AY, ESOS PREMIOS DE CULTURA DE LA COMUNIDAD DE MADRID
José Ramón Márquez
Se nos había pasado, con todo este lío de las nochebuenas, lo de los premios de Cultura de la Comunidad de Madrid. Los da la señora Aguirre y Gil de Biedma y no incluyen tauromaquia.
Vamos a ver: los del Ministerio de Cultura del Reino de España incluyen tauromaquia, que es la medalla que devolvieron Tomás y Camino a cuenta de la afrenta que les hizo el hermano de Cayetano, actualmente Paquirri en los carteles, pero no se fotografían con los toreros. Los de la Comunidad de Madrid se hacen fotos con los toreros, pero no incluyen los toros entre los premios de la cultura. Los del Ministerio que incluye tauromaquia en sus premios tienen por ministra a Angelines, la coguionista de Mentiras y Gordas; los de la Comunidad Autónoma cuya presidenta se declara aficionada a los toros, abonada a la andanada del 9 y que reivindica el toreo como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, son los que no incluyen la tauromaquia en sus premios. Un galimatías, todo esto de la Cultura, que quién nos habrá mandado meternos en este berenjenal.
Bueno, pues pelillos a la mar, que sus razones tendrá mi compañera de andanada para no haber puesto a los toros en lo de la Cultura, que yo creo que lo habrá hecho así porque el dinero que se ahorran del premio, con esto de la crisis, se lo van a enviar a Carlos Abella, el gerente de Las Ventas, para que tenga con qué comprarse una bandera de España que sustituya al trapo negro que actualmente tiene en el mástil de la pomposamente denominada ‘primera Plaza del mundo’.
¿Y los premios? Pues como decía el clásico: ‘Bien, gracias’. Otra piñata para los de siempre. Manolo Valdés, el 50% del Equipo Crónica, el pop-art español que fue pastoreado por Tomás Lloréns; Luis Caruncho, tan geométrico él, que me chorizó un catálogo hace veinticinco años cuando era el jefe del Conde Duque; Javier Vallhonrat, que practica la fotografía, ese arte que interesa tantísimo a los franceses; el bailarín Joaquín de Luz, de quien todo lo ignoro; el organista Joaquín Gómez de Amezúa, conocido en los sectores más radicales de la música antigua como el ‘organicida’ por ser el que en sus delirantes restauraciones subvencionadas se ha dedicado a sustituir los antiguos fuelles de los órganos españoles, formidables máquinas de viento, por motorcitos que echan aire comprimido, como hizo entre otros muchos con el de la Iglesia del Salvador de Leganés.
Me dejo para el final la traca, mejor aún la tríada. Pombo, De la Iglesia y Sabina. ¡Toma ya! Del primero nada hay que decir, porque él mismo es quien con mayor elocuencia se comenta a sí mismo, aunque lo que más me fastidia es que un personaje tan así sea natural de Santander. Del segundo diremos que lleva desde sus tiernos inicios de cortometrajista viviendo del presupuesto a base de películas de ésas que paga por adelantado el conjunto de ‘la ciudadanía’, vayamos o no a verlas, que el autor de esas paridas gamberretas llevan al tercero de los tres a pensar que el tal Álex de la Iglesia (¿o Laiglesia?) es un ‘heterodoxo’, como Prisciliano, vamos. Y del tercero de los tres, ¿qué decir? Igual que Ansón es el ‘Poeta Verdadero’, pues aquí tenemos frente a frente al ‘Poeta Urbano’, el que da soporte intelectual con sus ripios a un amigo mío que es de Pinto, que no ha leído a Octavio Paz y que me censura el que yo no haya sido capaz de penetrar en la hermosura de este verso, debido al ingenio del vate:
“Vístete de putita, corazón,
Vuélveme loco.
Ponte esas braguitas de nylón
Y luego te las quitas poco a poco.”
Estos fueron los Reyes Magos anticipados con los que doña Esperanza galardona a la Cultura, aunque en el pecado llevan todos ellos la penitencia, pues con toda certeza el catering del fiestorrín de los premios lo sirvió Arturo. ¡Puag!