan poca preocupación por la población reclusa, teniendo en cuenta la cantidad de internos preventivos que podrían ser absueltos en futuros juicios. Vamos a admitir que a la ministra no le importe que un marido que insultó a su doña le entre un cáncer homicida, mientras paga dos años a pulso por tan grave delito. (Hago constar que en los tiempos que corren, sujeto del género masculino que entra preso por problemas con sujeto del género femenino cumple la condena sin disfrutar beneficios penitenciarios tales como permisos, libertad condicional, tercer grado, etc... Los beneficios son para los que matan hombres o se corrompen en los Ayuntamientos.)
Admitamos que la ministra odie a los delincuentes... pero... ¿cómo aceptar esa invitación gubernamental a la delación del vecino que enciende el güinston en el portal, mientras se consiente que un interno no fumador tenga que vivir dos años entre el humo carcelario de cincuenta marcas? ¿Es de justicia que un preventivo que odia el tabaco tenga que convivir en un chabolo con un condenado que enciende un cigarro con otro? ¿Por qué esa distinción entre ciudadanos libres y condenados? ¿No quedamos en que lo único que perdía el reo era su libertad, pero no el resto de los derechos?
He pasado una semana con los amigos de los Montes de Toledo, y el día de los Inocentes nos sentamos en Piedrabuena ante unas alubias con perdiz de las que ya se han dado aquí referencias. El amigo Emilio, el mayor consumidor de cigarrillos Celtas que se tenga noticia, anda desesperado y hasta ha pensado cometer un disparate para poder fumar tranquilo:
-Voy a matar un lince y me voy a pasear con su cadáver por delante del cuartelillo. ¿Cuánto me caerá por eso?
-Por eso cae más que por matar un guardia... Lo malo es que no hay presos que fumen Celtas y en el Economato no disponen de semejante reliquia.
Creo que educar para dejar de fumar está bien, que en los bares y restaurantes se va a oler mejor y que todos ganaremos en salud... pero también creo que a los establecimiento se les aplicó una ley para que reformaran sus locales; que si los fumadores son yonkis, el Estado es su camello; y que de un paquete de cuatro euros, Hacienda se lleva 3,20, al más puro estilo siciliano. No veo por qué no puede haber bares para fumadores y bares con atmósfera limpia... al menos mientras se va aclimatando el personal.
Lo que no admite discusión es lo bien que se come en el Cuatro Caminos de Piedrabuena. Y si se hace en compañía de buena gente, eso ya es hablar con Dios... Y encima es barato.
Imagino que habrán ustedes reparado en la excepción de la Cruzada contra los fumadores. Sólo tienen permitido fumar los presos y los locos, y así lo dice expresamente la Ley: “..ésta ley no será de aplicación ni en los Centros Penitenciarios, ni en los Psiquiátricos.”
No entiendo cómo el Gobierno de la señora o señorita Pajín tiene tan poca preocupación por la población reclusa, teniendo en cuenta la cantidad de internos preventivos que podrían ser absueltos en futuros juicios. Vamos a admitir que a la ministra no le importe que un marido que insultó a su doña le entre un cáncer homicida, mientras paga dos años a pulso por tan grave delito. (Hago constar que en los tiempos que corren, sujeto del género masculino que entra preso por problemas con sujeto del género femenino cumple la condena sin disfrutar beneficios penitenciarios tales como permisos, libertad condicional, tercer grado, etc... Los beneficios son para los que matan hombres o se corrompen en los Ayuntamientos.)
Admitamos que la ministra odie a los delincuentes... pero... ¿cómo aceptar esa invitación gubernamental a la delación del vecino que enciende el güinston en el portal, mientras se consiente que un interno no fumador tenga que vivir dos años entre el humo carcelario de cincuenta marcas? ¿Es de justicia que un preventivo que odia el tabaco tenga que convivir en un chabolo con un condenado que enciende un cigarro con otro? ¿Por qué esa distinción entre ciudadanos libres y condenados? ¿No quedamos en que lo único que perdía el reo era su libertad, pero no el resto de los derechos?
He pasado una semana con los amigos de los Montes de Toledo, y el día de los Inocentes nos sentamos en Piedrabuena ante unas alubias con perdiz de las que ya se han dado aquí referencias. El amigo Emilio, el mayor consumidor de cigarrillos Celtas que se tenga noticia, anda desesperado y hasta ha pensado cometer un disparate para poder fumar tranquilo:
-Voy a matar un lince y me voy a pasear con su cadáver por delante del cuartelillo. ¿Cuánto me caerá por eso?
-Por eso cae más que por matar un guardia... Lo malo es que no hay presos que fumen Celtas y en el Economato no disponen de semejante reliquia.
Creo que educar para dejar de fumar está bien, que en los bares y restaurantes se va a oler mejor y que todos ganaremos en salud... pero también creo que a los establecimiento se les aplicó una ley para que reformaran sus locales; que si los fumadores son yonkis, el Estado es su camello; y que de un paquete de cuatro euros, Hacienda se lleva 3,20, al más puro estilo siciliano. No veo por qué no puede haber bares para fumadores y bares con atmósfera limpia... al menos mientras se va aclimatando el personal.
Lo que no admite discusión es lo bien que se come en el Cuatro Caminos de Piedrabuena. Y si se hace en compañía de buena gente, eso ya es hablar con Dios... Y encima es barato.