martes, 16 de marzo de 2021

Los feminismos congelantes




Hughes

Abc
 
El asesino vuelve al lugar del crimen y el gobierno negligente (negligente siendo generoso) vuelve al debate feminista. Era eso de lo que hablábamos antes del 8M: la guerra cada vez menos soterrada entre el feminismo del PSOE y el feminismo de Podemos para disputarse el gran pastel político: el voto de la mujer española, que es lo que quedará una vez desguazado federalmente el país.


De eso se hablaba hace un año, y el 8M era la representación, el festival, el momento supremo de teatralización y, como dicen, ‘visibilización’, igual que lo son los Goya en el cine. ¿De qué sirve subvencionar una industria o movimiento si no se puede ver cómo te lamen la mano? De modo que la normalidad del país continuó hasta ese día, el día de la gala. Por eso no se trata del poder de contagio efectivo de las concentraciones, o no solo, sino del hecho de haber estirado la normalidad de la vida española justo hasta esa fecha.

Ha pasado un año y somos menos, somos menos libres, somos más pobres y lo tenemos bastante crudo, pero la actualidad vuelve al mismo sitio. No hay duda de quién controla la agenda.


Pero el debate es interesante. Le interesa al gobierno y a lo que está antes, detrás y alrededor del gobierno (el poder prepositivo), pero no deja de ser muy interesante para los demás. El 8-M se ha convertido ya en una fiesta de guardar en la que van definiéndose los actores: el feminismo que llaman TERF, el feminismo queer, el feminismo liberal y el no feminismo o ‘feminismo de mujer que se dice libre y no odiadora de los hombres’, que no sé cómo llamarlo, pero que serían las mujeres de Vox. En realidad, son como sufragistas contra el feminismo actual. Unas pocas mujeres rigurosas con una pancarta solitaria.
 

Las mujeres de Vox serían la oposición, el enemigo del movimiento. Cerca, pero no en el mismo sitio, estaría Cayetana Álvarez de Toledo, esa posición que enlaza desde el PP versisuelto, en transición ilustrada, con el “feminismo liberal” declinante de Cs, que es ya un oxímoron, y uno de los intentos de congelar el feminismo. ‘Tuvo su momento’, que diría aquél, pero… ¿de qué le sirve a una feminista actual, si ya alcanzó lo que pretendía? No es útil ni fértil desde el punto de vista de la ‘lucha’. En cierto modo, esta categoría tiene una utilidad instrumental, de salvoconducto. Es una forma de seguir siendo progresistas, de izquierdas, pero sin incordiar mucho: Mujer, tú tienes que ser feminista, por supuesto, pero… dentro de un orden.
 

El ‘feminismo liberal’ parece una contradicción en términos, un progresismo reaccionario, pero es también (y ahí vuelve su categoría instrumental) por donde se meten el PP y Cs para entrar en una fiesta donde no se les invita. Una credencial mojada, una entrada dudosa. El feminismo liberal es también la forma genial que tienen algunos de seguir siendo, en esto también, tercera España, pues desde ahí observan, con un mohín de asquito, las luchas entre las feministas y las que no lo son (o lo son a su manera, o sólo nominalmente) y las luchas entre Terfs y queers, entre psoe y mundo podemita, aunque lo suyo sería llamarlo transpodemismo, porque va mucho más allá del concreto episodio ascensional de Iglesias y cia.

El feminismo del PSOE es otro intento de congelar el feminismo. Es mucho más convincente, desde luego: primero, porque se hace desde el poder, con el inmenso caudal de recursos; segundo, porque es un feminismo más elaborado, cercano, operativo, útil, beligerante y porque da muchas más herramientas y tiene un arsenal de ideas más nutrido. El Psoe, con esto, pretende congelar el feminismo en el “matricismo”, en la política de la matriz, por aquello que dijo La Veneno: “Yo no soy mujer porque no tengo matriz. Soy un maricón”.
 

Este punto de vista le permite al Psoe congelar a la mujer en su particular ser mujer-mujer (¡Ánsar!), encerrada y protegida entre el marxismo y la biología: la mujer ‘matricial’ como clase oprimida por el heteropatriarcado. Esto es el negocio redondo porque convierte la naturaleza en opresión, como la naranja en zumo: es salir la mujer al mundo y ya es víctima. Y se entiende que el Psoe trate de asegurarlo bloqueando su fuga queer, su difuminación trans. Igual que un sindicato protege al trabajador y no al parado, este feminismo protegerá a la mujer-mujer, pero no a la mujer-no mujer y es el gran futuro del partido porque convertirá a las mujeres en los negros del Psoe. Las mujeres serán al Psoe lo que los negros de EEUU al Partido Demócrata, una larga e inacabable historia de opresión que sólo ellos pueden ver-remediar-gestionar. Semejante bicoca política pasa por congelar el feminismo, paralizarlo en el ‘matricismo’ terf.
 

Y es aquí cuando uno y otro, los feminismos congelantes, feminismo liberal y feminismo radical terf del psoe, evidencian sus problemas. Porque cuando se asume la idea de género, clase, opresión o se desarrolla una conciencia feminista, que ya es real y plena en muchas jóvenes, ¿cómo detenerla? Antes la mujer no votaba y no trabajaba, pero haberlo conseguido no la detiene. Al contrario, el trabajo es un nuevo lugar de lucha o desigualdad y la política entera se abre como un territorio feminizable. El feminismo no para porque ya voten o ya trabajen. Llegarán mujeres más jóvenes que, con esa óptica de conciencia crítica, observen que hay diferencias o microdiferencias, o mujeres de etnias concretas, o mujeres distintas, mujeres con minusvalías, mujeres en proceso, mujeres feas hasta la invisibilidad social y la exclusión, mujeres africanas…
 

EL Psoe puede perfectamente cuadrar el círculo: estimular la conciencia feminista pero detenerla en un punto. De hecho, lleva cuadrando el círculo de España bastante tiempo, pero si se evocan conceptos de opresión, de clase, de punto de vista, de raza, y ópticas posmodernas, lo normal es que se desarrollen plenamente.
 

(El Psoe es el gestor de las zonas abiertas al desequilibrio en España: feminismo ma non troppo, naciolalismo pero monarquía: lo terf y lo federal son zonas de constante equilibrio precario, muy fértiles, muy lucrativas, pero en una dinámica de abrir y cerrar la herida, de romper y recomponer, zonas abiertas, sangrantes, cuyos frutos gestiona con el argumento de que puede suturarlo. En realidad, el Psoe no va contra la biología, sino que recurre a ella: monarquía y Terf (mujer-mujer) se basan en últimos fundamentos biológicos, en los que se apoya el Psoe para intentar cerrar sus sistemas políticos de ‘liberación’. O de otro modo, el Psoe recurre a lo biologizante como excusa de estabilidad, como argumento para manejar y cerrar los desequilibrios que explota: la monarquía y el ser mujer-mujer).
 

Es dudoso que puedan ponerle puertas al campo a ese feminismo, y que las feministas más jóvenes ignoren las más ‘sofisticadas’ formas de crítica, queja y análisis que les ofrece el feminismo último. El Heteropatriarcado es un enemigo un poco anticuado, como un Godzila, un poco el tío del saco, como un monstruo de películas antiguas y puede que las jóvenes lo disfruten, pero busquen formas más sutiles de manifestarse. Que su ‘opresión’ tenga otras expresiones. Por ejemplo, el poder de las carmencalvos que ¿quiénes son para definir el concepto definitivo de ‘mujer oprimida’?

No sólo hay ya la semilla de una conciencia feminista, es que se estimula hasta hacerse hegemónica en la educación, los medios y las políticas públicas. En el presupuesto. De modo que será difícil que no se desarrolle.


El lunes fue el día la mujer, y el martes el día de la tortilla, y no estoy comparando, pero si se destinaran 800 millones de euros a hablar de la tortilla habría, seguramente, laboratorios de I+D+I sobre la tecnología de este plato, se desarrollarían hasta su raíz antropológica las variedades regionales de tortilla, habría ya una guerra civil entre cebollistas y sincebollistas, y habríamos estrechado nuestros lazos históricos con la Irlanda patatera… habría una creciente sofisticación alrededor de algo tan simple como la tortilla de patata. En definitiva, será interesante ver cómo evolucionan o involucionan los feminismos congelantes en próximos 8M.