"LOS QUE SE QUITARON, SE QUITARON, Y LOS QUE NO... AHÍ LO TIENE USTED"
Un hecho tristísimo ocurrió ayer en la calle de Peligros, esquina a la de Caballero de Gracia.
Es un atropello más, uno de tantos, que los cocheros son acaso los primeros en lamentar, pero que no ponen para evitarlos toda la atención que requiere la gravedad de las consecuencias que con alguna frecuencia se originan.
Eran próximamente las cinco y media de la tarde, hora en que multitud de personas regresaba de los paseos por la calle de Alcalá donde había millares de curiosos esperando que pasara de vuelta el rey de Siam, que por cierto había salido ya para la recepción diplomática.
Las calles que afluyen a la de Alcalá estaban también atestadas de gente.
Por la de Peligros iba una señora, llevando un niño de pecho en los brazos, y de la mano derecha otro hijo de cuatro años.
Fue a cruzar desde ésta, por el Caballero de Gracia, a la del Clavel, y en aquel momento un coche de punto que entraba en la de Peligros arrolló a la infeliz criatura arrancándola de la mano de su madre, la cual se libró por una casualidad de ser arrollada con el otro hijo.
Prodújose entonces una escena conmovedora.
La desgraciada madre, que vio a su hijo entre las patas del caballo y las ruedas del carruaje, prorrumpió en gritos desgarradores, que atrajeron a las gentes hacia aquel sitio.
Varias personas se apresuraron a auxiliar al niño, mientras el cochero, pretendiendo alejarse de los denuestos que muchas voces le dirigían, fustigó al caballo para huir a toda carrera por la calle de Alcalá.
Y lo habría logrado, como pocos días hace lo consiguió otro que con su carruaje particular arrolló a un ciego en la Puerta del Sol, derribándole sin producirle daños de consideración, y como lo consiguen tantos otros, si ya en la calle de Alcalá un soldado de caballería que se hallaba en la calle de Peligros no se hubiera puesto sable en mano frente al caballo, para detenerle en su carrera.
Al abrirse la portezuela del carruaje, se vio que dentro había una señora, la cual, por efecto del terrible susto recibido, sufrió un síncope.
El niño atropellado fue conducido a la Casa de Socorro del distrito de Buenavista, donde se le apreció una herida en un oído. Además presentaba síntomas de conmoción visceral. Su estado era muy grave,
La infeliz madre, con el otro hijo en los brazos, corría desolada pidiendo con acento de increíble amargura que la llevaran donde estaba su hijo, porque lo habían hecho desaparecer de su vista y le suponía muerto.
La escena que se produjo al encontrarse la madre con su hijo herido, desencajado, descompuesto, fue tristísima.
El niño, auxiliado convenientemente por los médicos de guardia en dicho establecimiento benéfico, fue trasladado a su domicilio, calle de Hortaleza, número 5, donde continuaba anoche en grave estado.
Se llama Andrés Gutiérrez, y tiene cuatro años, como hemos dicho.
El cochero fue conducido al juzgado de guardia, donde prestó declaración.
Afirma el cochero su inocencia diciendo que de los atropellos tienen la culpa los transeúntes.
-Yo iba por la calle de Peligros. Por el entarugado no es fácil parar un coche. Ya avisé para que se apartara la gente. Los que se quitaron, se quitaron, y los que no... pues ahí tiene usted.
El cochero ingresó a las nueve de la noche en la Cárcel Modelo.