Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Hay que ceder a Haaland.
No digo que no haya que comprarlo. A Haaland se le compra, pero, antes de hacerle venir a Valdebebas para que Zidane lo mande por Amazon al Arsenal con Ceballos y Odegaard, se le cede a su actual equipo, y llegado el caso, al Barça de Laporta, si fuera verdad que anda más tieso que Roures, el basilisco de la lucha de clases que se hizo rico retransmitiendo carreras de camellos en la Arabia de Lawrence, razón por la cual su compadre Zapatero imita la mirada de Peter O’Toole cuando le ponen una cámara delante.
Pensando, precisamente, que con Zapatero tenía un Peter O’Toole entre manos, se propuso Roures seguir con una cámara a Zetapé por el mundo. La idea era que el cómico Fernando Tejero hiciera el papel de Oprah Winfrey, pero Tejero falló y fue sustituido por Guardiola, que en aquella época aún dudaba entre imitar a Gandhi o imitar a Lanza del Vasto. Con Pep de Oprah, el documental arrancó en Turquía y siguió por Argelia, Bruselas y Nueva York. Se trataba de montar las lonetas de un circo nuevo, la Alianza de Civilizaciones, hasta que un día que Laporta buscaba entrenador y fantaseaba con Mourinho llegó Roures y le colocó a Guardiola. ¿Por qué Florentino Pérez no podría colocarle a Haaland a Laporta?
En el Barcelona actual, Haaland se dejaría crecer unas barbas como las de Villalibre, trasnocharía en Sitges como Romario y fallaría los goles cantados como Griezmann. En cambio, ¿qué sería de Haaland en el Madrid?
El delantero centro para la próxima década del Madrid no es Haaland. Ni siquiera Benzemá, a quien todavía le quedan diez años de “bajar a recibir” en este equipo, teniendo en cuenta la equivalencia de los años del futbolista contemporáneo establecida por Sergio Ramos, que tiene 34 y dice que son como los 28 de los viejos tiempos: seis de diferencia, como los caballos, pues nadie olvide que Ramos es “cortihero”. El delantero centro para la próxima década del Madrid es Baraka, el único que no puede comprar Laporta. Se nace o no se nace Baraka, y Zidane nació Baraka, esa condición que hace que el Madrid vaya a llevarse la Liga de Simeone (basta ver cómo remontó en la soñarra del sábado el gol del Elche) y probablemente la Champions. Si tales prodigios suceden, a Zidane le será concedido el capricho de fichar algún antojo, y entre sus antojos, muy por encima de Haaland, está Pogba, y el pipero que no se ilusione que se vaya al Wanda, como decía Rajoy de los liberales de su partido.
Lo que pasa es que se necesita un fichaje estratégico no para lo futbolístico, sino para la publicidad. El nuevo Bernabéu, inspirado en un bocadillo envuelto en albal que se le cayó en mitad de la Castellana a algún marciano de un platillo volante, hay que venderlo por el mundo, y no sabemos cómo Lucas Vázquez chanela el inglés. La obra es un ejemplo de lo que un arquitecto (no sé si es Frank Gehry, pero tampoco es cosa de levantarse a mirarlo), desde que en arquitectura no se dibuja, puede hacer con un ratón y un ordenador, y el fichaje estratégico debería ser una muestra del ateísmo estético que supone un caballero en pantalón corto deambulando en semejante laberinto de espejos. El fichaje, desde luego, sería Mbappé, que tiene el inconveniente de estar tan sobado en los medios que parece viejo: dices Mbappé y suena a mozo tan viejo como Di Stéfano. Con Mbappé de banderín de enganche para los anuncios, el “pasillo de seguridad” que decía el Sabio de Hortaleza para la Década sería Ramos, Modric-Casemiro-Kroos, Lucas Vázquez (antorcha del fair-play madridista con su tuit “Qué bonito, Carrasco”, refiriéndose al caño que le hizo en el derby) y Benzemá (que recuerda al Peter Sellers del arranque de “El guateque”, al que disparan y él sigue tocando la trompeta) con más Champions entre todos que metas volantes Sabino Angoitia. Y añadamos a Bale, recuperado, según todos los indicios, por Mourinho, que podría ser contratado como recuperador por Zidane.
Ante el Elche no se lesionó Hazard, aunque mantiene la distancia en cabeza para proclamarse Prosinecki del Año (de Prosinecki decían que las lesiones le venían porque fumaba: periodísticamente, el tabaco fue a Prosinecki lo que el golf a Bale). ¿Esto también es baraka? También es baraka, y hay que decirlo muchas veces, para que esa juventud que cada día más se aleja del fútbol tenga un motivo para no huir. ¡Que la juventud, que sólo busca diversión, huye del fútbol!
MÍSTER CHAMPIONS
“Estamos en un país pequeño llamado Cataluña y pintamos poco”, dijo famosamente Guardiola por un partido que tuvo que jugar en Pamplona un día que no le venía bien viajar. Luego, la prensa de ese país que pinta tan poco echó números y proclamó Míster Champions… ¡a Messi!, que lleva una Champion en una década (por tres, sin ir más lejos, del Colibrí de Curtis, Lucas Vázquez) y que viene de recibir otra somanta europea, esta vez en París. Al final, el título correcto será el de Míster Chance, la película, decía la propaganda, que invitaba a los espectadores a convertirse en creyentes de una prueba de candidez universal. Aquí no hay más Míster Champions que Cristiano, que puede volver al Madrid a rodar la segunda parte de “Bola de fuego”, de Howard Hawks, con él mismo de Barbara Stanwyck.
[Lunes, 15 de Marzo]