Sun Tzu
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Pedro Sánchez, que no quería Ministerio de Defensa, viajará a China, patria de Sun Tzu, “para hablar de la guerra” con el presidente Xi, muy interesado, al parecer, en la polemología de Bolaños.
En este deslizarse de Europa hacia la guerra mundial, es momento de volver la cabeza hacia los hombres y mujeres que en el 14 avisaron de la Gran Guerra, que acabó con la gran cultura occidental, y resultaron atropellados por el “patrioterismo como estado mental”, cuando en todas partes, dice Jacques Barzun (“Del amanecer a la decadencia”), “la siguiente guerra” llenaba los artículos de prensa.
–Lo primero que hace un principio es matar a alguien –fue la conclusión que del estallido de la Gran Guerra sacó Dorothy Sayers, la humanista cristiana que sentó las bases de la teoría del cuento policíaco.
Las principales naciones europeas se habían constituido en dos agrupaciones hostiles entre sí: Inglaterra, Francia y Rusia, de un lado; y del otro, Alemania, Austria e Italia. El resto fue cosa de la locura, que es “la respuesta cuerda ante un mundo demente”, según la paradoja del psiquiatra escocés Ronald D. Laing.
La posteridad da en culpar de la catástrofe final a “los nacionalismos”, pero Barzun no ve ninguna “causa” única, clara o subyacente que impulsara a las multitudes a derramar su sangre. Se vendían más periódicos que nunca, pero el desconocimiento de las cuestiones políticas era arrogante y absoluto, lo cual explica la reacción de las clases cultas cuando llegó la guerra: manifiesto de intelectuales alemanes denunciando “al otro bando” como traicionados por un amigo, contestado por los intelectuales franceses con otro manifiesto en los mismos términos. “Todos los historiadores y sociólogos encontraron en materiales de su especialidad argumentos para alabar la guerra o razones para despellejar al enemigo”.
Rememorado por Barzun, el guirigay fue total: Toynbee escribió atroces volúmenes de propaganda que más tarde intentó expiar mediante diez tomos de estudios de la Historia; Freud prometió en sus escritos dar “toda su libido” a Austria-Hungría; “matad, pero no odiéis”, pedían los clérigos moderados…
–La “redención” mediante la guerra era una espontánea impresión popular que pronto se reveló falaz: los aprovechados de la guerra, los cobardes en busca de puestos seguros, la relajación de las costumbres sexuales… demostraron que se sobrevaloraba el papel de la guerra como detergente moral.
El primero de enero del 14 Bernard Shaw había puesto en fila india a todos los espadachines del ardor guerrero en los periódicos: “Me agrada el espíritu de quienes ahora defienden la guerra por su valor tonificante. Dejemos que quienes así lo creen se retiren a la meseta de Salisbury y se disparen sin tregua unos a otros, hasta que los supervivientes (si los hay) sientan que sus temperamentos están a la altura de las circunstancias”.
En agosto comenzaba el Reinado del Absurdo.
[Martes, 28 de Marzo]